La Jornada 28 de enero de 1998

Los priístas no matamos en Chiapas, ``sólo algunos'', afirma

Elena Gallegos, enviada, Tlaxcala, Tlax., 27 de enero Ť El gobernador José Antonio Alvarez Lima no evade el tema: ``La vinculación del logotipo y el nombre del PRI a los hechos violentos en Chiapas le están haciendo mucho daño al partido. Es una acusación injusta. Ni los judíos mataron a Cristo ni los católicos fusilaron a Morelos ni los priístas matamos en Chiapas''.

Aclara: ``¡Sólo algunos! Unos pocos en los tres casos lo hicieron. Decir lo contrario representa una generalización que falta a la verdad''.

A lo largo de la conversación, de buen humor, Alvarez Lima hace un balance de su administración y cuenta cómo se ve, desde Tlaxcala, el país y su partido.

-¿Qué tan importante es el debate que se ha dado en torno a los candados impuestos en la 17 asamblea?

-Me parece que lo peor del PRI es su herencia ortodoxa y sovietófila, cargada de ritos y sobrerreglamentada. Desde luego que estoy en contra de los famosos candados. ¡Son un autogol!

No se queda ahí: ``Parecen diseñados por nuestros peores enemigos. Todos los partidos exitosos son incluyentes, abiertos. Todos los electores del mundo son ahora caprichosos, cambiantes, en busca siempre de la novedad. Los partidos tienen que adecuarse a esa realidad dinámica. El PRI lo ha hecho en el pasado''.

-Manuel Bartlett no niega sus aspiraciones rumbo al 2000. ¿Cree que es sano para la vida política del país dejar atrás la máxima de don Fidel (Velázquez): ``El que se mueve no sale en la foto''?

-Siempre he pensado que los ciudadanos merecemos la verdad. Me parece bien que los políticos hablen libremente de sus aspiraciones y motivaciones. A mi partido le resulta saludable y estimulante que haya quien manifieste abiertamente sus aspiraciones para obtener la candidatura a la Presidencia.

Se toma tiempo para meditar cada respuesta. La redondea: ``Nada le ha hecho más daño al ejercicio del poder que los cabildeos y las intrigas en las oscuras torres de los palacios. Innumerables e irreparables errores han sido causados así''.

A eso atribuye que los ciudadanos rechacen ``la hipocresía y la simulación'', y que cause ``simpatía el valor y la decisión de hablar con la verdad''. Externa su deseo: ``Pronto otros aspirantes se manifestarán también y someterán al juicio público personalidad y proyectos. Tendremos de dónde escoger''.

-¿Tuvo implicaciones para su gestión el que se le considerara cercano al salinismo?

-No.

-A ver, a ver...

-No -se ríe y da por concluido el asunto.

-¿Cree usted que los gobernadores se puedan sindicalizar?

-Todos los políticos sensatos buscan lo que los une y negocian lo que los separa. Como los matrimonios sobrevivientes. También buscan adjetivos chistosos para intrigar a sus adversarios. A veces logran que algunos comunicadores se los crean -dice divertido.

-El país vive tiempos de virulencia, ¿cree que ésta pueda rebasar a las instituciones?

-El hombre siempre ha vivido en guerra o en política. Existen siempre ambos riesgos. No quiero pensar que nuestro país rebase los ámbitos de la política para pasar a los de la violencia o la guerra. Confío en el patriotismo y en el sentido común de los políticos de todos los partidos. Apuesto también a que los radicales ¡sólo sean de palabra o comunicado!

``Quiero creer que encontraremos solución negociada a los conflictos. Me deslindo de lo que no busque la solución política.''

-Con quién prefiere la competencia electoral, ¿con la derecha o con la izquierda?

-Algo me está pasando, porque últimamente mi daltonismo político ha aumentado. Cada vez veo más gente en el centro y distingo menos a la derecha de la izquierda. Estoy seguro que es mejor el justo medio que los extremos.

Larga vida al PRI

-¿Cómo ve a su partido? ¿Entró ya al camino sin retorno de pérdidas frente a la oposición?

-Mi partido se ha desgastado con el paso del tiempo, como todo. Pero también se ha hecho prudente. Quizá por eso todavía tiene muchos electores. El PRI es un partido consistente y tolerante. Estoy a favor de la absoluta democracia interna en la elección de todos sus candidatos.

``Debo reconocer, sin embargo, que el nombre y los esquemas tradicionales de funcionamiento del partido se han desgastado, naturalmente, con el paso de los años''. Es aquí donde hace la reflexión del daño que le hace al PRI el que se le vincule con los sucesos violentos en Chiapas. Aunque no la menciona, se refiere a la matanza de Acteal, entre otras cosas.

-¿Cree que en el 2000 el PRI ponga en juego su sobrevivencia?

-Lo que hemos conocido por el PRI es una voluntad política popular, mexicana, auténtica, contradictoria, que ha buscado y busca, por diferentes caminos, el fortalecimiento de la nación y el pleno desenvolvimiento de los ciudadanos. Así entendido, el PRI está en muchas partes y ha tenido y tendrá larga vida. El PRI, aunque cambie de nombre, podrá ser el mismo.

``Ahora, concretando mi respuesta, el partido que tiene sus oficinas en Insurgentes Norte 59, en la medida en que se mantenga fiel a sus principios esenciales, tenga la habilidad para modernizar sus formas y ritos, y sobre todo presente buenos candidatos en opinión de los electores, podrá sobrevivir.''

-Hay priístas que sostienen que la oposición avanzó gracias a que se le hicieron demasiadas concesiones, ¿comparte eso?

-No. La oposición al PRI avanzó en relación directa con la ampliación de la democracia, hasta el punto en que se consolidaron las otras dos formaciones políticas (PAN y PRD), a las que el pueblo mexicano quiso darles vida. Hasta ahí llegará el abanico por algunos años.

``Es decir: cuando aceptamos la democracia, aceptamos la posibilidad de la alternancia. Cuando los diputados del PRI votaron por la reforma electoral, votaron por ser sólo un partido entre otros. Nadie votó por su autodestrucción. Los electores, la ciudadanía, han determinado soberanamente la vida plena para tres partidos, y los tres vivirán por algunos años la posibilidad de la alternancia, como ya ocurre.''

Pero Alvarez Lima no quiere detenerse ahí. Agrega: ``Pensar en la dictadura o en la predominancia de alguno de ellos no es realista. Podrán cambiar de nombre, establecer alianzas alternativas entre ellos, podrán aun cambiar migraciones; pero parece, por fortuna, que los próximos años tendremos una democracia inestable y alternativa. Emocionante y divertida para los ciudadanos e incierta para los políticos. Los periodistas van a tener mucha chamba'', señala jocoso.

Alvarez Lima es uno de los 10 gobernadores que este año concluirán su gestión. Esto, como todo lo demás, lo toma con un fino sentido del humor.

-¿Vive la tentación de dejar sucesor?

-Es una tentación absurda por imposible. Quizás la más refinada expresión de la tontería y la soberbia. ¡Todos los políticos la tenemos! He trabajado sobre mí mismo para aceptar la realidad y no caer en esa tentación, aceptar de buen grado que quien venga después será, en primer término, el producto de una difícil y circunstancial contienda interna, dentro de los diferentes partidos y frente a la libre voluntad ciudadana.

``A lo mejor me quedo corto si le digo que hay entre cinco y 10 personas con posibilidades reales de sucederme. Con absoluto realismo, aunque yo quisiera, no podría dejar sucesor. Más vale entonces aceptar de buen grado la realidad y darme cuenta que sólo soy un factor más en la decisión y no el definitivo.

``Como dicen los clásicos -una sonrisa le llena la cara-, gobernador no pone gobernador... mucho menos ex gobernador pone gobernador. He explicado claramente a mis paisanos y a mis compañeros de partido mi posición. El próximo candidato priísta debe ser resultado de una consulta interna auténticamente democrática, y el gobernador será el que obtenga la mayoría de los votos, independientemente del partido que lo postule.''

Aportes modestos

Alvarez Lima evalúa su gestión. Cuenta que el problema central que encontró giraba en torno a la desigualdad, lo mismo al acceso de satisfactores que de bienes culturales y políticos. Siente que esa desigualdad se ha atemperado.

``El verdadero fondo de los problemas más graves eran el autoritarismo; el paternalismo y su obvia consecuencia, el miedo; la desconfianza, y el desinterés ciudadano''. Se logró ``pasar de una dictablanda a una democracia real cada vez más profunda y participativa''.

Conviene en que está más que claro que el camino a la democracia en México, ``ya no lo detiene nadie''. En cuanto a cómo deja el estado, da cifras de abatimiento de desempleo, mejora de servicios educativos y destaca que Tlaxcala ya no le debe nada a nadie. ``Hemos hecho una reforma para impedir que los gobiernos se endeuden en el futuro''.

Cierra definiendo lo que guió su conducta, pero sus palabras están muy lejos de la solemnidad: ``Mi aportación a la vida del estado es muy modesta. He tratado de seguir el buen ejemplo de mis mayores. He procurado no ofender, impedir o atropellar la vida o el desarrollo de las personas o comunidades. Tengo mis cuentas claras. He procurado poner en práctica algunas experiencias políticas antiguas o modernas. Mis adversarios las han calificado de ¡anarquistas! A veces la calidad y la fama significan cosas diferentes. Mis escasas innovaciones no le han costado la vida, la salud o el patrimonio a nadie, y a nadie le tengo ojeriza''.

La vida en Tlaxcala ha mejorado, sostiene, Tlaxcala ciertamente no es Suiza ni Utopía, pero tampoco Tijuana o Chalco.

-¿Es difícil aceptar que el tiempo se acabó?

-Soy un político profesional. Sé bien que en mi trabajo los amigos son de mentiras y los enemigos de a deveras. Desde que tomé posesión me preparé para dejarle el cargo a mi peor adversario...