La Jornada jueves 29 de enero de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Arrinconada y minimizada por la Secretaría de Gobernación (``querido, encogí a la Cocopa''), dividida internamente por la postura panista ya abiertamente afiliada a la gubernamental (la mano del gato para sacar las castañas) y cercenada en una mitad su patrimonio político (la credibilidad proveniente del zapatismo), la Cocopa enfrenta hoy el riesgo de quedar políticamente rebasada y de fortalecer la tendencia latente de recurrir a la mediación internacional para conseguir la paz con dignidad en Chiapas.

En este episodio clave para el futuro del conflicto chiapaneco, la Secretaría de Gobernación ha tenido un pírrico éxito en su tarea de confundir a la opinión pública y debilitar a la Cocopa: ha logrado llevar a esta comisión al punto más bajo de su posicionamiento político, pero al mismo tiempo está cerrándose uno de los pocos canales confiables de interlocución política que le quedaban.

Dedicada más a entrampar y retardar que en buscar verdaderas soluciones, carente por completo de un genuino plan integral de paz, la SG creyó fácil deslizar en la mesa de juego un naipe falso y envenenado, como fue la pretensión de resucitar una presunta ``segunda iniciativa'' de la Cocopa a la que se trató de conceder la misma calidad y fuerza que la primera y única real.

Peligro, genios trabajando

Los genios de Bucareli pudieron haber pensado que si las negociaciones estaban atoradas por los términos de una específica iniciativa de reformas constitucionales, tal obstáculo se eliminaba haciendo aparecer del sombrero del mago el conejo llamado ``segunda iniciativa''.

Y con ese hallazgo como palanca para mover al mundo, los operadores de la SG se dieron a la tarea de conseguir ``gestos de buena voluntad'' tanto del PRD como del PAN.

Una primera propuesta de declaración, hecha llegar el fin de semana pasado al pleno del tercer Consejo Nacional del PRD -dedicado a analizar el tema de Chiapas-, hacía concesiones a la buena voluntad gubernamental y los intentos exploratorios de nuevas fórmulas de pacificación. Luego de una discusión a fondo, en la que se dejaron de lado las tendencias neolombardistas de aprovechar las contradicciones internas del sistema apoyando las menos autoritarias, el PRD expresó de manera oficial y clara su respaldo pleno a la primera iniciativa de la Cocopa. Sin embargo, los negociadores de la SG hicieron correr la versión de que, a pesar de las declaraciones hechas en la superficie, el PRD, o segmentos decisorios del PRD, estarían a favor de la utilización del recurso de la multimencionada ``segunda iniciativa''.

El discreto encanto de ser comparsa

En el PAN, en cambio, las cosas han sido claras y explícitas: Hoy, en La Jornada, Felipe Calderón le dice a José Manuel Venegas los términos en los que su partido se plantea la reinterpretación de los acuerdos de San Andrés. El michoacano que liderea al PAN asegura además que su partido no será promotor de leyes de excepción y, curándose en salud, rechaza que el blanquiazul sea comparsa del gobierno en este tema.

Para no dejar dudas de la postura panista, el diputado Germán Martínez Cázares, representante de su partido en la Cocopa, declaró ayer a Crónica que el gobierno federal no debe ``claudicar'' al uso de la fuerza en Chiapas, pues ``capitular de esa manera sólo exhibe una debilidad de un gobierno que necesariamente debe ser sensible a las demandas... a las exigencias de todos los grupos, pero que no debe concluir con una capitulación a hacer uso de la fuerza''. El jurista Juan de Dios Castro, senador panista, también declaró al mismo diario Crónica, el pasado 26, que la autonomía propuesta por la Cocopa contradice la Constitución.

Es decir, la fracción panista ha estado en una clara actitud de deslindarse del resto de la Cocopa (sobre todo del PRD) y aprovechar cualquier resquicio para descalificar los acuerdos de San Andrés y la iniciativa posterior de reformas constitucionales. Con la ``segunda iniciativa'', Gobernación les ofreció a los panistas el pretexto perfecto.

Ya con los panistas definidos en favor de la citada ``segunda iniciativa'' y con la versión extraoficial de que en el PRD habría segmentos influyentes que no verían con malos ojos esa posibilidad indagatoria, Gobernación creyó tener montada la escenografía adecuada para que la opinión pública nacional, y la internacional, de cara a la visita a Davos, conociera que el gobierno federal estaba explorando, con imaginación y voluntad política, una segunda vía de pacificación preparada ni más ni menos que por la instancia idónea, como es la Cocopa.

Sin embargo, el montaje se vino abajo al conocerse que la tal ``segunda iniciativa'' era falsa y que había sido formalmente desechada un año atrás.

Pero el gran esfuerzo de la Secretaría de Gobernación le reportó finalmente buenos resultados, pues en la batahola desatada por la aparición de la iniciativa falsa se presionó a los integrantes no panistas de la Cocopa para que asumieran que los del partido blanquiazul estaban de cualquier manera a favor de esa propuesta formalmente inexistente. Una salida pragmática sería fortalecer la vía de la primera iniciativa a la que la SG ofrecía reducir sustancialmente el número de observaciones, para pasar de 27 a cuatro.

Y se aceptó la salida pragmática, con los errores de redacción, o deslices, que ayer fueron reconocidos por integrantes de la propia Cocopa.

Detrás de las palabras

Ayer hubo diversas declaraciones con las que se trata de demostrar que los efectos políticos del comunicado de la Cocopa del pasado martes no serán dañinos para el proceso de paz. Con retórica se ha tratado de explicar lo que, por desgracia, tiene en contra el terrible peso de la realidad: la Cocopa actual aceptó reabrir un expediente celosamente guardado y defendido desde noviembre de 1996, y en lugar de pelear frente a Gobernación para hacerle entender que el documento original corresponde plenamente a los mismos acuerdos de San Andrés firmados en su momento, acepta convertirse en mensajero de la voluntad gubernamental de desdecirse e incumplir.

En esa tesitura, la Cocopa corre el gravísimo riesgo de perder la confianza del zapatismo, que en su momento aprobó la iniciativa de reformas constitucionales y a cuyo gesto respondió la Cocopa defendiendo letra por letra la consonancia y armonía de lo escrito en esa iniciativa con los acuerdos de San Andrés.

También corre el riesgo de ser avasallada por la dinámica partidista que rumbo a las elecciones presidenciales del año 2000 actúa con más deseos de deslindes de cara a los votantes que de iniciativas conjuntas.

Lo peor para el gobierno sería que, encogida la Cocopa y acaso ultimada su capacidad de negociación, fuese su esquela al mismo tiempo el mecanismo que active la búsqueda de la mediación internacional a la que tanto temor le tiene.

Astillas: El 28 de octubre del año pasado, esta columna comenzaba diciendo: ``Jorge Carpizo considera que ha terminado su ciclo como embajador mexicano en Francia, y por ello ha solicitado su remoción. No debe suponerse, sin embargo, que el retorno de Carpizo sea cuestión de días sino, de acuerdo con la tradición en este tipo de asuntos, se puede llevar meses, de dos a tres en el mejor de los casos''. Conviene recordar tal texto porque hoy se pretende hacer pasar el relevo de Carpizo en París como un ajuste de cuentas por al mal trago del presidente Zedillo ante organizaciones defensoras de derechos humanos durante su gira de octubre de 1997 por Europa. La salida de Carpizo no necesariamente es un cese, como arguyen las fuentes extraoficiales de Tlatelolco. ¿Qué tal si, por el contrario, fue una renuncia en la que estuviese como fondo la inconformidad del embajador con la manera como su distinguido visitante enfrentó los reclamos hechos a su conducción política