México, petrolizado
Se ha vuelto un lugar común entre los analistas afirmar que la economía ya no está petrolizada. Incluso, algunos afirman que la petrolización ni siquiera está en el sector externo, y que sólo se limita a las finanzas públicas (David Colmenares Páramo, El Financiero, enero 16, 1998). Esta conclusión es errónea, pues se deriva de considerar sólo la participación del sector petrolero en la exportación total de mercancías (participación que pasó del 75 por ciento a principios de los años ochenta al 10 por ciento en la actualidad). Esto constituye un análisis parcial de las cosas, pues el ``sector externo'' de la economía es mucho más que exportación de mercancías.
Es más adecuado considerar el ``aporte neto de divisas'' por comercio exterior (exportaciones menos importaciones) y por deuda externa (contratación de nuevos créditos menos pagos por intereses y abonos de créditos anteriores). De este análisis puede concluirse que, a excepción del sector maquilador, Pemex es el único agente del sector productivo de la economía mexicana cuyo aporte neto de divisas es positivo; el resto de los sectores y agentes gastan más divisas de las que aportan.
Las siguientes cifras ilustran esta situación. Durante el sexenio de Carlos Salinas, mientras Pemex aportó 40 mil millones de dólares (de 1994) a la economía mexicana, el sector privado total (incluyendo maquiladoras) tuvo un déficit (gastó más divisas de las que aportó) por 87 mil millones de dólares. El resto del sector público registró también un déficit en el mismo periodo, por un monto de 47 millones de dólares.
Si se considera que una situación similar prevaleció durante los sexenios de José López Portillo y Miguel de la Madrid, misma que tiende a reproducirse durante la administración de Ernesto Zedillo, puede concluirse que Pemex sigue siendo el único agente productivo en México capaz de generar divisas en términos netos, para cubrir total o parcialmente (dependiendo del periodo) los adeudos de divisas creados por otros agentes o sectores de la economía.
Esto demuestra que la tan pregonada despetrolización de la economía mexicana es una verdad a medias, válida solamente desde el punto de vista de las exportaciones. Al realizar una evaluación integral del peso del sector petrolero en las relaciones con el exterior (flujos netos de comercio y deuda) resulta todo lo contrario.
Por lo demás, los propios anuncios oficiales de recorte al presupuesto de gasto corriente y de inversión a raíz de la reciente caída del precio del petróleo en el mercado internacional, son muestra de la vulnerabilidad externa de nuestra economía. Cuando el mercado petrolero tiene tos, a la economía mexicana le da pulmonía. En conclusión, no sólo están petrolizadas las finanzas públicas, sino también el sector externo y gran parte de la economía nacional, cuyo ritmo de crecimiento y su capacidad para generar empleos se verán seriamente mermados durante 1998.