Diputadas niegan imputaciones de Raquel Sevilla
Raúl Llanos Samaniego Ť Desde ayer ya se le conoce como el sevillagate. El personaje central de la trama es Raquel Sevilla, ``diputada del PRD con derechos suspendidos'', y los actores secundarios: Javier Hidalgo, en su papel de acusador; Oscar Levín, como el defensor, y un grupo de legisladores perredistas que hoy tratan a toda costa de desligarse de la amistad que en antaño pregonaron.
Ayer todos volvieron a las andadas, y por los pasillos y salones de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal corrieron los dimes y diretes, las imputaciones, las aclaraciones del caso, dejando en un segundo plano los temas que serán discusión de este periodo extraordinario de sesiones.
El diputado Javier Hidalgo lanzó la primera embestida: ``No basta con que a Raquel Sevilla se le suspendan sus derechos; la Contaduría Mayor de Hacienda deberá investigar los contratos que estableció con la delegación Gustavo A. Madero, y la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia del PRD tendrá que aclarar las acusaciones de tráfico de influencias que pesan en su contra.
``Por lo pronto, aquí en la Asamblea se le suspenderán sus derechos y no podrá hablar en nombre del partido ni asistir a nuestras reuniones'', sostuvo.
Cerca de las 11:00 horas, Raquel Sevilla hizo su entrada al recinto legislativo. Iba protegida por dos sujetos fornidos, y tras ella una estela de reporteros, camarógrafos y fotógrafos. De ahí empezó sus maratónicas e insistentes declaraciones:
``Soy objeto de una injusticia''; ``desde hace un año renuncié a las empresas en las que participaba''; ``que se investiguen los contratos que hicieron''; ``a quienes me acusan, debería investigárseles de dónde provienen sus recursos''; ``no me iré del partido hasta que la Comisión de Garantías decida lo contrario''; ``cuando tenga las pruebas haré las acusaciones correspondientes'' contra diputados del PRD que incurrieron en anomalías'', y negó tener autos y propiedades.
De hecho, su curul sólo fue visitada por reporteros. Ningún diputado, ni del PRD ni de otro partido. Estuvo prácticamente sola, por lo que al final tuvo que buscar la cercanía del priísta Octavio West; luego se fue sin hacer mayor ruido.
Oscar Levín no dejó pasar la ocasión y criticó la actitud de la mayoría perredista: ``La suspenden por hacer críticas a su partido''. Además, se dijo amigo de Raquel Sevilla, aunque tampoco acudió a saludarla. Luego, argumentó que en los seis meses en que fue delegado en la Gustavo A. Madero no detectó nada ilegal en los contratos de la ``diputada con derechos suspendidos''. En este mar de acusaciones y aclaraciones, surgieron también las voces de Virginia Jaramillo y Yolanda Tello, quienes negaron que en la estructura de la ALDF tengan familiares, como acusó Sevilla. ``Si es así que lo pruebe'', retaron.
La historia del sevillagate se cerró ayer con un comunicado firmado por nueve diputados del PRD, quienes negaban que existiera un ``Grupo de los 15'' al que perteneciera la aludida diputada, y dejaban en claro su ``rechazo a la pretención de Sevilla de llevarnos al terreno del fango político; llamamos a no caer en este juego sucio y no distraernos por quienes desde atrás de la diputada han emprendido esta sucia campaña''.