Virtual expulsión de 120 indígenas en Chenalhó
Juan Balboa, corresponsal, comunidad de Canolal, municipio de Chenalhó, Chis., 29 de enero Ť De los brazos del viejo Tomás Pérez Quish salió la Virgen del Carmen, vestida con sus ropas ceremoniales, seguida por cerca de 120 indígenas que abandonaron sus cafetales repletos de frutos maduros, viviendas y animales para sumarse a alrededor de 8 mil desplazados por la violencia en Chenalhó, que habitan improvisados refugios en sus propias tierras.
En Canolal se registró hoy una limpia religiosa y política: todos los habitantes que profesaban la religión católica -ubicados geográficamente a orillas del poblado dominado por presbiterianos- abandonaron sus tierras y dejaron en el desamparo su parroquia, que recientemente habían estrenado. ``A la fuerza'', recuerda el viejo Tomás, vestido con sus calzones y camisa blanca y llevando entre sus brazos a la virgen -una nueva pintura color crema con tres letras en sus costados: PRI.
Al igual que en Tzjalucum, Pechiquil, Yibeljoj, Shucumumal, Tzanembolom, Chimix, Bajoveltik, La Esperanza, Aurora Chica, entre otros, Canolal se volvió a partir de este jueves una tierra ciento por ciento dominada por el Partido Revolucionario Institucional, ninguna otra organización política o apolítica vive en sus terrenos, vigilados, desde el cerro más alto, por un campamento del Ejército.
En un impresionante operativo en el que participaron 25 vehículos militares, policiacos, de organizaciones de derechos humanos y de la Cruz Roja, así como un helicóptero de la Procuraduría General de la República, las familias se dirigieron a su nuevo refugio llevando consigo sus viejos costales con algunos kilos de café, maíz, gallinas, ropa y, sobre todo, con las imágenes de una de las dos iglesias católicas de la comunidad, ``para que no las quemen'', insiste el viejo Tomás Pérez Quish, que no se cansaba de cargar sus poca pertenencias a las unidades de la Cruz Roja''.
Para acompañar a los 120 tzotziles de la sociedad civil Las Abejas y simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), las instituciones militares y policiacas montaron un impresionante operativo e hicieron uso de 150 elementos; entre éstos fue notoria la presencia de la policía militarizada antimotines, pertrechada con escudos eléctricos, espinilleras, gases lacrimógenos y caretas de acrílico.
En el operativo participaron representantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y un grupo de legisladores federales del Partido de la Revolución Democrática, quienes, perplejos, veían llegar a donde se encontraba la caravana el doble de las personas que deberían reubicar por estar amenazadas de muerte.
``Nos vamos porque estamos amenazados de muerte por parte del partido del PRI'', dice Mario Vázquez, uno de los representantes de los ahora desplazados de Canolal. Ellos (los priístas) tienen dos caras y nos cobran cooperación para estar tranquilos en nuestras casas, explica a los periodistas poco antes de abordar el camión de la Cruz Roja que lo llevaría a su nuevo refugio en San Cristóbal de las Casas.
Alonso Pérez Moreno, otro de los representantes de los desplazados, recuerda que hace apenas unos días los obligaron a pintar en el exterior de sus viviendas el logo del PRI -también los obligaron a borrar las casas que tenían pintado ``sociedad civil, zona neutral''- como un escudo en contra de la violencia, un antídoto para evitar la muerte violenta o como una señal para diferenciarse de los que ``están con los zapatistas''.
Un día después de la matanza de Acteal, recuerda Pérez Moreno, los priístas nos obligaron a entregar una cooperación de 300 pesos por cada padre de familia, ``para estar a salvo de las agresiones''; después fueron 100, 50, 20 hasta hacer un total de 600 pesos, cantidad que los hacía ``inmunes'', según los propios priístas, las agresiones.
Los periodistas le preguntan a Alonso: ¿Existen grupos paramilitares? La respuesta es inmediata: existen este tipo de personas armadas, por eso vamos a salir.
En Canolal existe uno de los centros de mando del Ejército Mexicano en el municipio de Chenalhó. Canolal forma parte de los 20 centros castrenses que realizan labor social, pero al mismo tiempo está siendo construido como parte de los doce campamentos que tiene previsto dejar instalados la Secretaría de la Defensa Nacional en todo el municipio.
En Chenalhó, el Ejército Mexicano formó una de sus principales bases de operaciones de los Altos de Chiapas, e instaló una infraestructura similar a la que existe en zonas consideradas de conflicto, al mantener cerca de doce campamentos castrenses con más de 2 mil efectivos en toda la geografía del municipio.
En los momentos que las familias de Las Abejas y los simpatizantes zapatistas recogían sus pertenencias, un numeroso grupo de priístas se concentró en la escuela primaria Benito Juárez de la comunidad, ubicada justo a la orilla del campamento militar. Por el altoparlante llamaba a ``los periodistas internacionales''. Eran las 12:25 horas cuando la Cruz Roja preguntaba unidad por unidad: ¿Hay alguien aquí que se quiera quedar? La respuesta siempre fue el silencio
A un lado de las unidades de la Cruz Roja, la diputada perredista Patria Jiménez aseguraba que el desplazamiento de estas familias demuestra que en Chenalhó se mantienen vivos los grupos paramilitares.
``Estamos viendo que en esta comunidad hay una destacamento importante del Ejército; creíamos que eso traería la tranquilidad a Chenalhó. Sin embargo, 200 personas están saliendo porque han sido amenazadas por paramilitares que siguen en toda la zona'', aseguró la legisladora, quien estuvo acompañada de los diputados Ranulfo Tonche, Samuel Lara y Rodrigo Maldonado.