La Jornada Semanal, 1 de febrero de 1998
Es jueves 22 de enero de 1998. Ingreso en la red y leo al pie de una foto de este mismo diario que en Venecia cuatro jóvenes italianos permanecen encadenados a un balcón del Consulado mexicano. La bandera del EZLN ondea a sus pies, sobre el Gran Canal. Su organización es ``¡Ya Basta!'' y demandan la paz en Chiapas. Tal pareciera una acción más, quizá el cierre de la Bienal del año anterior. Pero no. Ninguna relación. Ha pasado un mes del hecho real y las variopintas muestras del arte contemporáneo han sido desmontadas de iglesias y palacios. En la foto siguiente se contextualiza el asunto veneciano: ``Un hombre y su hija lesionada, presentes en la misa de conmemoración, a un mes de la masacre de 45 indígenas tzotziles en Acteal, municipio de Chenalhó.'' Las figuras de ambos aparecen rodeadas de cruces de madera.
Retrocedo en el tiempo y ahora es lunes 23 de diciembre de 1997. Algunos periódicos mexicanos encabezaban sus primeras planas en Internet con las siguientes noticias: ``Ataque a desplazadosÊen Chiapas: 16 muertos'' (Crónica); ``Demanda internacional por daño al arrecife coralino'' (El Nacional); ``Debe el gobierno evitar programas populistas: IP'' (El Universal), y ``Chiapas: matan paramilitares a 16 desplazados'' (La Jornada). Sobran los comentarios.

En ese mismo día leo en la red que el presidente Ernesto Zedillo declaró: ``El pueblo de México rechaza la violencia bajo cualquiera de sus formas, y más aún cuando ésta se dirige contra mujeres y niños. No existe ninguna causa, ninguna circunstancia que pueda justificar este o cualquier acto de violencia. La violencia es, por definición, un acto criminal, y eso fue lo que ocurrió el día de ayer en Acteal: un cruel, absurdo, inaceptable acto criminal que sólo puede tener como respuesta la aplicación más firme y severa de la justicia. Quienes han participado en la planeación y ejecución de este crimen deben recibir todo el peso de la ley, con independencia de su condición social, política o religiosa, ya que nada puede justificar la atrocidad que han cometido. El Gobierno de la República no permanecerá pasivo ante estos graves acontecimientos. Escucharemos y atenderemos el reclamo de todos los mexicanos por el pleno esclarecimiento de los hechos y el fincamiento cabal de responsabilidades.''
Por su lado, el subcomandante Marcos se expresaría así el 4 de enero de 1998: ``El EZLN vuelve a decir su palabra para informar a la opinión pública de los avances en la investigación sobre la masacre de indígenas en Acteal, Chenalhó [...] Según comunicaciones radiotelefónicas interceptadas por el EZLN, la Secretaría de Gobierno de Chiapas está dando órdenes a sus sicarios en los Altos de Chiapas para que se escondan en un lugar seguro. Se les dice que entierren las armas y esperen a `que pase el problema' para regresar `a su trabajo'. `Hay que dejar que se cansen y se calmen las protestas', dijo la voz (mestiza) que dio las indicaciones al cabildo priísta de Chenalhó [...] De esta manera quieren asegurar un secreto absoluto sobre lo que verdaderamente ocurrió en Acteal [...] La presencia masiva del Ejército federal ha envalentonado a los paramilitares, y ahora amenazan con atacar a otros grupos de desplazados. Esto ha provocado que miles de indígenas se refugien en Polhó, municipio de Chenalhó, Chiapas, y que se agraven sus condiciones de vida.''
Es de nuevo jueves 22 de enero y el tiempo pareciera haberse comprimido durante la navegación en línea. Matizaciones y texturas estilísticas aparte, desde entonces muchas cosas han pasado que obviamente no intentaré resumir. El conflicto sigue latente. Pero un hecho sintomático, si bien circunstancial, se hace claro en Internet: hay días en que acceder a los espacios zapatistas representa toda una hazaña, mientras que a las páginas de la Presidencia se conecta uno por lo general con toda rapidez.
Más allá de las versiones de los diarios o de la saturación u holgura de los sitios, la red está ofreciendo por medio de documentos escritos, de voz y video, una visión global de los acontecimientos. Gracias a Internet, con mucha más facilidad que a través de otros canales de difusión y archivo podemos armar y contrastar en cualquier momento el historial indispensable para una mínima comprensión del conflicto chiapaneco.
A este archivo digitalizado el lector puede acceder a través de la siguiente dirección electrónica, cuya última sección, con todo y lo imparcial del espacio, no deja de ser inquietante por la nítida sugerencia: http://headlines.yahoo.com/Full_Coverage/World/Mexican_Army_Massacre/.