Marco Rascón
El final del PRI

A Ramón Vargas, el mejor tenor mexicano
A Jaime Avilés, un abrazo

La próxima XVIII Asamblea Nacional del PRI será el colapso final. Los dinosaurios que impusieron el candado estatutario al candidato priísta a la Presidencia, y que desde ahora se alinean con Bartlett y Labastida, están ya en posición de defensa. Los restos del salinismo, protegidos por Zedillo, llegarán y plantearán: cambiar el estatuto o romper.

Ante el atrincheramiento de los dinosaurios en los candados, el salinismo, el zedillismo y los modernizadores no tendrán más opción que la ruptura y crearán un ``movimiento'', apoyado por la Presidencia de la República, que convocará a integrar ``un frente revolucionario'' siguiendo el camino labrado por la Corriente Democrática, encabezada por Cárdenas, Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, hace once años.

La ruptura no se dará en la XVIII Asamblea --si es que se realiza--, sino que comenzará en la Cámara de Diputados. La fracción priísta romperá de manera ``propedeútica'', en relación a la iniciativa sobre la reforma al Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (Cofipe) que ya se plantea desde un sector intermedio del PRI, y que opera como parte de la ``reforma del Estado'' el subsecretario de Gobernación, Jorge Alcocer. La idea es tener una reforma electoral que revierta las condiciones desfavorables al PRI en el IFE y que brinde condiciones alternativas en caso de rompimiento en la XVIII Asamblea Nacional, reformando el artículo 58 del Cofipe referente a las coaliciones a fin de restablecer la posibilidad de candidaturas comunes entre partidos. Esto plantearía a los escindidos ocupar como refugio el PVEM, el PT o el PCD (de Manuel Camacho). La nueva ley contra las oposiciones, ahora la necesitarán los escindidos del PRI.

¿Qué pasará si no se realiza la XVIII Asamblea por sabotaje de los dinosaurios? ¿Qué sucederá si se lleva a cabo? ¿Se modificará el candado o ganará la alianza Bartlett-Labastida para impedirlo? ¿Qué pasará con el bloque salinista-zedillista? ¿Apoyarán como última alternativa a Esteban Moctezuma?

El rompimiento es la única alternativa; si el candado permanece habla de una fuerza mayoritaria de control sobre el aparato del PRI por parte de Hank-Labastida-Bartlett, que ni con apoyo de Zedillo podrían remontar.

El destape anticipado de la CROC en torno al gobernador de Puebla busca defender el candado y cerrar el paso a la fuerza interna que busca cambiar, antes del hundimiento, ya que además del candado el otro reto del PRI es el cambio de siglas y de nombre, hoy pesada herencia luego de la matanza de Acteal y de la corrupción estructural en el gobierno del Distrito Federal. El PRI con el corporativismo como sistema de control social, con la represión ferrocarrilera, con el 68, el 10 de junio, la desaparición de 500 mexicanos durante la guerra sucia, la represión del movimiento electricista, la crisis económica, el auge petrolero y la expansión de la corrupción, con los acuerdos con el FMI y el ascenso del neoliberalismo, la destrucción de la planta productiva, la integración comercial indiscriminada, fraudes electorales, enriquecimiento inexplicable, los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, los negocios de Raúl y los escándalos de la privatización, la manipulación del Poder Judicial.

El PRI ya se acabó. Su iconografía y siglas constituyen una cultura política que debe transformarse para que el país avance.

En el conflicto de Chiapas y ante el desmoronamiento del sistema clientelar y corrupto en el Distrito Federal, el país ha concluido que PRI, violencia y corrupción son lo mismo; las encuestas lo registran claramente. La desaparición gradual del PRI constituye un fenómeno porque su descomposición afecta el desarrollo político y económico; el PRI, producto de sus propios errores, debe desaparecer ya pues su existencia no contribuye al pluralismo ni a la democracia. Su desaparición será el indicador de que México está cambiando profundamente y para bien.

La historia de México está por cerrar un ciclo. ¿Habrá XVIII Asamblea Nacional del PRI? Si no la hay, ganarán por default los dinosaurios; si la hay, será el rompimiento.

Nadie garantiza la seguridad de ese evento ni de sus participantes, y de realizarse veremos en vivo, otra vez, la violencia entre el partido aguirrista y los hilaristas de La sombra del caudillo. ¿Quién hubiera pensado que la novela de Martín Luis Guzmán tendría semejanzas al inicio y al final del PRI, 70 años después?