Reforma política ya, o la realidad ``nos rebasará'', advierte Núñez
Mireya Cuéllar y Ciro Pérez Silva Ť Arturo Núñez está sentado en uno de los sofás de su amplia oficina, en San Lázaro. La expresión de su rostro es siempre la misma, sobria. Su voz mantiene un mismo ritmo a lo largo de toda la entrevista: ``Los partidos deberían ya aprender la lección; si se sigue posponiendo la reforma del Estado, cada día se toparán con nuevas realidades que rebasan la norma jurídica; ya nos ocurrió en la instalación de la cámara, en la aprobación del presupuesto... Sería irresponsable seguir difiriendo la discusión, subordinarla a problemas de coyuntura que, paradójicamente, forman parte de la reforma del Estado''.
Ojalá --apunta-- la reforma se hiciera por unanimidad, pero si no es el caso, las dos terceras partes de la cámara son suficientes para los cambios constitucionales. La unanimidad debe ser un propósito, ``no una condición indispensable''. Ninguna democracia funciona sobre las bases de la unanimidad.
Aquí no operaría una transición a la española
En la conversación, surgen los ejemplos de otros países y el coordinador de los diputados priístas recomienda dejar de añorar una transición a la española, porque México debe construirse su propio camino a partir de un diagnóstico certero de lo que es la longevidad de un partido en el poder y no de una persona como el general Franco, en España.
Habló sobre el conflicto chiapaneco: ``La idea es no subordinar la solución de ese conflicto a la reforma del Estado, sino que éste tiene que caminar al ritmo de las propias negociaciones. La solución de fondo del problema de Chiapas forma parte de la reforma del Estado, pero para que otros actores puedan intervenir primero deben establecer consensos el gobierno y el EZLN... Ahí el ritmo lo marcan las negociaciones en Chiapas''.
--¿Cuándo se retomará el proceso de reforma del Estado?
--Es un tema que todavía no abordamos en la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política, pero además también involucra a la Cámara de Senadores y sobre todo a las dirigencias nacionales de los partidos. Hay temas como el del federalismo, donde los gobiernos estatales y municipales tienen mucho qué decir, así que hay que imaginar algún esquema de participación... Yo asumo que Gobernación emitirá pronto una convocatoria formal para afinar el temario y método de trabajo.
--Además de los cuatro señalados por el secretario, ¿qué temas incluiría usted?
--La reforma del Poder Legislativo. Es un tema que involucra a ambas cámaras, es una necesidad objetiva; tenemos que poner al día la normatividad de las nuevas circunstancias y correlación de fuerzas que se vive en el Congreso, porque parte de los problemas que hemos tenido en esta nueva etapa de la vida de la Cámara de Diputados se centra en el hecho de que está prevista una sola hipótesis para la estructuración de los órganos de gobierno: que un grupo parlamentario tuviera la mayoría absoluta. Esto hay que revisarlo, ponerlo al día.
Agrega que hay otros temas vinculados al Legislativo en sus relaciones con el Ejecutivo: cómo enfrentar la hipótesis de la no aprobación del Presupuesto de Egresos. En otros sistemas está prevista la prórroga, no estar al borde del abismo (la ley no establece alternativa, se tiene que aprobar y punto) ``desdramatizaría'' ese tema. ``También tenemos un paquete de reformas constitucionales y legales en materia de seguridad pública y procuración de justicia. Ese es un tema de la mayor sensibilidad para la sociedad mexicana'', dice.
--¿Cuánto se puede avanzar en la reforma del Estado, cuando temas como Chiapas están sin resolverse?
--La reforma en materia de derechos y cultura indígenas es una parte esencial de la solución del problema chiapaneco y forma parte de la reforma del Estado; hay que normar una nueva relación del Estado con las comunidades indígenas, pero ello no se debe subordinar al ritmo de las negociaciones de la reforma del Estado, sino de las propias negociaciones de Chiapas. La reforma indígena está en el contexto de la estrategia general para solucionar el caso, por eso el secretario no lo incluyó de manera expresa cuando enumeró los temas de la reforma.
--El PAN pretende condicionar su participación a la solución de su conflicto con Bartlett, mientras que el PRD a Chiapas...
--En 95, la reforma electoral y la del Distrito Federal se perdieron que porque Yucatán, que porque Tabasco... En 96, que por Huejotzingo, y finalmente sólo se sacó adelante la reforma constitucional y las otras se tuvieron que hacer iniciado el proceso electoral que culminó el 6 de julio de 97, y ustedes recordarán que la integración del Consejo General del IFE y la designación del secretario ejecutivo fueron hechos con plazos vencidos. Yo creo que debemos aprender la lección y no dejar algunas cosas para que después las nuevas realidades nos alcancen y rebasen la norma, como ya nos ha ocurrido.
``Pero además, porque se vuelve una paradoja; la solución a esos problemas de coyuntura, la solución de fondo, está en reformar las instituciones del Estado mexicano. El PRD dice, por ejemplo, `no vamos a la reforma del Estado si no se resuelve Chiapas'; Acción Nacional, lo condiciona al caso Puebla... y justamente las bases para solucionar ambos problemas son parte importante de la reforma del Estado. El Federalismo es uno de los temas de la reforma, entonces es un contrasentido no ir a la mesa donde se pueden encontrar soluciones de fondo a los problemas que se expresan en la coyuntura, como la Ley del Federalismo Hacendario de Puebla'', agrega.
--La reforma del Estado tiene que darse por consenso. ¿Eso podría dar pie al chantaje?
--Aquí hay un elemento clave; desde luego, no puede ser objeto de chantaje ni rehén de estrategias partidistas un tema tan trascendente como tener instituciones preparadas para enfrentar las nuevas realidades, pero también creo que tiene que ver con el método. En el caso concreto de la pasada reforma electoral y la reforma política del Distrito Federal nos impusimos como método el consenso, asumiendo el máximo consenso posible, la unanimidad. ¿Por qué? Porque habíamos tenido reformas electorales que no habían merecido consenso unánime; habían sido aprobadas por uno o dos partidos y por lo menos uno había cuestionado su legitimidad y se pensó que era necesario finiquitar ese debate recurrente, obsesivo, yo diría que hasta patológico en materia electoral. Era necesario que todos los partidos estuvieran de acuerdo, por ello el consenso no sólo fue un objetivo, fue una condición indispensable.
Precisa: ``Pero yo diría que hay muchos otros temas donde se debe buscar el consenso, donde ojalá se alcance la unanimidad, qué mejor, pero ninguna democracia funciona sobre las bases de la unanimidad, primero porque se tarda mucho en construirla y los tiempos nos pueden ganar respecto de los plazos finalmente previstos en diversos ordenamientos --la realidad nos va alcanzando--, y segundo porque convierte a las negociaciones en rehén. Hasta la más pequeña de las fuerzas políticas puede decir: nada más basta que yo me salga y no hay unanimidad''.
--¿Cómo hacerla entonces?
--La reforma del Estado involucra cambios constitucionales, y el procedimiento establecido en la propia Carta Magna para reformar y adicionar la Constitución es tener las dos terceras partes; no es una mayoría simple o cualquier mayoría, sino una mayoría calificada.
--Hay un sector de los actores políticos que aspiran a una reforma del Estado o transición política a la española ¿Hay que dejar de soñar en nuestros acuerdos de la Moncloa?
--Es parte de una cierta tradición intelectual y política estar añorando que esto se parezca a otras experiencias. Pero la situación de México es distinta, porque no venimos de una dictadura sino de la hegemonía de un partido. Pretender una transición distinta o siguiendo otros modelos sería un error.
--¿El presidencialismo estaría a discusión?
--Este punto quizá sea un ejemplo claro de cómo logramos construir los mexicanos un acuerdo en lo fundamental y que se concretó el siglo pasado en esa expresión que es ahora el artículo 40 constitucional: ``Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática y federal...'', condensa nuestra historia del siglo XIX cada una de esas características del Estado y el gobierno: República representativa y federal. Costó sangre, tiempo, esfuerzo... Hoy el sistema presidencialista no está a discusión.
--¿Cuál vislumbra que será el tema más difícil en la agenda de la reforma?
--Obviamente la reforma al Poder Legislativo, la ampliación de derechos y participación ciudadana, que tiene que ver con referéndum y plebiscito. Probablemente, apunto yo como hipótesis, el tema más complicado será el de federalismo.