Gilberto López y Rivas
Todo va bien
Poco a poco, como si no hubiese ocurrido la masacre de Acteal, el gobierno se instala en la suave comodidad de las palabras. No hay prisa. Todo va bien, mientras caemos en el abismo.
Otros muertos, el asesinato del compañero Rubicel Ruiz Gamboa, más retenes militares (ahora en la zona norte), más detenidos, más desplazados, y al discurso presidencial de Yucatán, ampliamente difundido en campaña de medios, no sólo no han seguido acciones de Estado que prueben con hechos concretos la pretendida voluntad de cumplir los Acuerdos de San Andrés y de seguir las vías pacíficas, sino que en Davos, Suiza, el doctor Zedillo afirma el 31 de enero, ante los cuestionamientos de empresarios de todo el mundo, que la violencia en Chiapas ha sido motivada por ``el enfrentamiento entre el EZLN y otros grupos''. Vuelve a resurgir el doble lenguaje y la interpretación maniquea, ahora para el consumo internacional; ¿y la estrategia de contrainsurgencia asentada en el documento Chiapas 94?
El Ejército, que parece no escuchar aquello de que ``no se utilizará la fuerza del Estado'', continúa desplegando su ofensiva sobre las comunidades indígenas, estrechando el cerco contra las posiciones de montaña del EZLN, enarbolando como cobertura legal de su accionar militar la Ley de Armas de Fuego y Explosivos para violar la Ley del Diálogo y para seguir incumpliendo el artículo 129 constitucional.
En la Procuraduría General de la República siguen estudiando etnología, con cursos intensivos sobre las raíces culturales de la vendetta, mientras los doce grupos paramilitares que han detectado gozan de cabal salud e, incluso, el jefe de uno de ellos, Paz y Justicia, diputado local Samuel Sánchez Sánchez declara ante el gobernador que efectivamente están armados, en una insólita confesión de parte, sin que, al menos, se le cite a declarar.
En la Secretaría de Gobernación se analiza con especial cuidado cómo restarle autonomía a la autonomía, con candados a prueba de indios insumisos para que los derechos que se ejerzan sean a la medida de los tenores de la mestizocracia, ¡no vayan a romper la unidad de una nación de 40 millones de pobres y el .7 por ciento que posee el 40 por ciento de la riqueza nacional!
A la Cocopa se le pretende utilizar en el esquema de desgaste de los actores políticos del diálogo, incluyendo su propio desgaste interno vía su ``partidización'', negociando con los dirigentes nacionales lo que no se puede lograr por consenso en su interior, utilizando sin autorización de la comisión un documento retirado oficialmente de la mesa y tratando de trastocar su papel de coadyuvancia.
La canciller informa que nunca ha estado tan alto el prestigio de México a nivel internacional y que las protestas en casi todo el mundo, incluyendo las de Suiza, son obra de la desinformación y las campañas intervencionistas de extranjeros y vendepatrias. (Internacionalizar un conflicto es solicitar la intervención de un organismo extranjero en la intermediación o la coadyuvancia del mismo. ¿Quién ha solicitado semejante medida?).
El flamante gobernador del estado intervenido por la Federación, cuida bien de no incluir a presuntos zapatistas entre los presos liberados, pero sí a miembros de los grupos paramilitares, mientras la presidenta de la CNDH declara que ``ni 500 años de rezago justifican el alzamiento del EZLN''. (Los amigos de la institucionalidad del orden establecido ya no recuerdan el origen revolucionario del moderno Estado mexicano: el alzamiento armado del pobrerío).
A cinco semanas de Acteal, a dos años de la firma de los acuerdos de San Andrés, mientras la vida política nacional se deteriora por el doble lenguaje de un gobierno autoritario, todo va bien, esto es, igual o peor. No hay problema, el país puede esperar otros 500 años.