La Jornada 5 de febrero de 1998

Alvarez Garín: revelar archivos del 68, lo esencial

Elena Gallegos Ť La Comisión Legislativa que investiga los sucesos del 68 tiene la gran oportunidad histórica de lograr lo que en 30 años no se ha podido: abrir los archivos oficiales y aclarar de una vez por todas el gran operativo que se montó para reprimir a los estudiantes. ``¡Esos archivos existen!'', señala Raúl Alvarez Garín y critica que Luis Echeverría haya buscado exonerar al Ejército por su actuación en la Plaza de las Tres Culturas:

El argumento de ``recibimos órdenes'' no es ninguna justificación ni exime de un proceso penal, dijo.

Por eso, considera necesario que ese órgano de la Cámara de Diputados rectifique su estrategia, ``lo cual no significa volver a reunirse con Echeverría'', e insiste en que no debe olvidarse que el genocidio es un delito que no prescribe, por lo que todavía es tiempo de fincar culpas.

Considerado como uno de los líderes más lúcidos del Consejo Nacional de Huelga --el ex presidente lo elogió el martes pasado--, aprehendido el 2 de octubre del 68 en el edificio Chihuahua, encarcelado en Lecumberri y amnistiado en el 71, Alvarez Garín recorre las experiencias pasadas que buscaron esclarecer la matanza, y enumera los puntos pendientes de aclarar, entre ellos la creación del Batallón Olimpia, formado exclusivamente por oficiales, y la actuación de generales como Crisóforo Mazón y Raúl Mendiolea Cerecedo.

Abrir los archivos, el punto...

Luego, repasa la situación vivida por la Comisión Legislativa en San Jerónimo, donde el ex presidente armó un montaje para su lucimiento personal:

--¿Tuvo un mal comienzo la Comisión?

--La crítica que hemos hecho es que la tarea específica de los diputados, y lo voy a decir peyorativamente, no es la de hacer una reconstrucción oral, sino empeñarse en que se abran los archivos. Esa es su responsabilidad política.

``El punto es abrir los archivos ¡de México!; no los del KGB o la CIA, sino los internos. Es más importante conocer en detalle el plan operativo de la Secretaría de la Defensa Nacional durante el movimiento estudiantil que los chismes de la embajada estadunidense o si estaban peleándose los generales''.

--¿O que el testimonio de Echeverría?

--Para dilucidar los acontecimientos del 68 es fundamental que se revise esa documentación, para ver cómo estuvieron las órdenes. Así se puede buscar a los protagonistas para preguntarles, de manera inequívoca: ``¿Usted estuvo en tal reunión? ¿Sabía que se había tomado una decisión definitiva? ¿A usted le parece que fue bien interpretada tal orden?''

--¿Comenzaron al revés los diputados?

--¿Comenzaron al revés? --repite la pregunta--. A mí no me pareció de esa manera. No sé qué elementos tenían ellos, pero visto desde el exterior no fue muy afortunada la reunión del martes. Ojalá se pueda corregir de inmediato y exigir que se abran ya los archivos.

--¿Corregir es volver a ver a Echeverría?

--¡No! No es irlo a ver de nuevo ni cambiar el formato, sino entrar por donde se debe para deslindar responsabilidades.

--¿Se advirtió que la reunión podía fracasar?

--Hay un antecedente negativo: la comparecencia de José Córdoba Montoya, que resultó un fiasco porque prácticamente ese señor quedó exonerado, y el incidente mostró que un interrogatorio con poca o ninguna base documental permite hacer interpretaciones ambiguas en cuestiones muy delicadas. Por eso muchos compañeros reaccionaron como Gilberto Guevara Niebla, doña Rosario Ibarra y Eduardo Valle.

--¿Qué te parecieron los apuntes que hizo Echeverría?

--El material que sale de incriminaciones mutuas puede parecer políticamente interesante. Ya hay funcionarios que señalan a Echeverría como el duro y el que obstaculizaba las soluciones. Eso está en las memorias de Luis M. Farías. El propio Martínez Domínguez se refirió a eso. Entonces, se esperaba que Echeverría hiciera, a su vez, sus propias incriminaciones y que, al entrar en contradicción con los otros, se exhibieran rasgos de la descomposición del régimen y del priísmo en particular.

``Pero ese tipo de resultados, esperables de los testimonios orales, son muy pobres frente a acontecimientos como el 2 de octubre''.

Cobardía y cinismo de ex funcionarios

--¿Qué sientes que hacía Echeverría?

--Hay un sentimiento generalizado de indignación y desprecio a los funcionarios mexicanos, una de cuyas características es la cobardía y una gran dosis de cinismo. Una muestra de su cobardía es que nos acusaron entonces de la muerte de dos soldados. O sea, ni siquiera tienen el valor de asumir el tamaño de sus crímenes. Siempre han practicado la política de lavar la sangre de sus crímenes al día siguiente y pasearse con su cara dura.

--¿Echeverría dijo que en Tlatelolco hubo muchos muertos?

--El problema es que no dicen nada específico porque ocultan o trivializan. Tienen un desprecio muy grande por la vida. Cuando se le preguntó a Díaz Ordaz cuántos muertos hubo, respondió displicente: ``veinte o treinta''. Pero pudo haber dicho igual ``doscientos o trescientos''.

Luego, Alvarez Garín se niega a dar números en cuanto a los jóvenes y mujeres que murieron aquel 2 de octubre. ``No sé --se sacude--, no sé pero muchos más''.

La supuesta conjura internacional

--Cuando Echeverría dice que no hubo intervención extranjera, ¿está cambiando su discurso, no?

--La acusación que el gobierno nos hizo a todos los presos es que éramos parte de una conjura internacional fraguada en Praga y La Habana. Se aseguró que había agentes extranjeros y una partida de tonterías de ese estilo, pero fue tan endeble, ridícula y cobarde que se desarticuló muy rápidamente.

``De ahí que quince años después, el propio gobierno no aceptó que se diera esa explicación en el conflicto centroamericano. La posición de México fue: `Ustedes no pueden atribuir a una conjura internacional lo que está pasando en Centroamérica, que se deriva de un problema social'''.

--¿Echeverría es quien los amnistía?

--Sí, pero también en su periodo se configura el nuevo tratamiento a la oposición. Esto es, se da la transición entre presos políticos y desaparecidos políticos, cuyo mayor número se suma en el régimen de López Portillo.

--¿Te dio la impresión de que quiso dejarle toda la culpa a Gustavo Díaz Ordaz?

--No sólo eso, al mismo tiempo quiso exonerar al Ejército, que fue lo más significativo, aunque todos sabemos que hubo una responsabilidad política y otra operativa.

--¿Por qué quiso exonerar al Ejército?

--Primero nos debe quedar conciencia de que en actos de genocidio los militares no están obligados a acatar órdenes. Fue una enseñanza de los procesos de Nuremberg. El argumento de que ``recibimos órdenes'' no es justificación ni exime de acciones penales. En México es necesario que se establezcan prevenciones, fuertes restricciones, para que el Ejército no sea usado en conflictos políticos de carácter interno.

--¿Lo de Echeverría fue, como alguien lo describió, una burla a la historia?

--Así es, a la historia y a la conciencia nacional.