El equipo gobernante en Chihuahua fue derrotado en toda la línea. Su candidato, Eduardo Romero, el todopoderoso secretario de Gobierno en los primeros cinco años de la administración de Francisco Barrio, no obtuvo la candidatura del PAN en la convención electoral del pasado domingo.
Perdieron los principales: el ex presidente del comité estatal inmediato al anterior; el coordinador del grupo parlamentario en el Congreso local; el actual secretario de Gobierno; el coordinador de Comunicación Social; el de Planeación y Evaluación; el de Obras Públicas; el de Fomento Económico; el poderosísimo grupo de ``Los filósofos de la construcción y el notariado'' (entre los que participa Federico Barrio, hermano de Francisco); el responsable del ``Jalemos parejo'', principal programa social del barrismo, y el gobernador Barrio, fueron rebasados por un panismo que enderezó las más fuertes críticas a la administración que concluirá en octubre próximo y llevó al triunfo a Ramón Galindo, presidente municipal de Ciudad Juárez.
No sólo fue el rechazo del neopanismo del candidato de Barrio, al que abuchearon los partidarios del triunfador gritándole ``¡priísta, priísta!''. Las huestes blanquiazules repudiaron la altísima dependencia de Barrio del centralismo. No le perdonaron su apego a los presidentes, tanto a Salinas como a Zedillo.
El alcalde juarense lo expresó muy claramente: ``Me parece muy injusto que sigamos manteniendo a un gobierno central, federal, muy flojo, insensible y corrupto, que sólo busca que sobreviva su partido. Esa es una diferencia entre Pancho Barrio y yo''. Llamó a los militantes a que votaran por él, pues se consideró el candidato de los ``fregados'' y acusó al proyecto de Barrio de gradualista y conservador.
El fenómeno democrático vivido intensamente por los panistas chihuahuenses el pasado fin de semana contiene más ingredientes. La mayoría de los convencionistas enfrentó a sus dirigentes estatales, pues la absoluta mayoría apoyó al otro candidato de las cúpulas: Enrique Terrazas, con 37 años de militancia panista y miembro del clan familiar propietario de Cementos de Chihuahua.
A Terrazas le pesó pertenecer a esa familia que lleva más de cien años en el poder. Es sobrino nieto del general Luis Terrazas, el famoso latifundista de los tiempos prerrevolucionarios, autor de la frase: ``Yo no soy de Chihuahua, Chi-huahua es mío''.
No pudo ganar a pesar de que fue presentado en la Convención por Luis H. Alvarez, uno de los líderes históricos del panismo nacional y principal impulsor de su campaña.
A quienes lanzamos las más fuertes críticas a Francisco Barrio, nos superó el triunfador. ``No venimos a darle [al gobierno] una manita de gato. Yo no vengo a ver las cosas con pequeñeces, yo vengo a hacer cambios de fondo''.
Una cosa hay que concederle, sin reminiscencias, a los convencionistas del PAN: su innegable vocación democrática. Fueron capaces de enfrentar a las tres cúpulas, que finalmente son una sola: la del equipo gobernante, la de la dirección del partido y la del asfixiante poderío de los principales grupos económicos del estado.
Sin embargo, las características políticas de Galindo no hacen abrigar expectativas positivas. Las corruptelas en su administración fueron denunciadas hasta por la primera secretaria del ayuntamiento y dos de las regidoras panistas, las que por esa razón fueron expulsadas del partido blanquiazul.
La derrota del candidato de Francisco Barrio es el rechazo del panismo chi-huahuense al centralismo y a las abundantes ilusiones frustradas por un gobierno que, como ninguno, despertó innúmeras esperanzas.
No termina ahí la historia. Galindo se declaró partidario de la candidatura de Vicente Fox a la Presidencia de la República. De ganar el juarense la gubernatura, paradójicamente, con mucha probabilidad le abriría las puertas de la candidatura presidencial al gobernador chihuahuense.