Grupo local apedrea a parte del gabinete
José Gil Olmos y Rosa Elvira Vargas, enviados, y Manuel Enríquez, corresponsal, Querétaro, Qro., 5 de febrero Ť Protegidos por los escudos de policías municipales y bajo una lluvia de piedras lanzadas por integrantes del llamado Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas (FIOZ), una docena de secretarios de Estado, entre ellos el de la Defensa Nacional, Enrique Cervantes Aguirre, fue rescatada del autobús en el que viajaba la mayoría del llamado gabinete legal al terminar el acto por el aniversario de la Constitución en el histórico Teatro de la República.
Los hechos de violencia crecieron conforme avanzaba la mañana. Desde muy temprano y hasta el mediodía, las confrontaciones entre jóvenes, mujeres y algunos niños, presuntamente del FIOZ, con la policía desarmada se repitieron cuando aquellos intentaban llegar a la sede de la ceremonia --a la que acudieron casi todos los gobernadores, miembros del gabinete e integrantes de los poderes Legislativo y Judicial-- para tratar de entregarle al presidente Zedillo una carta donde protestaban contra las autoridades panistas de Querétaro.
Luego de dos horas de enfrentamientos intermitentes, el saldo fue de 10 policías y seis manifestantes heridos, así como varios autobuses y automóviles dañados.
El gobierno estatal anunció el inicio de una averiguación previa contra un ``pequeño grupo'' que organizó esta ``provocación'' en su contra, sin atreverse a identificar, por el momento, a ningún dirigente de las 15 agrupaciones campesinas, indígenas y del Movimiento Urbano Popular que integran el FIOZ.
Reunidos en la plaza Zena, a una cuadra del Teatro de la República, los militantes de esta agrupación --que por años se llamó Frente Independiente de Organizaciones Sociales (FIOS)-- realizaron una marcha y un mitin en protesta por el trato que, según dijeron, les han dado el nuevo gobernador panista de la entidad, Ignacio Loyola Vera, y el alcalde capitalino, Francisco Garrido Patrón, también del PAN.
Origen de la protesta
Parte de la protesta se debía a que hace más de dos meses los habitantes de las comunidades Felipe Carrillo Puerto y Santa Rosa Jáuregui --que participan en el FIOZ-- se mantienen en plantón frente al palacio de gobierno, y en huelga de hambre desde hace cuatro días, en demanda de elecciones de delegados municipales y la creación de un municipio en esta última población.
Algunos con la cabeza cubierta con conos blancos pintados con la leyenda ``Ku Klux PAN'' y otros ocultando el rostro con paliacates y pasamontañas, los del FIOZ --en su mayoría comerciantes ambulantes y colonos de zonas marginales-- también exigían en su carta dirigida a Zedillo el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, el reinicio del diálogo en Chiapas y la desmilitarización en algunas regiones del país.
``Asesinos'' pintaban en las paredes y lo repetían a gritos en referencia a la masacre de Acteal, frente al pelotón de policías municipales que, equipados con bastones y escudos, formaban una de las cuatro filas de seguridad, junto con miembros del Estado Mayor Presidencial, en las calles de acceso al Teatro de la República.
A las diez de la mañana, mientras transcurría el acto oficial, en las calles aledañas a 16 de Septiembre y Corregidora ocurrieron los primeros enfrentamientos, en los que la policía municipal golpeó a una mujer indígena y a uno de los dirigentes populares, quien mostraba heridas en un ojo.
Encendidos los ánimos, en pequeños grupos encabezados por jóvenes y mujeres, los del FIOZ trataron de romper a golpes y con piedras, las vallas de seguridad para llegar al presidente Zedillo. Golpes y empujones se dieron en ambos bandos. Los manifestantes se movían de una calle a otra buscando un resquicio para entrar al área acordonada. Mientras tanto, otros grupos de comités civiles zapatistas se separaban del grueso del FIOZ para reunirse en la plaza y protestar por la violencia en Chiapas.
Cuando concluyó la ceremonia, y luego de que el presidente Zedillo atendiera a otro grupo de manifestantes, éstos de la Universidad Autónoma de Querétaro, que se apostaron frente al Teatro de la República para demandar más recursos del gobierno federal y ratificar su molestia ante declaraciones recientes del gobernador Loyola, los policías municipales y los miembros del Estado Mayor Presidencial permitieron la entrada de los del FIOZ, que intentaron bloquear las salidas de autobuses donde viajaban los gobernadores y los integrantes del gabinete legal y del ampliado.
Después de unos minutos, Zedillo salió en el autobús presidencial. En ese momento, el contingente más numeroso del FIOZ se plantó frente al teatro y trató de entrar al mismo, y se encontró con reporteros, funcionarios y líderes de los partidos políticos que aún no habían abordado los autobuses.
Algunos jóvenes se subieron a la puerta frontal --de hierro forjado--, que fue cerrada por el Estado Mayor Presidencial. Gritaban ``asesinos'' mientras otros mantenían su intento de bloquear el paso de los autobuses que traían en el parabrisas cartulinas donde se leía, según el caso, ``Gobernadores'', ``Gabinete Legal'', ``Gabinete Ampliado'', ``Prensa'' e ``Invitados''.
La irrupción violenta de los jóvenes hizo retroceder al líder de la bancada priísta en la Cámara de Diputados, Arturo Núñez Jiménez, quien buscó de inmediato una salida o un resguardo. Mientras tanto, el vehículo que transportaba al gabinete legal trató de avanzar por la calle Juárez, por la cual se llega a la entrada principal del Teatro, para tomar la ruta hacia Juriquilla, donde se realizaría una reunión entre el Presidente, su gabinete y los gobernadores.
Al fracasar en su intento, los manifestantes arremetieron contra reporteros del canal de televisión local TV Q, y les quitaron una cámara. Un joven con paliacate en el rostro los acusó de ser parte de la campaña del gobierno panista contra las organizaciones sociales. Sin embargo, de inmediato y ``en un acto de buena voluntad, ante la prensa nacional e internacional, les regresamos la cámara, pero les pedimos a los reporteros nacionales que les recomienden que trabajen con profesionalismo'', dijo el joven y se perdió entre la multitud.
Para entonces, en las calles Juárez y 16 de Septiembre el autobús donde viajaban los secretarios de Agricultura, Romárico Arroyo; de Ecología, Julia Carabias; de la Defensa, Enrique Cervantes Aguirre; de Marina, José Ramón Lorenzo Franco; de Hacienda, José Angel Gurría; de Educación, Miguel Limón Rojas; de Energía, Luis Téllez; de Comercio, Herminio Blanco; de Relaciones Exteriores, Rosario Green; de Contraloría, Arsenio Farell, y de Salud, Juan Ramón de la Fuente, así como el subsecretario de Gobernación, Emilio Gamboa Patrón, y el coordinador para el dialogo en Chiapas, Emilio Rabasa, era detenido por los integrantes del FIOZ.
Primero se le pusieron en frente, pero los policías con sus escudos los empujaron. Ante esta acción procedieron después a sentarse en medio de la calle y luego ordenaron a mujeres y niños que se acostaran en la carpeta para bloquear completamente el paso del camión. En esos momentos comenzaron a lanzar piedras contra el vehículo donde viajaban los secretarios de estado, mientras otros incrustaban varillas en las llantas y rompían las mangueras del motor de la unidad automotriz.
Las primeras piedras chocaron contra los policías, pero otras se impactaron en el autobús. Los funcionarios se concentraron en el pasillo para evadir los fragmentos de cristales que saltaban y la piedras que caían en el interior. Desde la acera se veía que algunos de los atrapados en el interior del vehículo se agachaban mientras el conductor trataba de hacerlo avanzar. Los gritos de los manifestantes se unían entonces con los golpes que le daban al autobús con tubos arrancados de algunos puestos instalados en la plaza queretana.
El vehículo avanzó apenas unos metros y al dar vuelta en Corregidora se detuvo totalmente. Atorado, fue de nuevo presa de las piedras que traían niños y jóvenes de las jardineras del parque.
Para ese momento, elementos del Estado Mayor Presidencial ya habían abandonado el lugar y algunas decenas fueron traídos de emergencia por los mandos superiores que, nerviosos, gritaban: ``no se suban, vengan rápido para hacer una valla''.
La salida rumbo a Juriquilla
Los policías ya habían formado un techo con sus escudos para proteger a los funcionarios, que salían apresurados del camión. Primero bajó la canciller Green, quien a punto de caer al suelo fue protegida por Emilio Gamboa. Las piedras caían también mientras Emilio Rabasa salía tropezando con los policías, en su carrera hacia el otro autobús.
Con cara de asombro, evitando primero la protección y luego bajo los brazos de tres guardias que lo custodiaban, el general Cervantes Aguirre salió escondiendo la cabeza entre los hombros. Su rostro reflejaba muchos sentimientos encontrados: nerviosismo, autocontrol, enojo... Así, en tropel, salieron los demás funcionarios, para abordar dos autobuses, que tardaron unos minutos en arrancar.
Aún con los gritos y algunas piedras volando, Gerónimo Sánchez, uno de los líderes del FIOZ, argumentaba que la agresión había comenzado en las filas policiacas y que por ello no pudieron controlar a los suyos.
Por la noche, en un comunicado con el logotipo del FIOZ, pero sin firma, esta organización aseguró que sus militantes fueron reprimidos ``con golpes y gases lacrimógenos para impedir su derecho de petición''. Señaló que, como resultado de esta acción, 15 personas resultaron golpeadas, entre ellas una señora y un anciano. Asimismo, se deslindó de cualquier responsabilidad por los hechos que pusieron en peligro a los miembros del gabinete y los atribuyeron a ``provocadores y a las indignantes condiciones económicas del país''.
Con un susto que no olvidarán en mucho tiempo, los responsables de los despachos del gobierno federal llegaron a la ex hacienda de Juriquilla, distante a veinte minutos de Querétaro, para incorporarse a los trabajos con el Presidente. Trascendió también que el Estado Mayor Presidencial tuvo, ahí mismo, una reunión urgente para evaluar lo sucedido. Mientras tanto, funcionarios estatales aseguraron en conferencia que todo fue una agresión, no contra el Presidente sino contra las autoridades locales, aunque, con todo, ninguna de ellas reportó haber sufrido algún percance.