La Jornada sábado 7 de febrero de 1998

Fernando Benítez
Etnia, Estado y nación

El gran historiador Enrique Florescano ha publicado un libro titulado Etnia, Estado y nación, una notable reflexión acerca de la identidad mexicana. Tenemos esas tres instancias, y sin embargo la primera ha vivido separada de la segunda y de la tercera desde la implantación del sistema de castas español, que no deseaba personas libres y sabias, sino esclavas. Ya en 1804 el barón de Humboldt señaló que ``México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población''. Por ese motivo, hubo desde la Independencia numerosos alzamientos de indios, siempre sofocados por el Ejército.

Hace cuatro años se levantó en armas un hombre blanco llamado Marcos, junto con miles de indígenas. ¿Y por qué en armas? Porque sin ellas no hubieran tenido el éxito que obtuvieron. ¿Qué anhela Marcos? Como lo he dicho varias veces: cerrar una herida abierta hace 500 años, iniciar la lucha en favor de los indios, respetando su lengua, sus costumbres, sus ritos y sus formas de gobierno. En una palabra, desean ser respetados como lo son todos los mexicanos. Marcos eligió Chiapas, por ser la región más atrasada. Ahora parece haber una rebelión sorda en todos los estados, aunque mucho más débil que en ese estado sureño, una especie de agitación generalizada.

En la ciudad de México se han realizado grandes marchas de capitalinos solicitando que se termine el conflicto de Chiapas. Y el 5 de febrero, después de la celebración del aniversario de la Constitución y cuando el Presidente ya había abandonado el teatro donde se verificó, el autobús que llevaba a los secretarios de Estado fue agredido por una turba furiosa que exigía el respeto a los acuerdos de San Andrés Larráinzar. Los funcionarios pasaron un mal rato.

Yo me pregunto: ¿a qué vienen en Chiapas tantos aviones de guerra, tantos helicópteros, tantos tanques, tantos hombres armados? Todo eso sería innecesario si el Presidente de la República llegara a un acuerdo favorable con Marcos y se terminara con la injusticia que ha rodeado la vida de los indios de México. El problema chiapaneco nos lleva a considerar la posibilidad de una reforma profunda del Estado, que liquide los rasgos hegemónicos del actual y posibilite la formación de otro multicultural, basado en el entendimiento de todos los mexicanos. Sólo así alcanzaremos la esperada democracia.