ASTILLERO Ť Julio Hernández López
Luego de la salida de Ricardo Monreal, los duros le venderán cara su fidelidad al PRI, bajo una óptica simple de negociante que le complicará los procesos internos al tricolor en algunos de los nueve restantes estados donde se elegirá gobernador este año.
Por lo pronto, ya saltaron al escenario, con su ábaco en la mano, Marco Antonio Bernal y Fidel Herrera Beltrán, listos para pelear y regatear en estos momentos en los que el Partido Revolucionario Institucional no se puede dar el lujo de más pleitos internos.
El primero, Bernal, quiere reemplazar al Señor de las pirámides y la buena onda, el salinista Manuel Cavazos Lerma, y aparte de los bonos que ha acumulado en anteriores desempeños políticos, tiene hoy en su haber la desgastante tarea que desempeñó como comisionado gubernamental para las negociaciones en Chiapas, encargo que cumplió con tan buenos resultados para su superior (que será el mismo que decida las candidaturas en puerta, a pesar de que el año anterior haya declarado en el extranjero que el dedazo había muerto) que, natural y proporcionalmente, le ganó el rechazo enérgico de los sectores prozapatistas de todo el país.
Otro, Herrera, aunque sabe bien que el pleito en su tierra es entre puros pesos pesados (no sólo por Gustavo Carvajal Moreno en sí, sino también políticamente por Miguel Alemán Velasco, ambos por el lado del PRI, e Ignacio Morales Lechuga, todavía sin definir su fórmula partidista que podría ser el PRD), considera que es el momento exacto para acomodarse en espera del clásico tercero en discordia y, en el peor de los casos, para ser echado a un lado, disciplinarse, y dejar al sistema en deuda para más adelante.
Claro, en ninguno de estos dos casos es previsible una riña entre PRD y PAN, por ejemplo, para hacer candidatos al senador tamaulipeco o al diputado veracruzano en caso de que el PRI no los postule.
Pero justo este es el momento en el que estos y otros priístas avezados comenzarán a presentarle al partido tricolor facturas y pagos atrasados para presionar y negociar lo más que les sea posible, aprovechando no sólo el síndrome Monreal sino, además, la debilidad evidente de Mariano Palacios Alcocer como directivo nacional priísta.
Sigue Oaxaca
En ese esquema, el siguiente estado en el que sobrevendrá la presión y el coqueteo será Oaxaca, donde los senadores José Murat y Héctor Sánchez forman una excelente pinza para tratar de impedir que Diódoro Carrasco Altamirano deje un sucesor que podría ser Jorge Fernando Iturribarría, un político de corte local contra el cual desde ahora se maneja la especie de que, en dado caso de ser impuesto, provocaría una escisión priísta en la que Murat pudiese ser postulado por el Partido de la Revolución Democrática.
Murat (como Angel Sergio Guerrero Mier en Durango) considera que el sistema le debe mucho. Según esas versiones, Murat tomaría como una gran afrenta que el sistema lo hiciera a un lado para favorecer al actual gobernador oaxaqueño. Claro, faltaría saber si el PRD está en verdad dispuesto a dar entrada a otro priísta escindido, pero por lo pronto circula ya la especulación destinada a que en el centro de las decisiones se conozcan los riesgos
que se toman en caso de lastimar al priísmo duro.
Las preocupaciones familiares del PRI
¿Tenía el PRI como vicecoordinador de sus diputados federales, como subsecretario de derecho electoral, como consejero político nacional, y como cuadro distinguido, a un personaje enredado con las mafias del narcotráfico?
¿Era un hombre manchado con el deshonor el que negociaba a nombre del Revolucionario Institucional; el que presentaba alegatos y defensas; el que se enzarzaba en la tribuna defendiendo al sistema; el que hablaba y declaraba con optimismo acerca de la democratización del tricolor, de las nobles intenciones del Ejecutivo federal, de los logros y realizaciones del actual régimen?
Pues, a los ojos de muchos zacatecanos, tales alegatos (Mariano Palacios Alcocer y la teoría del último minuto: ya a punto del destape de Zacatecas le llegaron los resultados de las investigaciones criminales de Monreal y su familia) son simplemente argucias con las que pretenden descalificar a quien ahora contenderá desde la oposición por el cargo de gobernador al que su partido político de 20 años se negó a postularlo.
Vaya con el PRI y sus historias de familia. Presidente y ex presidentes con hermanos, hijos y familiares políticos metidos en problemas. Secretarios de Estado, regentes y funcionarios diversos que tanto ellos como sus familias han ido desfilando por la pasarela de la sospecha pública y a veces por el mismísimo banquillo judicial de los acusados. Presidentes del priísmo enriquecidos en sus estados, tanto ellos como sus familias, ¿ahora hablan de ética política, de riesgos electorales, y de ir a misa de siete todas las noches para conjurar al demonio?
¿Dónde quedó la bolita?
Algunos miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) se quejaron en privado por el análisis puntilloso que en esta columna se hizo del error histórico de haber aceptado ``discutir'' las observaciones que el gobierno federal hizo a la iniciativa original de reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indígenas.
En aquella ocasión, aparte de deshacer con documentos plenos la falacia esgrimida por la Secretaría de Gobernación respecto de una fantasmal ``segunda iniciativa'', se hizo hincapié en el peligro de aceptar el doble juego gubernamental que, aparentando una extrema preocupación por el problema del estado de Chiapas (que le llevaría a explorar alternativas de solución), en realidad estaba haciendo a la Cocopa abandonar su histórica y digna postura de defensa de la primera y única iniciativa al aceptar observaciones gubernamentales que, en la práctica, deslegitimaban ese primer y único documento real, y aceptaban la aparición de un segundo con el cual se abriría el terreno a la confusión y al enredo, trasladando finalmente la decisión de rechazar los manoseos gubernamentales no a la mencionada comisión, como debería ser, sino a los zapatistas.
Hoy, la estrategia gubernamental está a la vista porque ya está aplicada: confusión y enredo, segunda iniciativa de facto, cuatro observaciones que en realidad son muchas más pero agrupadas en cuatro capítulos, acoso militar, presión contra la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) y la Cocopa, postura oficial de incumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, deslinde gubernamental usando la soberanía del Poder Legislativo como excusa, y endurecimiento de la Secretaría de Gobernación y de Los Pinos.
¿Verdad que no era un exceso decir, en una oportunidad, el grave error que se estaba cometiendo al no contener de inmediato la ofensiva gubernamental sino, al contrario, darle espacio y tiempo aceptando observaciones, segundas iniciativas y demás juegos de ilusionismo?
Astillas: A ver, a ver, porque a veces ya no se entiende: con sus alegatos en Querétaro, luego de la reunión oficial conmemorativa de la Constitución vigente, los gobernadores panistas Francisco Barrio Terrazas y Alberto Cárdenas Jiménez, de Chihuahua y Jalisco, respectivamente, de hecho dieron argumentos en favor de la ley Bartlett. Luego, Barrio Terrazas reconoció que los gobiernos panistas han sido eficientes, pero fríos, faltos de sensibilidad social. ¿O sea que el gran perdedor de todo este episodio poblano podría ser Diego Fernández de Cevallos, a quien sus propios compañeros de partido estarían dejando colgado de la brocha, expuesto a las botas leonesas de Vicente Fox?...
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