Rechazan mixes la ayuda humanitaria del Ejército
Blanche Petrich, enviada /I, Santa María Alotepec, distrito mixe, Oaxaca Ť La autoridad de esta comunidad define así a los pueblos que conforman el distrito mixe, con sus 20 municipios, su diversidad geográfica y sus 100 mil almas: ``Somos un pueblo que pretendemos el cambio. Queremos un desarrollo autónomo. No somos de los conservadores, pero claramente vemos que el gobierno no acepta este cambio que nosotros queremos''.
A la luz de este análisis, los integrantes del cabildo, reunidos solemnemente para informar a este diario sus puntos de vista, concluyen: la comunidad de Alotepec ``tiene serias dudas'' sobre la verdadera intención que tuvo la misión del Ejército para asistir a damnificados de una tromba que afectó al pueblo el pasado 6 de enero. ``¿Vinieron sólo por su plan DN-III? ¿Vinieron a ayudar en el siniestro o a custodiar al pueblo en otras cosas?''
El regidor de Obras, Alejandro Agapito, traduce del mixe al castellano. El secretario Ignacio Allende apunta. El alcalde Efrén Reyes Fernández y su suplente Luis Reyes explican. El síndico (un cargo que equivale a procurador de Justicia) Godofredo Montes, que ha convocado también a varios de sus topiles (policías comunitarios) para escuchar el testimonio, asiente. El asunto es de suma gravedad. Han pensado mucho lo que van a declarar.
``Tenemos motivos para creer que no fue solamente un gesto humanitario. El 7 de enero llegaron 80 soldados con 300 cobijas, colchonetas y láminas de cartón. Se quedaron seis días. Pero ellos querían ir personalmente, entrar a las casas a entregar la ayuda. Como autoridad no lo permitimos. De ninguna manera. Viendo lo que pasa con el Ejército en otros lugares del país... no, no fueran a intimidar a niños y mujeres''.
Para todos los que en la comunidad ostentan cargos, la reciente misión del Ejército fue un verdadero ``caso quita tiempos'' porque, explican, ``a cada rato teníamos que ir por las veredas a cerrarles el paso a los soldados y regresarlos al palacio municipal. Insistían mucho en andar solitos por ahí. Querían platicar, sacarles cosas a la gente. Pero como los adultos no les contestaban terminaron queriendo interrogar a los niños. Aquí la asamblea de la comunidad cuestiona mucho. Si nosotros los dejamos luego nos iban a reclamar que por qué damos permiso a que los soldados anden metiéndose a las casas. Hasta que un coronel se enojó y nos reclamó. Nos dijo: `Ya sé lo que están pensando. Que vamos a entrar a sus casas a quitarles sus armas. No, no venimos a eso'''.
``Ahí fue cuando nos dimos cuenta de lo que realmente querían. Y nos inconformamos''.
``¡Se robó la gorra!''
El siniestro llegó la noche de Reyes. Un fuerte vendaval azotó a esta comunidad asentada en una pequeña meseta desde donde se dispara abruptamente hacia las alturas el pico de La Malinche, hermana pequeña del Cempoatépetl, el ``cerro de los once picos'', la montaña sagrada de los mixes, ombligo de su cosmovisión. No sólo se volaron los techos de un centenar de casas sino que las cerezas de los cafetos, listas para cosecharse, se desprendieron de las matas. La Sagar cuantificó casi un 70 por ciento de pérdidas agrícolas, pero las indemnizaciones prometidas no han llegado. El Instituto de la Vivienda de Oaxaca mandó láminas para techar las casas dañadas, pero las envió con el Ejército.
Ante la resistencia de las autoridades para que los soldados realizaran su ``labor social'', al segundo día ``cayó'' un helicóptero con el general Roberto Badillo, de la 28 Zona Militar. Discutieron largamente sin llegar a un acuerdo. Las autoridades comunitarias se mantuvieron en su decisión de no permitir que los soldados repartieran las láminas casa por casa. Molesto, el oficial se encaminó a la caseta de teléfonos, pidió una llamada y mientras esperaba fijó la vista en la mesa del operador. Ex soldado, éste guardaba su cachucha militar. Una vez que el general terminó de hablar por teléfono caminó hasta la mesa, tomó la gorra y se la puso bajo el brazo.
``¡Y se la robó!'', concluye el relato del regidor de Alotepec. El detalle ha circulado por toda la comunidad. El robo de la gorra es una afrenta más.
Alta tensión al alcance de la mano
En la relación con ``el centro'', sea el gobierno estatal o la Federación y los mixes existen muchas causas para desconfiar. ``Porque hacen lo que quieren, no lo que nosotros necesitamos que hagan'', explica la autoridad reunida en el cabildo.
Los postes de luz son un ejemplo.
Hace poco el síndico y otros funcionarios de Alotepec estuvieron en Oaxaca, respondiendo a una invitación que les hizo la directora de Prevención Civil del estado, Patricia Abraham Villanueva, para concretar el cambio de los postes de luz de fierro que fueron introducidos de manera ``provisional'' a muchas comunidades mixes hace más de diez años, a raíz de un programa del gobierno de Heladio Ramírez López, ``Luz al alcance de la mano'', que llevó a muchas comunidades la electricidad antes que las carreteras.
Pero como los postes fueron acarreados a lomo de mula, se utilizaron unas torretas de tres partes de fierro, buenas para un par de años. La carretera se abrió hace 10 años y las torres de fierro, ya oxidadas y medio desbaratadas, continúan sosteniendo los cables de alta tensión en espera de algún accidente de gravedad. Los insistentes llamados de las comunidades no han sido atendidos. Para presionar, hace algunos meses en Alotepec fue retenido un equipo de técnicos de la Comisión Federal de Electricidad. Pero en lugar de cambiar los postes fue enviada la Policía Judicial para ``liberar'' a los detenidos.
Finalmente llegó la licenciada Abraham de visita a Alotepec. Prometió cambiar los postes por otros de concreto. Les ofreció recibirlos. La autoridad fue a Oaxaca y después de varias horas de antesala, la olvidadiza funcionaria les envió a un asistente. ``¿Que qué se les ofrece?'', mandó preguntar.