La Jornada martes 10 de febrero de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

``No tenemos derecho a tropezarnos con la piedra de la regresión'', dijo ayer el general Enrique Cervantes Aguirre, secretario de la Defensa Nacional.

Las palabras del máximo mando militar de carrera fueron pronunciadas frente a los poderes civil y castrense que, con el presidente Ernesto Zedillo a la cabeza, conmemoraron en el Castillo de Chapultepec la Marcha de la Lealtad con la que cadetes del Colegio Militar acompañaron en 1913 al presidente Francisco I. Madero a recuperar el Palacio Nacional, previamente tomado por militares rebeldes en el inicio de la llamada Decena Trágica.

La piedra de la regresión. ``No dejemos que sean las armas las que hablen, no permitamos que la intransigencia, que la cerrazón o la ceguera marquen la agenda de la nación'', agregó el general Cervantes Aguirre. No dejemos, no permitamos. Pero, ¿quiénes? ¿Todos en general? ¿Algunos más que otros? ¿Aquellos que son enrolados en esa agenda? ¿O quienes la controlan y elaboran?

La piedra de la regresión frente a cuyos riesgos es necesario hoy, como dijo el general secretario ante estudiantes del Heroico Colegio Militar, ``entender el valor que significa tener un Ejército que es leal a las instituciones, que no traiciona ni se confunde, que se subordina sin regateos al poder civil, emanado legítimamente del pueblo, ejercido por el presidente Ernesto Zedillo en momentos difíciles, con mesura y sensibilidad''.

Regresemos a la historia para toparnos con ella no como piedra sino como memoria y guía. En las páginas 4857 y 4858 de la Enciclopedia de México se narra apretadamente el contexto en el que se dieron tanto la Marcha de la Lealtad como la Decena Trágica:

``Los acontecimientos de 1911 y 1912 habían puesto de manifiesto la precaria situación del gobierno del presidente Madero: el zapatismo beligerante evidenciaba la insatisfacción de las demandas agrarias; la intentona (golpista) de (Bernardo) Reyes, la vigencia de antiguas ambiciones; la defección vazquista y orozquista, lo deleznable de la unidad revolucionaria; y el levantamiento felicista, la corrupción del ejército''.

Así, a las cuatro de la mañana del domingo 9 de febrero de 1913, los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz iniciaron el levantamiento contra Madero. Ese mismo día, Madero marchó del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional escoltado por los cadetes del Colegio Militar. Fue un momento brillante pero insuficiente. Madero nombró el 11 a Victoriano Huerta comandante de la plaza. El 19, luego de apresar la víspera al presidente Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, Huerta se instaló como presidente de México. La noche del 22 de febrero Madero y Pino Suárez fueron asesinados.

Hoy, con un país estremecido por Acteal y Chiapas, con el narcotráfico metido en la médula institucional, con descuido y torpeza en el ejercicio político (descuido y torpeza que han lastimado al Ejército al usarlo en asuntos de seguridad pública, de lucha contra el narcotráfico y de contención de inconformidades sociales), son altamente agradecibles las palabras del secretario de la Defensa Nacional (subordinarse ``sin regateos al poder civil'' es hoy una verdadera muestra de patriotismo), pero siempre será mejor y más sano establecer hasta dónde nos haría caer a los mexicanos el tropiezo con la piedra de la regresión.

La piedra de la regresión. Caer no hacia adelante, como indicarían las leyes físicas en referencia a quien va caminando, sino hacia atrás. Regresar. ¿Hasta dónde?

La piedra de la regresión.

Una frase para no dormir a pierna suelta.

De: César Augusto

Para: Mariano

``El PRI está atravesando uno de sus peores momentos'', en lugar de armar una estrategia integral política y electoral, ``ha tenido una línea que para no calificarla de errática'' parece ``totalmente incomprensible''.

En las listas de candidatos a legisladores para las elecciones del 6 de julio pasado, por ejemplo, se hizo a un lado a la mayoría de quienes fueran ``políticos-políticos'' y ``se buscaron afanosamente personajes nuevos, gente que no tuviera vinculación con la lucha política priísta de verdad''.

En esa ``búsqueda para hacer a un lado a la gente del PRI, se llegó incluso a proponer a una señora arquitecta para que encabezara una lista circunscripcional, habiendo resultado que no sólo no era del PRI, sino tampoco era mexicana''.

Por ello, hoy, ``la nómina de diputados del PRI no es exactamente la mejor para los tiempos tan difíciles que se viven''. En tal circunstancia, era de esperarse que el PRI hiciese alguna reflexión, aunque fuese en su Consejo Político, pero ``nunca lo hizo, no se ha hecho, ya es ocioso hacerlo''.

Luego, ``en la idea de buscar siempre inventos frente a los políticos leales y de gran convicción, el PRI autodesplaza a su mejor gente, a veces para congraciarse con el PAN, a veces con el PRD, muchas veces con los medios''...

Así, por esa falta de planeación y de ejercicio político, se puede entender el caso de Ricardo Monreal, priísta defensor de la política económica vigente, colaborador en la secretaría de Elecciones del CEN, ``bajo la dirección del brillante Héctor Hugo'', y afiliado luego ``al grupo político de un ideólogo priísta, discípulo de Reyes Heroles, que ha estado presente, siempre tras bambalinas, con éxito sin par''.

Pero a Monreal, a pesar de que lo dejaron moverse y promoverse, finalmente le dijeron que no sería candidato, no usando la política para poner a prueba su consistencia ideológica, y sí en cambio escuchando a los ``eternos consejeros orejeros, que han hecho su vida comiendo en el Campos Elíseos, diletando todo el tiempo, apoyándose en Reyes Heroles para decidir quién sube y quién baja''.

El extracto de sabiduría priísta fue firmado por César Augusto Santiago en su colaboración de este lunes de El Economista. (Por cierto, y ya que estamos en presencia de un texto político para iniciados, esta columna está en condiciones de filtrar a sus lectores que en ninguna parte del texto se menciona por su nombre al diputado José Luis Lamadrid)

Astillas: Es injusta la referencia, pero es inevitable hacerla en seguimiento de la lógica que dice el PRI haber utilizado en el caso de Ricardo Monreal, cuyo suegro fue procesado y sentenciado veinte años atrás por narcotráfico. Según una nota de Francisco Arroyo, publicada ayer en El Universal, el PRI ha nombrado a los nuevos integrantes de su comisión de Honor y Justicia, en la que estarían Carlos Armando Biebrich, Cesáreo Morales y Fernando Elías Calles. ¿Usará el PRI su misma actitud de no hacer designaciones en favor de quienes pudiesen ``resultar vulnerables'' a las críticas, a los señalamientos político-electorales o al mundo de las actividades turbias?.. Luis Pazos, precandidato panista a la gubernatura de Veracruz, defendió al salinismo en aquella tierra hoy ¿gobernada? por Patricio Chirinos, cuyo desapego del poder ha llevado a Miguel Angel Yunes a reaparecer en una conferencia de prensa ofrecida en su casa en la que se lanzó contra Fidel Herrera Beltrán (``traidor al PRI''), Gustavo Carvajal (por su postura de chantajear con irse a otro partido si no lo postula el PRI) y contra (pero por supuesto) Ignacio Morales Lechuga...

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