Que no hablen las armas: Cervantes
Rosa Elvira Vargas y Jesús Aranda Ť El secretario de la Defensa Nacional, general Enrique Cervantes Aguirre, aseguró que fallan a México quienes provocan confusión y alimentan confrontaciones absurdas, pues distraen al país de la atención de sus rezagos dolorosos y lo embarcan en rispideces ``que la historia resolvió en favor de la lucha común''.
Afirmó que las fuerzas armadas tienen la convicción de no involucrarse en enfrentamientos, y demandó entonces reconstruir la comunicación y el diálogo, cuantas veces sea necesario, ``sin fatiga ni rencores''. Seamos todos, dijo, ``interlocutores y activistas de la concordia, sin descalificaciones ni soberbias''.
Orador en la ceremonia por el 85 aniversario de la Marcha de la Lealtad, que tuvo lugar en el Castillo de Chapultepec, y ante el presidente Ernesto Zedillo, los integrantes del gabinete, altos mandos militares y el jefe de gobierno capitalino, Cuauhtémoc Cárdenas, el titular de la Sedena recordó también que las armas son para mantener la integridad absoluta de la nación, su legalidad, su armonía, su concordia, su soberanía, su seguridad y sus instituciones.
El hecho histórico ocurrido en el año 1913, añadió Cervantes Aguirre, cuando el Ejército ratificó su lealtad al presidente Francisco I. Madero, dejó la ``sangrienta cátedra'' de que en el país para los proyectos distintos está el campo de la política, del derecho, de la discusión académica, de la lucha sufragal, de los espacios extremadamente abiertos de las publicaciones y los medios todos de comunicación, ``no tenemos derecho a tropezarnos con la piedra de la regresión''.
Para el jefe militar, en el México de hoy las preguntas claves son: ¿A quién conviene la división? ¿A quién beneficia la confrontación o el desánimo? ``Recordemos eso aquí en Chapultepec y en todo lugar: la de nuestras armas, es la fuerza del pueblo que nos las confía. No hay dos fuerzas ni tres ni varias. Sólo una''.
En este mes, en que el Ejército tiene distintas celebraciones, su titular pidió además no permitir que las armas hablen ni que la intransigencia, la cerrazón o la ceguera marquen la agenda de la nación. ``Venzamos con la razón, el trabajo, el diálogo, la apertura, el esfuerzo y la ley, nuestros retos nuevos y ancestrales''.
Además, llamó a ``tratar de entender'' el valor que significa tener un Ejército que es leal a las instituciones, que no traiciona ni se confunde; que se subordina sin regateos al poder civil y que hoy ejerce el presidente Ernesto Zedillo, en momentos difíciles, ``con mesura y sensibilidad''.
Entonces, exhortó: ``Comencemos cuantas veces sea necesario, sin fatiga ni rencores a reconstruir la comunicación, los diálogos y la pacificación; seamos todos interlocutores y activistas de la concordia, sin descalificaciones ni soberbias''. El Ejército, planteó su titular, no nació para la agresión, sino para la defensa. ``Decimos no a la lucha fratricida. Nunca más y por ningún motivo, la lucha entre hermanos''. La lucha debe ser desde hace mucho, contra la injusticia, contra la pobreza, contra la marginación, ``contra el desorden que las profundiza''.
Insistió en que las fuerzas armadas fueron forjadas para defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación, así como para garantizar la seguridad interior y auxiliar a los mexicanos en casos de desastres naturales. ``Tenemos la convicción de no involucrarnos en enfrentamientos, por una simple razón: no conviene a la nación, no lo desea México, no lo quiere nuestro comandante supremo, no lo aconsejan la historia y la reflexión''.
El general Cervantes Aguirre apeló entonces a realizar los cambios necesarios, en paz y armonía y a preservar lo que haya que cuidar en conciencia y serenidad. ``Mantengámonos alerta ante los riesgos de cualquier origen'', porque se deben tener objetivos grandes y elevados, porque los mexicanos comparten los ideales de la justicia, la concordia, la libertad y el progreso''.
En alusión a la efeméride de ayer, el jefe militar dijo que la Marcha de la Lealtad se celebra, no sólo porque el Ejército adoptó ese valor en un determinado momento histórico del país, sino porque además, prevalece como norma de conducta ineluctable y porque ``rechazamos la violencia, la conculcación del derecho, la parcialidad en contra de los intereses y dictados del colectivo nacional y la intromisión que los aliente''.
Se trata de una lección que deja un duro recordatorio, para que no se repitan los ``capítulos negros'' de la historia. Estableció entonces que no se construyen escuelas, ni millones de alumnos recibirían sus clases en la zozobra; no se hacen carreteras, obras hidráulicas u hospitales; no disfrutarían sus modestos alimentos día a día las familias enmedio del sobresalto, el desasosiego o el quebranto.
Cervantes Aguirre ratificó que el Ejército y las fuerzas armadas, con su comandante supremo al frente --el presidente de la República--, han estado y estarán siempre por la unidad, la concordia, la paz y la libertad.
Y al señalar que, quien desconoce la historia se denigra a sí mismo y defrauda a su nación, y que quien la desafía va contra México y la razón, porque traiciona al país, mancha su nombre, su estirpe y vocación original, el general de división lanzó: ``¡Nada contra México! ¡Nunca más y de nadie!''
Por otro lado, Cuauhtémoc Cárdenas, jefe de gobierno del Distrito Federal, quien llegó a la ceremonia, no encontró su lugar en el presidium, por lo que se dirigió a donde estaba el gabinete ampliado. Al darse cuenta de esto, el director de Comunicación Social de la Presidencia, Fernando Lerdo de Tejada, solicitó al personal de logística que colocara dos sillas adicionales y llamó a Cárdenas para sentarse junto él en la mesa de honor.
El jefe de gobierno quedó junto al procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, quien tenía a su lado al ex regente capitalino Oscar Espinosa Villarreal. Cárdenas saludó a ambos funcionarios, mientras los fotógrafos tomaban, sin duda, la placa del día.