Marco Rascón
Lo urbano, espacio indígena

Para el maestro Alejandro Alvarez Béjar

Más de 2 millones de indígenas impactan y dan identidad a la ciudad de México. En su discurso de toma de posesión, Cuauhtémoc Cárdenas aludió a este hecho que constituye algo más que un fenómeno migrante porque ya es parte de la composición de la ciudad. ¿Tienen los indígenas derecho a la vida urbana sin perder su cultura y su origen indio?

La cultura criolla pretende negar que los indios puedan vivir desarrollando su comunidad y su cultura en el espacio urbano. Para el criollismo los derechos sólo son reconocidos en el territorio original y dejan de existir cuando los indígenas emigran o realizan actividades no consideradas como ``indígenas''. Las ciudades y las instituciones no tienen espacio ni especificidad para reconocer que se puede ser indígena fuera del territorio original, y con la fuerza de la consigna se condena ``la igualdad'' obligándolo a renunciar a su cultura. Sin embargo, esto no sólo se da en la ciudad de México, sino en muchas ciudades del sur, del centro y de la frontera norte, donde pueblos y grupos indígenas se desplazan para integrar comunidades y mantener su lengua y costumbres en los grandes centros urbanos. Según la visión criolla, éstos dejan de ser indios y se convierten en parias o ladinos, pues un caso es asociar a los indios a la pobreza, como algo inherente a ellos, y la otra es no reconocerles que puedan ser usuarios de la modernidad como profesionistas, estudiantes, informadores, intelectuales, técnicos en informática.

En la ciudad de México, donde las 56 nacionalidades indias tienen una extensión de su comunidad, ¿cuál es la alternativa? ¿Qué desaparezcan pues su cultura es contraria a la modernidad urbana? Los 2 millones de indígenas residentes en la ciudad de México mantienen su cultura, sus lazos de comunicación con sus pueblos, pero difícilmente se plantean regresar. En ese sentido, la tarea de restructurar e integrar a los pueblos indios al desarrollo del país, requiere de una nueva estructura jurídica que reconozca que México está compuesto por muchas nacionalidades y no sólo por la nación criolla y mestiza de habla castellana.

Esto implica reconocer que debemos construir un federalismo cultural, donde el valor de todos los integrantes es parte de la nación y que estos derechos trascienden el territorio. Este federalismo cultural deberá definirse por encima del criterio de los que plantean los derechos indios como ``derechos de una minoría''. ¿Acaso Querétaro es distinto en derechos a Nuevo León o al estado de México? El federalismo une e iguala a los diferentes, de ahí la necesidad de definir la integración de todas las nacionalidades y pueblos existentes en el país para dar lugar a un federalismo cultural, que se exprese en derechos definidos en todas las instituciones, en los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y a todos los niveles de gobierno, federal, estatal y municipal.

Para ello debe cambiar y ser explícita la Constitución en relación con quienes componen la nación mexicana y esto debe definirse al principio del artículo 2¼ de la Constitución y ser precisado en el 40. Aprobados los acuerdos de San Andrés, toda la Constitución debe ser reformada para garantizar que el sistema de justicia, el sistema educativo, las instituciones culturales, reflejen esta composición y sean en verdad representativas de todos los componentes culturales, lingüísticos y regionales.

En la ciudad, la población indígena necesita medios de comunicación, como la radio, el impulso a sus organizaciones y el fortalecimiento de sus relaciones con sus comunidades de origen. Así como los gobiernos estatales tienen en la capital su casa, que representa al paisanaje, así mismo los pueblos tienen el derecho de contar con sus representaciones en la ciudad, pues ellos son parte de la comunidad y de la política de gobierno.

Ahora es el momento de crear la reforma que dé valor jurídico a la existencia de las naciones indias y las integre explícitamente al Estado mexicano, como parte de sus leyes e instituciones. Esto va más allá de la visión asistencialista del indigenismo oficial y de las visiones etnológicas y sociológicas que tutelan a los pueblos indios, pues en la forma de ayudar se transmite el mensaje excluyente de una igualdad con derechos desiguales, cuando el asunto es al revés, una desigualdad natural con derechos iguales y uno importante es el derecho a la ciudad.