Alberto Aziz Nassif
Un batuque político
Desde hace tiempo he sostenido que la condición indispensable para que se inicie una transición política es la alternancia en el poder.
Estos días hemos visto a un sistema que ha empezado el tránsito, pero que se encuentra a la mitad del trayecto con una explosión de paradojas, empates, crisis, inestabilidad y mucha incertidumbre.
En unos cuantos días vimos: a una comisión de diputados que busca la ``verdad'' sobre el movimiento del 68, y que acudió a entrevistar al ex presidente Luis Echeverría, quien se defendió y volvió a las mentiras oficiales; al gobernador de Puebla, Manuel Bartlett, que hizo una de sus ruidosas embestidas de jugar bajo el discurso del federalismo y la política social para preparar la estrategia electoral en su estado y mostrar los métodos rudos para tratar a la oposición; en el Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas informó del estado deplorable en el que recibió la administración de la ciudad, con lo cual se hizo público el saqueo, la inseguridad, la corrupción de la administración que encabezó Oscar Espinosa; casi al mismo tiempo se descubrieron las ligas criminales entre el grupo policiaco encargado de combatir los secuestros en el estado de Morelos y las mismas bandas, con lo cual se volvió a tambalear el gobierno de Jorge Carrillo Olea; el día de aniversario de la Constitución, los discursos oficiales en la ciudad de Querétaro pasaron a segundo plano, porque un grupo de manifestantes agredió el autobús en el que viajaba una parte del gabinete del presidente Zedillo, y ese mismo día el orador principal, el secretario Labastida, es acusado --por The Washington Times-- de haber tenido vinculación con el narcotráfico; en el lado electoral y partidista se gesta la nueva ruptura del PRI con Ricardo Monreal en Zacatecas, quien pasó de ser uno de los legisladores de primera línea en la Cámara de Diputados, a un político que ``no cumple con la ética del PRI'', y que hoy es candidato a la gubernatura por el PRD; en la parte panista el gobernador de Guanajuato, Vicente Fox, se lanza a una precampaña para al año 2000; el próximo día 17 Manuel Camacho dará a conocer los documentos de su nueva organización, el Partido de Centro Democrático. A este cuadro se le puede sumar el caso de Chiapas que sigue atorado en un ping-pong entre el Ejecutivo y el Legislativo; y la delicada situación en la que se encuentra la economía después de la caída en los precios del petróleo. ¿Cuál es la lógica de este rompecabezas?
Estos hechos se pueden entender dentro de un proceso de tránsito, en donde las partes viejas no han desaparecido, y aunque ya no pueden operar como antes, son resistentes, aprovechan el desajuste y al mismo tiempo generan incertidumbre e inestabilidad. Al mismo tiempo, las partes más novedosas del sistema están en una posición de empate, lo cual les impide construir las nuevas reglas y las instituciones que el país necesita. La alternancia parcial que ya se tiene en varios estados, en cientos de municipios, en la capital del país, la Cámara baja y una centena de congresos locales, es una nueva fuerza política que ordena la lucha por el poder. Las posibilidades de una alternancia nacional para el 2000 han desatado una lucha cerrada que se ha anticipado casi dos años, porque lo que debería ocurrir hacia finales de 1999, está pasando desde principios de 1998. El tiempo político se ha transformado en una anticipación frenética.
En este complicado tránsito se han roto reglas y amarras con las que se conducía la vida política hasta hace muy poco tiempo. El Presidente de la República no controla a su partido; el PRI se está precipitando hacia múltiples rupturas, con reglas no escritas que muestran la incapacidad de renovación, como lo acabamos de ver en Zacatecas, y reglas escritas (candados) que limitan y encierran al partido, en un momento en el que se necesita todo lo contrario. La relación entre el centro político, la federación, y las regiones se encuentra trastocada, ya no opera como en los viejos tiempos del centralismo y la disciplina, pero tampoco se ha logrado establecer un nuevo pacto, el federalismo está por definirse. La descomposición del sistema político junta dos partes: la creciente violencia política, social, guerrillera, narcotráfico, y la crisis en la impartición de justicia. En suma, el tránsito político de México se encuentra suelto y sumido en un grave batuque; no conocemos las condiciones para consolidar los cambios, ni tampoco las fechas.