La Jornada 13 de febrero de 1998

Se opone la ABM a la desaparición de la banca de desarrollo

Antonio Castellanos y Roberto González Amador Ť El presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM), Antonio del Valle Ruiz, se manifestó en contra de desaparecer la banca de desarrollo. Estas instituciones, afirmó, son indispensables para fomentar el crecimiento de regiones y sectores económicos, pues sus recursos, ``bien aplicados'', son ``extraordinariamente útiles''.

Del Valle aseguró que la banca de desarrollo debe convertirse en una banca de avales o de garantías y de apoyo en capital de riesgo. Debido a que las instituciones privadas pueden captar recursos a bajo costo, abundó, no se justifica que los bancos de fomento del gobierno otorguen créditos directamente a las empresas.

Sobre el mismo tema, Ernesto O'Farrill, presidente de la consultoría Bursamétrica --en la que participa como socio Standard and Poor's--, aseguró que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) autorizaron sin ninguna supervisión la creación de más de 400 uniones de crédito que operaron, sin soporte, recursos multimillonarios. También surgieron otros intermediarios financieros no bancarios como las arrendadoras y empresas de factoraje.

Destacó la necesidad de revisar el marco regulatorio y de supervisión de la banca de desarrollo, pero no pensar en su desaparición. La fusión tampoco sería conveniente, pero sí podría darse el reacomodo de algunos fondos de apoyo.

Hubo lo que definió como ``época dorada'' de la banca de desarrollo. Nacional Financiera (Nafin) tenía diversos fondos y operaba como banca de primer piso. Tenía entonces al Banco Internacional, ahora Bital, y su esquema funcionó. Entonces las tasas se fijaban por decreto.

Eran las décadas de los sesenta y setenta. Por ahí pasaron Alfonso Martínez Domínguez, David Ibarra y Espinosa de los Reyes. Ya el asunto de Oscar Espinosa Villarreal, dijo, se ubicó en el régimen anterior e incluyó los recursos canalizados a través de uniones de crédito, cuya autorización fue otorgada por la Secretaría de Hacienda y la CNBV.

Todos los megaproyectos como la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas eran aprobados y respaldados por la banca de desarrollo, y en la época de Gustavo Petriccioli al frente de Nafin, se apoyaba a la iniciativa privada para que no cerrara empresas. En todo caso, el gobierno se quedaba con ellas para no provocar desempleo.

En suma, se financiaban proyectos muy riesgosos. Eran, recalcó O'Farrill, créditos políticos que nunca se recuperaban. Había que garantizar todo lo que hacía el gobierno y a partir de 1982 ya no se pudo invertir tan fácilmente.

El experto en asuntos económicos sostuvo que es necesario desatar el ``circuito de crédito, y que bien podría darse a través de Nacional Financiera, a través de la banca de primer piso. Es necesario apoyar los diversos sectores como son la micro, pequeña y mediana industria, las exportaciones, la vivienda y la infraestructura'', indicó.

Manifestó que a nivel mundial existen instituciones de banca de desarrollo como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. En México el problema es que se abusó de ese sistema y llegó un momento en que ya no se pudo capitalizar con recursos del gobierno.

A la banca de desarrollo, concluyó, hay que fortalecerla para que impulse el crecimiento económico en la industria, el campo, la vivienda, el turismo y la infraestructura. Nafin ha concluido un esquema con uniones de crédito que han sido revisadas minuciosamente y que podrían reactivar el financiamiento inmediato; pero en general, los planes de restructuración de la banca de desarrollo van lentos.