Cuando se trataron en Davos los problemas importantes que sí nos interesan, la enorme comitiva presidencial estaba, como ya es costumbre, desordenadamente e imitando la enorme propensión al ripio de su jefe, hablando con todo el que los quería escuchar y ``vendiendo'' a los periodistas la idea de que el Presidente había tenido gran éxito, ¿en qué? quién sabe, nunca lo dijeron. Y como son difíciles de entender los discursos en inglés del Presidente -aunque también lo que dice en español, porque no es un problema de idioma, sino de contenido-, nos quedamos sin saber de qué se trata. Debemos reconocer que el único que sacó una ovación general y prolongada fue el vicepremier chino, cuando aseguró que ellos no tenían por qué devaluar su moneda y esto es lo único que les interesaba a los que se reunieron en Davos, porque con la devaluación china hubiéramos entrado de lleno en una recesión global.
El Presidente defendió, con toda lealtad, al FMI y a su director y sus políticas aplicadas en Asia ¡Faltaba más!, que como dice Jeffrey Sachs, ``en la acción del Fondo el remedio fue peor que la enfermedad y va a transformar un simple pánico bancario en una recesión devastadora''. En el caso de Asia, la crisis bancaria la generó el gasto explosivo del sector privado apoyado en crédito amplio y barato. Al no darse las expectativas de inversión, éstos quebraron y los bancos también. El gasto público tuvo poco que ver con ello. Fue igual que en México en 1994, una crisis manejada con singular torpeza, bancos insolventes con deudores insolventes: esto no es nuevo, es igual que en Chile en los 80, pero Pinochet salió mejor librado. Claro que produjo una gran deflación con una reducción de 14 por ciento del PIB, pero dejó medidas de defensa contra el capital especulativo que, aún hoy, mantuvieron a Chile a salvo de los pánicos financieros. No me explico por qué, si Pinochet es el economista favorito de los yuppies mexicanos, no le siguieron los pasos o, de plano, le piden consejo o, de perdida, leen el libro El ladrillo, de Sergio de Castro, ministro de Finanzas de la dictadura, pero que por pasarse de vivo, como nuestro ministro efímero, también tuvieron que correrlo.
Si la deflación es de gran magnitud, ésta sí puede afectarnos en la medida en que deprima a la economía estadunidense porque, hoy como siempre, las crisis económicas se transmiten por medio de fluctuaciones graves en el comercio exterior de cada país, y según el grado de dependencia que tenga la economía de las exportaciones e importaciones. En nuestro caso, somos una economía abierta y la única defensa que nos dejaron fue jugar con el tipo de cambio. Así que éste nunca podrá ser estable. Son malos tiempos para México, la selección de futbol es un desastre y el equipo de gobierno no está mejor. Como decía mi abuelita: ``ya no hay moral''.
P.D. Tanto el PRD como el PAN defendieron a Labastida del ataque bellaco de Moon. Pero faltó el PRI ¿Será porque lo consideran culpable o aún no se han enterado?