¿Hay un descontrol absoluto de la vida política de México en vistas a la sucesión presidencial, como algunos suponen, o mucho de lo que acontece obedece a un escenario cuidadosamente planeado?.
1. La mayor parte de los analistas parecen equivocarse cuando afirman que, por la debilidad política de Ernesto Zedillo, hay un descontrol oficial ante la sucesión presidencial, pues existen signos muy claros de que el escenario del 2000 está siendo cuidadosamente preparado por el mayor titiritero político de la historia reciente de México, que es Carlos Salinas.
2. El escenario ideal del autoritarismo es aquél en que los ciudadanos no hacen más que refrendar las decisiones tomadas en la cúspide del poder, y ese es el que se sigue forjando desde Dublín: cerrándole a los mexicanos las posibilidades para darse un gobierno legítimo, para lo cual se busca manipular de manera cada vez más abierta a los partidos políticos, al IFE y a los medios de comunicación.
3. El mayor error que se podría cometer al analizar la situación actual sería, por lo mismo, el de olvidar que el poder político y económico de México ha constituido en los últimos diez años un botín para un grupo mafioso, y que éste muy difícilmente va a dejárselo arrebatar.
4. La decisión de Manuel Bartlett de hacer públicas sus intenciones de buscar la candidatura presidencial del PRI en el 2000 ha sido interpretada por muchos como un signo más del descontrol del grupo gobernante, pero los hechos muestran lo contrario. Aun cuando Bartlett busca concitarse el apoyo del priísmo en una iniciativa novedosa, sigue siendo, como todos lo reconocen, un hombre del ``sistema'', disciplinado a Los Pinos y leal a Salinas, que no se opone a los actuales mecanismos del poder.
5. La clave del proyecto salinista está, sin embargo, en la influencia cada vez mayor que Córdoba y Salinas ejercen sobre el aparato de Acción Nacional. La ``alianza estratégica'' del salinismo con el PAN fue forjada por Salinas con Diego entre 1989 y 1993, consolidada con Castillo Peraza en los años siguientes y, tras una serie de diferendos al inicio del sexenio de Zedillo, la ha estado recomponiendo Felipe Calderón, con la ambición de abrir la vía para que el PAN llegue a Los Pinos en el 2000, a cambio de lo cual los panistas se han comprometido con los tecnócratas a consolidar el proyecto neoliberal.
6. Las condiciones están dadas, por consiguiente, para que el candidato del PAN en el 2000 sea un hombre de todas las confianzas de Córdoba y Salinas y no aquél que decidan las bases del partido. Los cuadros blanquiazules no podrán escoger más que entre Carlos Medina Plascencia (salinista), Francisco Barrio (salinista), Felipe Calderón (salinista), el propio Diego (sin duda salinista) y, desde luego, quien destaca sobre todos ellos: Vicente Fox, reconvertido al salinismo en función de sus ambiciones.
7. Las aspiraciones de Vicente Fox, como se sabe, se hicieron posibles por la modificación que se hizo en 1992 al artículo 82 constitucional, que negociaron Carlos Salinas y Diego, y desde entonces el hoy gobernador de Guanajuato no ha dejado de adular a su benefactor. Los hechos están a la vista, pues al día siguiente de que Fox anunciara que el salinista Fausto Alzati (ex secretario de Educación) sería su principal asesor en asuntos económicos, el diario Crónica presentó a un modesto mitin de Fox en Neza como una verdadera apoteosis (12 de febrero).
8. El escenario del año 2000 no entraña hasta ahora un riesgo mayor para Carlos Salinas y sus amigos, cuyo poder financiero e industrial sigue incólume; conservan una influencia determinante en los medios de comunicación y siguen actuando de manera impune, con la posibilidad de imponerle candidato presidencial no sólo al PRI sino también al PAN. El desafío interno (Bartlett) y el del panismo (Fox) están bajo control, y aún existen fuertes posibilidades de que el PRI pueda postular a la Presidencia a un tecnócrata.
9. La tentativa de imposición está encontrando, sin duda, algunos obstáculos inesperados, y uno que no aguardaba el grupo en el poder es el que ha surgido al interior del IFE. El control oficial sobre el aparato electoral del país está por vez primera en entredicho por la oposición de 5 consejeros a que éste lo siga manejando a su arbitrio el gobierno y, tras lograr la renuncia de Felipe Solís como Secretario General (y encargado directo de dicho aparato), se han opuesto a las pretensiones de José Woldenberg (director del IFE), a quien acusan de ser un incondicional de Zedillo, de imponer a otro personero del gobierno como responsable directo de las elecciones.
10. El principal riesgo para el sistema (y para el clan salinista) lo constituye, sin embargo, el descontento popular. De ahí que el mismo se oponga a la autonomía indígena, que la represión sea cada vez mayor ante la inconformidad social y que los medios sigan buscando confundir a la población. A pesar de todo, don Corleone tiene miedo.