Pablo Gómez
Las armas de la política

Si el Partido de la Revolución Democrática resuelve el próximo domingo, mediante plebiscito, la postulación de Ricardo Monreal como candidato a gobernador de Zacatecas, se habrá pactado una alianza política entre dos partidos: el PRD y una parte del PRI.

La fuerza de Monreal no es solamente una corriente electoral inorgánica, sino principalmente una formación política que ha militado durante muchos años en el PRI y, dentro de este partido, ha venido haciendo planteamientos. Mientras esa fuerza se mantuviera dentro del oficialismo no podía hacer casi nada que pudiera considerarse realmente suyo; ahora que ha roto con el PRI, tiene necesidad de intentar alianzas políticas y deberá desarrollar un programa mucho más claro.

El rompimiento de Monreal ocurre en la coyuntura electoral, cuando éste es rechazado por la dirección de su partido, directamente por el Presidente de la República, pero al lograr que una parte de la militancia priísta llegue también al rompimiento, el acontecimiento adquiere una cualidad política precisa.

Una de las características de la situación del país consiste en que el viejo poder no es capaz de retener a la totalidad de sus fuerzas. Pero mientras que la mayoría de las deserciones son silenciosas y sin liderazgos definidos, en Zacatecas se ha presentado el fenómeno de la escisión. El motivo principal de ésta es la disputa por el poder local, pero su consecuencia relevante es que libera una fuerza política de las ataduras que impone el mantenerse dentro del oficialismo.

He aquí, entonces, el punto central del asunto. Dentro del PRI existe una lucha por los poderes regionales subordinados, pero la falta de un nuevo sistema para administrar esa disputa proyecta las contradicciones internas hasta el nivel de los alineamientos políticos nacionales. Esto se debe a que ya no es el PRI el único que prohija poderes locales, sino también otros partidos y, por tanto, las formaciones políticas derivadas o escindidas del oficialismo pueden igualmente intentar su independencia y su elevación a la calidad de fuerza gobernante local si adoptan la capacidad de pactar alianzas.

Desde el otro lado, el PRD --o cualquier otro partido de oposición-- debe también definir una política de compromisos políticos con fuerzas que adquieren independencia. La respuesta más primitiva sería la de dar la espalda a fenómenos como el que encarna Monreal en Zacatecas, a partir del aislado análisis de la persona y de su trayectoria. Mas lo que hace falta evaluar es la naturaleza de la escisión, es decir, el núcleo crítico que la motiva. En este caso, se trata de una respuesta a la clausura de las vías para tomar parte en la política mediante la reivindicación de procesos abiertos, de competencias justas entre grupos políticos, lo cual contiene un postulado democrático.

Nadie se convierte en demócrata al primer discurso, pero lo puede llegar a ser rápidamente por necesidad de criticar al viejo sistema antidemocrático, especialmente cuando se transita de ser parte orgánica y funcional a víctima.

Si el PRD diera la espalda al grupo político que encabeza Monreal, probablemente dejaría a éste sin posibilidad de derrotar al que fue su partido, pero lo más grave es que le estaría dando la victoria al PRI.

Si el PRD postula al político escindido, tendría que pactar la formación de un gobierno de coalición si acaso la mayoría llegara a apoyar esa candidatura. Ni el partido del sol ni el grupo de recientes ex priístas perderían su independencia, pero darían a Zacatecas una perspectiva nueva y brindarían al país un aporte en la lucha por el cambio, aunque éste fuera modesto.

Nadie tiene hoy en la bolsa el triunfo electoral, pero esto es algo verdaderamente nuevo en Zacatecas, aunque en muchos otros estados ya es algo normal.

Por otro lado, el Partido de la Revolución Democrática no debe confundir la coalición electoral con la postulación de un candidato suelto. Lo primero es una alianza pactada, lo segundo es la búsqueda de un personaje.

Convertir a un político en aspirante legal a gobernar un estado requiere un examen personalísimo, pues el compromiso no es mutuo sino sólo del partido hacia el candidato.

Hay también que diferenciar entre una situación en la que el partido es la fuerza opositora principal y aquella otra en la que juega un papel secundario. En esto estriba la diferencia entre Zacatecas y Veracruz: el PRD no es un partido en búsqueda de candidatos sino una formación política al servicio de la democracia mediante el uso de las armas de la política.