Alberto Aziz Nassif
El PRI en el crepúsculo

Sin duda, una de las piezas institucionales en las que más se pueden ver las huellas de los cambios políticos y sociales del país en los últimos años es en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Una parte importante del pasado y del presente de México está vinculada todavía al PRI, sin embargo, parece que el futuro próximo va por otra parte. Ese partido, que hasta hace unos años era la maquinaria que cubría los espacios políticos más importantes, casi la totalidad de los puestos de elección popular y el lugar por el que se recorrían las trayectorias y los liderazgos, ha dejado de serlo. Muchas de las funciones que cumplía el tricolor (predominio ideológico, organización electoral, opinión política, árbol de lealtades, gestión de política social, reclutamiento de cuadros, territorios de organización de bases y sectores) ahora son generadas ya por otras instituciones y actores con relevancia nacional. El PRI ha llegado a su crepúsculo.

Hay datos que son impresionantes. La explosión de un sistema competitivo de elección y la alternancia en el poder han avanzado de forma notable y sistemática: en 1985 teníamos un sistema de partido casi único en las dos terceras partes del país; en 1997 la mayoría del país tuvo un formato de competencia bipartidista y multipartidista. La capital más grande que hoy gobierna el PRI es la ciudad de Chihuahua y el municipio más importante que tiene es Ecatepec.

A diferencia de otras transiciones, el partido de Estado se transforma en minoría de la noche a la mañana en unos comicios fundantes de un nuevo régimen; aquí en México hemos caminado por un proceso largo y lento si lo vemos históricamente, y muy veloz si miramos los últimos años. La pérdida de espacios del PRI no se debe a ninguna campaña oscura, complot, conflagración, ni mucho menos a una guerra, más bien sus razones son múltiples: la necesidad de oxigenación política que necesita un país plural que se mueve en un escenario globalizado; el fortalecimiento de fuerzas de oposición; la maduración ciudadana; la apertura de medios de comunicación; es, en síntesis, la complejidad de una sociedad que trata de ubicarse en las coordenadas del tiempo histórico de este fin de siglo.

En los últimos años el PRI desperdició oportunidades importantes para transformarse en un partido moderno y competitivo, en una oferta democrática y atractiva para esa sociedad que busca opciones a sus problemas y no quiere más demagogia, vínculos opresivos o directrices verticales. En diversas ocasiones he sostenido la tesis de que el PRI quizá logre una reforma interna el día en que pierda el poder completamente, porque lo que ha hecho hasta hoy es multiplicar sus inercias de restauración. Sus pérdidas no sólo han sido sólo en votos, curules, gobernadores y alcaldes, sino en peso político, credibilidad, militantes, cuadros destacados, liderazgo y legitimidad. Los que han salido del PRI han logrado capital político para emprender una nueva ruta con otra organización política o fundar alguna nueva. La incapacidad sistemática para lograr ciertas reglas democráticas mínimas en la selección de sus candidatos ha provocado múltiples rupturas y un gran malestar interno y los famosos candados han sido una piedra de molino al cuello de PRI que le cierra oportunidades. El PRI ha leído mal el momento político y por lo tanto se ha ubicado en posiciones difíciles. Además de que la competencia limita los espacios, los mecanismos de selección siguen las viejas prácticas, como el caso reciente de Zacatecas; y los experimentos novedosos, como el de Chihuahua (elección abierta a la militancia y a los simpatizantes), han provocado un litigio entre los mismos precandidatos por diferentes interpretaciones sobre las reglas de la misma convocatoria. En estos días el frente duro, encabezado por el gobernador de Puebla, lanzó su grito de guerra y rebelión. Pero más allá de los efectos de golpe y opinión, no hay propuesta novedosa, ni proyecto democratizador; lo que se ve es una oferta de resistencia y restauración. El PRI no va a conservar el poder con regresos al pasado; este país está ya ubicado en otro momento. Sin embargo, las cosas no serán fáciles, la descomposición de ese partido afectará la vida nacional y el cuadro de alternativas tampoco se ve muy preparado para el relevo.