Teresa del Conde
Julio Galán en nueva galería

La Galería Enrique Guerrero (Horacio 1549 A) es un espacio de exhibición estilo barraganesco como se percibe desde el ingreso. Su director va por lo seguro, pues la inauguró con una exposición de Remedios Varo. Ahora presenta un conjunto de cuadros de Julio Galán acompañados de un catálogo bilingüe con texto de presentación (reeditado) de Luis Carlos Emerich. No todas las obras registradas allí se exhiben, pero para quienes no vimos la reciente muestra del pintor en Nueva York, organizada por Ramis Barquet, resulta interesante constatar que el niño prodigio ha decidido dejar de serlo y aventurarse en experimentos que constituyen un riesgo para sus consumidores. Todo riesgo, afortunado o no, es bienvenido.

La muestra permite observar algunas de las obras que lo han hecho famoso. Entre éstas, la mejor es El cine, un óleo de 152 x 127 realizado en 1983. Alude a los espectadores, él y su corte, todos infantes. Uno de ellos es transgresor, pues simula contactar a su vecina, cuando lo que hace es esconder el cigarrillo prohibido. Están de espaldas ante una pantalla que proyecta visión de la luna. ``Luna: me enteré que tienes dos caras y que sólo muestras una... Lo sé, pero no me importa pues ya conozco las dos'', dice la frase inscrita en una obra más del mismo año Luna, bola de cristal y pelota. Otro cuadro, igualmente de 1983, le guiña el ojo a El suicidio de Dorothy Halle de Frida Kahlo. Hay un detalle allí que a primera vista pasa inadvertido como detalle iconográfico. El reloj de pulsera sostenido por la mano infantiloide que emerge tras la cortina de un escenario tiene letras en vez de números. Si se unen entre sí, se obtiene el siguiente enunciado: ``ya es muy tarde''. La pintura se titula Te voy a extrañar y en ella aparece un autorretrato retrospectivo del autor enfundado en una gabardina gris. Galán sabe jugar no sólo con las imágenes, sino con las palabras. Unas y otras ofrecen en estas obras escenas legibles que hablan de su romance familiar. En los cuadros recientes (1996-1997) él ha cambiado de opción y su público tal vez se ha sentido desconcertado porque la seducción de su mundo perversoide, precisamente por ser inocente, ya no se induce de esa manera.

Té con la reina entre azules (130 x 190) y Tardaré rápido (132 x 192) ostentan un pattern pintado a mano, inspirado en diseños populares japoneses como los que privan en las vajillas azul y blancas. Sobre eso, Galán superpone otros motivos pintados al estilo transvanguardia. En determinadas zonas obstruyen, ciegan, tachan o bien complementan y señalizan en otra dimensión lo que hay detrás. Siendo interesantes, estos cuadros no alcanzan el nivel que tiene Troy (215 x 190) la pieza mejor de todas las que se exhiben. No prescinde en ella ni de su cursilería propositiva ni de algunas de las imágenes que le son caras, en este caso un tigre de utilería y racimos de violetas colocados aquí y allá. Congrega dos o tres maneras de pintar completamente distintas entre sí, tanto desde el ángulo técnico como del formal, en una sola composición. Los modos son incompatibles por ilógicos, pero no estriba en eso el efecto intrigante que el cuadro produce.

Galán se las ha arreglado para burlarse de muchas cosas, de sí mismo incluso, proponiendo un esquema conflictivo, fragmentado y a la vez coherente, difícil de describir con palabras. ¿Habrá gustado esta pintura cuando fue exhibida por primera vez? eso es algo que no podemos saber, pero satisface y con creces el gusto ``posmoderno'' a la vez que depara un enigma: ¿Por dónde transita en estos momentos y por dónde lo hará en un futuro próximo el primer ganador del Premio Marco? Al parecer esta etapa transgresora de sus propios modos data de 1993, con ires y venires.

En 1997 la Confederación de Educadores Americanos publicó un libro sobre tres pintores, coordinado por Braulio Peralta, a quien se debe una de las mejores entrevistas (allí publicada) que se le han hecho. Ese libro congregó a Francisco Toledo, Rodolfo Morales y Galán. Poco después, la Fundación PROA de Buenos Aires procuró organizar una muestra de Toledo que no pudo efectuarse. La otra opción fue Galán. La exposición se realizó, coordinada por Adriana Rosenberg, presidenta de la fundación, quien escribe en la presentación del libro catálogo: ``Advertimos que el relato de su vida (de Galán) se desarrolla en un tiempo singular. La infancia se funde con pensamientos adultos y miedos adolescentes''.

Los estudios de ambas publicaciones son de mi autoría. Hacerlos me conminó a efectuar una inmersión en su mundo y esta exposición me da un buen epílogo. Después, a ver qué pasa.