Olvidémonos momentáneamente del Potiomkin, anclado frente a Sebastopol, para continuar nuestro viaje cinematográfico a la búsqueda de los trabajos de S.M. Eisenstein a bordo de un tren pletórico de revolucionarios para asistir a la realización de ¡Que viva México! (1931) que deberá sintetizar nuestra problemática mediante cuatro cuentos: Sandunga, Maguey, Fiesta y Soldadera; un prólogo explicativo y un epílogo pleno de conclusiones. Así las cosas, y con más de 35 mil metros de negativo realizado y enviado a Hollywood para ser revelado, Upton Sinclair (novelista y productor) rompe el 15 de enero de 1932 con Eisenstein y le ordena suspender el rodaje precisamente cuando el cineasta se disponía a hacer Soldadera.
El 14 de marzo el soviético sale de México en automóvil rumbo a Nueva York para embarcarse hacia Europa. El 19 de abril, después, de llegar a un acuerdo con Sinclair y ver los rushes de ¡Que viva México! inicia el regreso a Moscú. En junio, Sinclair cumple su palabra de enviar los negativos a Rusia, pero de pronto se arrepiente, da marcha atrás y ordena que regresen a Estados Unidos. Ese mismo 1932 llega a un acuerdo con Sol Lesser, que realiza con aquellos materiales un largometraje Tempestad sobre México, y dos cortometrajes Kermesse fúnebre y Eisenstein en México. A finales de 1939, Marie Seton retoma los negativos sobrantes para editar Tiempo al sol.
En 1947 Eisenstein ve por primera vez los trabajos de Lesser y Seton. (Terminada la proyección escribe una carta al historiador francés Georges Sadoul: ``Lo que han hecho de esos filmes, en cuanto a montaje, es más que aflictivo''). En 1958, Jay Leyda realiza Eisenstein's mexican film: episodes for study, largometraje cuya única virtud es la reconstrucción de las tomas obtenidas por Eisenstein y Tissé en nuestro país. A finales de la séptima década Alexándrov (único sobreviviente de la aventura mexicana) edita aquellos dispersos materiales para dar forma a una no muy convincente ¡Que viva México! (1979). Entretanto, ¿qué sucedió con Eisenstein?
Abordemos de nueva cuenta el Potiomkin para continuar nuestro periplo por las procelosas aguas de celuloide creadas por el maestro para recalar en 1936 y constatar que, tampoco, pudo llevar a feliz término el rodaje de El prado de Bejin debido a un inesperado cambio en la política agraria oficial y no fue sino hasta 1938 cuando completó su primera película sonora, Alejandro Nevsky, en la que plantea por primera vez en el cine un simbólico grafismo lineal (ángulos agudos = agresividad; líneas verticales = autoridad; cuadrados y círculos = defensa). Después de otro proyecto inconcluso, El canal de Fergana (1939), cancelado por el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, Eisenstein realizó su última obra, Iván el terrible (1943-1945) que pretendió ser una trilogía pero de la cual sólo dos partes fueron terminadas, pues dos infartos, el primero ocurrido mientras festejaba el fin de Iván... y el segundo, definitivo, la noche del 9 de febrero de 1948 vinieron a poner punto final a su trabajo y a su vida.
Así termina nuestro viaje cinematográfico a bordo del Potiomkin. Atrás, entre las brumas marinas flotan, insumergibles, 50 años, dos guerras mundiales, la revolución más significativa de la historia, una guerra civil y 11 películas; una menor, El diario de Glumov, parodia del cine del actualidades, y dos inacabadas: ¡Que viva México! y El canal de la Fergana; otra mutilada, Octubre (3 mil 800 metros reducidos a 2 mil para la exhibición en el extranjero); otra más, enlatada en la cinemateca y finalmente liberada, El prado de Bejin; otra premiada, después condenada y de nueva cuenta valorada, Iván el terrible y desde luego dos grandes filmes épicos: Alejandro Nevsky y El Acorazado Potiomkin, sin olvidar La huelga con su memorable montaje de atracciones: imágenes de obreros victimados contrapuestas a otras que muestran a reses degolladas en el matadero.