La Jornada 18 de febrero de 1998

Lamentable, que haya una ``imagen congelada'' de los gringos: Brooks

Justo cuando salía de la infancia decidió que no iba a convertirse en una gringa sumisa. La injusticia social de su país la irritaba demasiado como para permanecer quieta, y un día de 1930, aún con pocos años pero con mucha pasión, se encadenó al balcón de un lujoso hotel neoyorquino y desde allí llamó a defender la huelga que ella y otros trabajadores mantenían en una empresa. Abajo se ofrecía un banquete ``en honor'' de los esquiroles; fue necesario usar la fuerza pública para silenciar a esa mujer joven y rebelde.

Más de 60 años después de aquel episodio y ya sin las cicatrices de las cadenas en las manos, May Brooks decidió escribir la historia de esos ``otros'' estadunidenses que como ella lucharon (y luchan) para obtener mejores condiciones de trabajo y de vida en el país más poderoso del mundo: Estados Unidos.

Así nació El otro gringo, libro publicado por La Jornada Ediciones y que esta noche, a las 19 horas, presentarán en el Centro Cultural San Angel (avenida Revolución esquina Francisco I. Madero) Bertha Luján, Luis Hernández Navarro, Rodolfo F. Peña, John Ross, Eduardo Montes y la autora.

El texto compila la historia de los movimientos sociales estadunidenses desde la Guerra de Secesión (1861-1865) hasta 1997.

Según Brooks, este libro --que la llevó a sumergirse en numerosas fuentes bibliográficas y hemerográficas-- pretende romper los estereotipos que se tienen del ciudadano estadunidense y mostrar que los gringos de ``arriba'' sojuzgan no sólo a los extranjeros, sino también a sus propios paisanos.

Rodolfo F. Peña, en la introducción del texto, revela que May Brooks tuvo un propósito más: decir que ``en la tierra de los gringos hay una clase de gringos con la que se puede confraternizar sin mayor esfuerzo''.

``Hay y ha habido una multitud de gringos que no son responsables del comportamiento prepotente y a veces inhumano que a menudo caracteriza a sus gobernantes y clases altas, sino que también son sus víctimas, y de forma más pertinaz y grave de lo que sospechamos'', escribe.

Desconfiar del american dream

En entrevista, May Brooks --quien vive en México desde hace casi 50 años-- opina con un gentil y marcado tono sajón: ``es lamentable que se tenga una imagen congelada de los gringos, y éstos de los mexicanos'', porque eso dificulta el entendimiento entre ambos.

Actualmente maestra de idiomas y cultura mexicana, Brooks considera que esa imagen distorsionada obedece a la falta de información o a la mala información que se tiene de los estadunidenses en México, ya que desde la escuela se difunde una visión errónea. Pero advierte que a los mexicanos les sucede lo mismo que a sus vecinos del norte: también se les estereotipa.

--¿Cuál es la imagen que se tiene del mexicano en Estados Unidos?

--Es la misma desde hace décadas: un campesino con sombrero, camisa blanca, huaraches, abajo de un árbol, dormido y con un cactus al lado.

--En actitud derrotada...

--Sí, esa es la imagen ``tradicional'' del mexicano que tienen no sólo los estadunidenses, sino también los extranjeros de Asia o Europa. Además, cuando los visitantes vienen al país están influenciados por los reportajes sobre las drogas, el crimen o la corrupción, y piensan que todo México es así, pero al momento de disponer de mayor información sobre la cultura nacional cambian su óptica y hasta se sienten culpables por su visión anterior. Luego simpatizan con los mexicanos y hasta gozan con las características sociales de éstos.

--¿Y el fundado rencor histórico de los mexicanos contra los estadunidenses, cree que podrá superarse?

--Todas las intromisiones, sean económicas, políticas o culturales de Estados Unidos generan resentimientos, pero insisto en que el problema es que se mira al gringo como una sola especie y no es así. Quiero recalcar que los gringos de adentro también han sido afectados por los poderosos. Contra aquéllos no debe guardarse rencor.

--¿Cómo es el ``otro'' gringo que pretende retratar en su libro?

--Es el que lucha por defender su dignidad como ser humano.

--Comienza su reportaje en la etapa secesionista y concluye el recuento casi al final de este siglo. ¿Cuál es el balance? ¿Hacia dónde vamos?

--Hay que recordar lo que la historia laboral y social popular nos ha enseñado: las personas se sublevan cuando no están conformes con sus condiciones de vida. Y en Estados Unidos hay muchos descontentos, intranquilos. Piense en por qué hay tanta droga; se nota la inseguridad en términos de trabajo, de valores. Ya no hay confianza en el american dream (sueño americano); ya no se piensa que todos pueden estar magníficamente bien y que hay oportunidades. Los obreros ven con incertidumbre la permanencia de sus empleos. Toda el área de manufactura estadunidense ya está muy reducida por el Tratado de Libre Comercio, pues un número enorme de compañías trasnacionales se establecieron en México, donde hay mano de obra barata. Es difícil decir hacia dónde vamos, pero el descontento social ahí está.

El sindicalismo no desaparecerá

--¿Constituye la globalización económica una amenaza para el movimiento social?

--Hay intentos por desaparecer al sindicalismo, como la eliminación de los contractos colectivos de trabajo en varias partes del mundo. Pero a la vez hay elementos vitales o buenos --por ejemplo la renovación de liderazgos-- que permiten confiar en que el sindicalismo no desaparecerá. Con la globalización de la economía es claro que la única respuesta es la globalización de los trabajadores y eso todavía no lo vemos.

--¿Los diferentes niveles en que se encuentran los sindicatos no serían perjudiciales para esa globalización? En México vemos aún prácticas corporativistas.

--También en Estados Unidos hay corporativismo y concesiones no válidas desde el punto de vista del sindicalismo progresista. Ahí está la AFL-CIO, que apoyó a Clinton, aunque éste no cumpliera luego sus ofrecimientos. Hay ejemplos positivos de cooperación sindical en las maquiladoras de la frontera mexicana. Ahí el sindicato de electricistas estadunidense tiene un acuerdo con el Frente Auténtico del Trabajo de México y ya trabajan de manera conjunta.

--¿Es posible bajo el capitalismo alcanzar la justicia plena para los trabajadores?

--Esa es una pregunta difícil. Mucho. Pero sí, creo que sí se pueden lograr reformas sociales dentro del sistema. Aun las reformas radicales no son imposibles. Los cambios drásticos van a venir de la educación, porque un pueblo consciente pide cada vez más cambios, y los poderes que no aguanten más reformas se van a venir abajo y darán cabida a otro sistema: llámese socialista o como se llame.

--Usted no pierde los ideales, ni las esperanzas...

--Ni la fe. La memoria del pueblo dice que si las cosas se pudieron cambiar una vez, se podrá hacerlo otra vez.

--¿Conserva la cicatriz que se hizo cuando se encadenó?

--¡Ohhhh!, ya está pálida... cuando uno emprende algo así lo hace sin temor, porque está en otro nivel de energía, de convicción. Es una pasión. Uno no siente ni dolor ni temor, sino la necesidad de alcanzar sus logros. No, no me quedó una gran cicatriz, pero sí la memoria, y eso es lo importante. (Yanireth Israde)