Silvia Gómez Tagle
Insurrección en el PRI

No se trata de un hecho aislado, ni de una conspiración inventada por perversos agentes extranjeros; los priístas están cada vez más inconformes con la ausencia de reglas para tomar decisiones en su partido, porque el proceder arbitrario e injusto de algunos dirigentes conduce al desmembramiento del partido y a su fracaso electoral.

Y es que la lógica de la disciplina en el Partido Revolucionario Institucional obedecía a un sistema donde cualquier ciudadano que quisiera participar en política y que aspiraba a ocupar un puesto de elección popular, ya fuera una diputación, un ayuntamiento o una gubernatura -con mucha más razón si era la Presidencia de la República-, tenía que aceptar las reglas, porque no existía ningún otro camino posible para tener éxito. Los aspirantes sabían que lo único que podían hacer era esperar su turno.

Ahora las cosas han cambiado, hay otras opciones partidarias importantes para tener éxito, y los candidatos que están convencidos de sus méritos tienen mejor suerte en otros partidos. Todo esto es parte de una redefinición de las fuerzas políticas que se da en un proceso de transición.

El PAN es un partido de cuadros que tienen poco que ver con las organizaciones sociales y con la población en general; las decisiones las toman los delegados, que en general son militantes prestigiados, en las convenciones electorales. Se ha criticado ese método porque tiende a privilegiar a los sectores más conservadores, aún cuando en general se ha reconocido la legitimidad de sus métodos, pero la elección del candidato para la Presidencia en el año 2000 promete ser muy difícil, porque Vicente Fox ya se está adelantando a los tiempos y saliendo de los cauces institucionales.

En el PRD con muchas dificultades se están institucionalizando métodos novedosos, un proceso de consulta directa abierta a toda la población que desee votar por un candidato, siempre y cuando acepte afiliarse en el momento de votar. Pero los métodos para seleccionar candidatos externos no son tan claros y han sido muy discutidos porque algunos militantes consideran que los perjudican y que se corre el riesgo de perder la identidad del partido. De todos modos se ha hecho el esfuerzo de construir una legitimidad democrática para las elecciones de candidatos y dirigentes y a veces se ha tenido éxito, como ocurrió en la elección de candidatos para el gobierno del Distrito Federal. En el caso de Ricardo Monreal en Zacatecas, más que de una candidatura ``externa'' se trata de una alianza con grupos priístas locales que lo apoyan. Es probable que se cuestionen los métodos si fracasa en las elecciones; si triunfa todos estarán satisfechos.

El gran problema en el PRI está en la inexistencia de esos mecanismos que permitan tomar decisiones. Asamblea tras Asamblea (la XIV, la XV, la XVI...) se han aprobado procedimientos que luego no se aplican. Ese es un debate que se remonta a los años 60, cuando se empezó a plantear la necesidad de realizar una consulta a las bases, lo que además suponía definir quiénes son realmente las bases priístas, problema no fácil de resolver. En un sistema político presidencialista, de partido hegemónico, con elecciones controladas y escasa competencia, el único partido que garantizaba el éxito era el PRI; hoy existen otras opciones y en esa medida la disciplina ya no funciona como principio ordenador de la competencia entre dirigentes. La insurrección en el PRI es parte de la insurrección democrática en el país, es necesaria y positiva como parte de ese proceso transformador. En la medida en que el PRD y el PAN se han convertido en opciones reales de poder, la afluencia de militantes y dirigentes que se salen del PRI será mayor. El problema estará en cómo darles cabida en los otros partidos sin que éstos pierdan su fisonomía y sus principios, pero la rotación de dirigentes debe verse como algo natural, así como la proliferación de partidos. En un futuro, probablemente el PVEM, el PT y ahora el Partido de Centro Democrático se convertirán en opciones importantes, cuando menos a nivel local. Si antes el PRI era el partido más grande, no es de extrañar que ahora muchos de sus militantes sean los que nutran el crecimiento de los otros partidos.