La Jornada 21 de febrero de 1998

En la política estoy siempre, pero mí vida, son las letras: Sergio Ramírez

César Güemes /II y última Ť Nicaragua no perdió a un sandinista, sino ganó a quien hoy es uno de los dos galardonados con el Premio Internacional Alfaguara de Novela 1998. Así concluimos, desde Managua, la plática con Sergio Ramírez.

--¿Cuál es la razón que lo lleva a decidirse por el título que finalmente le dio a la obra, tomando en cuenta que tuvo tantas posibilidades?

--Es un título que llega a los oídos de mucha gente. Me parece que eso ya está en la memoria de las personas. Puede parecer inocente, pero tiene muchas implicaciones con lo que te decía de la vida de Darío, del ambiente modernista, pero también con la dictadura de Somoza y con la figura, que luego se vuelve siniestra, de la esposa del fundador de la dinastía.

--De modo que en la novela se conjuga el homenaje al poeta y un señalamiento histórico.

--Es un homenaje a dos poetas, a Darío y a Rigoberto López Pérez, quien dispara contra Somoza. López Pérez tenía 26 años cuando llevó a cabo el atentado, y lo matan ahí mismo.

--¿Cómo es el hecho de haber dejado aparte la política para dedicarse a escribir?

--En la política estoy siempre, opino con frecuencia, estoy muy interesado por lo que ocurre en la vida del país. Pero eso es una cosa, y otra es estar montado en el escenario de candidaturas. Ahora mi vida es ésta, la de la creación literaria, el premio me entusiasma en ese sentido mucho más.

--¿Cómo fue el proceso de selección de material, ya que lo tenía todo, para quedarse sólo con una parte?

--Trabajé mucho tiempo estos materiales. Intenté la novela tres veces. Primero la dejé para escribir Castigo divino, luego para dedicarme a hacer Un baile de máscaras, y por fin la trabajé. Para entonces tenía una visión muy fría de lo que debía desechar. El año pasado le dediqué ocho o diez horas diarias a este libro. De manera que ya hice lo que es la escritura artística, con lo que debía de incluir y dejar de lado lo que desafortunadamente era imposible que entrara.

--¿A qué se debió la posposición doble de la novela?

--A que no estaba listo, no había encontrado las claves. Uno puede tener el material, pero sin las claves precisas no se avanza. En enero del 97 di con ellas, con la estructura. Sucedió como si fuera una revelación, una iluminación, uno no sabe cómo, sólo de repente se da y se tiene la idea de qué es lo que debe hacerse.

Evitar el despeñadero comercial

--En la historia que narra la novela, ¿el lector encontrará sorpresas, hechos que no cualquiera sabe de Darío?

--¡Cómo no!, cosas que serán interesantes, sorpresivas y amenas para el lector. Aquí en Nicaragua es una herejía decir que Darío era dipsómano, y en la novela está tratado como tal, aunque no peyorativamente. Lo que pasa es que lo era, y vivía luchando contra eso. Escribía a pesar de eso. Hay personas que creen que Darío se inspiraba borracho, lo cual tampoco es cierto.

--Ahora que con Margarita, está linda la mar, se desmitifica esa fracción de la vida del poeta, ¿no cree que esto le genere detractores?

--Va a haber aquí mucha polémica alrededor del libro. Hay en Nicaragua un establecimiento dariano que defiende a un poeta que nunca existió, a un Darío de bronce. Y ahora, cuando aparezca él en escenas violentas o amorosas, vamos a desmitificar al personaje, lo cual me parece que era necesario.

--El capitulado de la novela tiene la estructura del encabalgamiento, un recurso más propio del verso que de la prosa. Ahí hay una clara influencia poética.

--Se mueve siempre en dos planos, entre la conspiración para matar a Somoza y los hechos del pasado dariano. Todo eso llega a juntarse al final, desde luego. Es una estructura a dos caballos, hasta que en el capítulo titulado ``Fin de fiesta'' todas las aguas se juntan.

--Es como si hubiera dos Sergio Ramírez escribiendo una misma novela.

--O más de dos: en cada personaje y en cada lenguaje.

--¿Qué tanto influye el premio para el resto de su obra?, ¿cómo opera personalmente recibir un reconocimiento así?

--Tengo que cuidarme del premio, porque puede llevar al despeñadero comercial. Es decir, que me vuelva un escritor que piense que todo lo escrito se va a vender y ya me dará lo mismo. No quiero ser esa clase de escritor. Deseo aplicar siempre el rigor y la pasión a lo que hago. Quiero seguir con la disciplina literaria, no con la comercial.

--En dos ocasiones en esta plática ha mencionado la palabra disciplina. Escribe como si fuera una jornada laboral su tarea.

--Creo que no se puede conseguir una obra literaria si no es así. Muchos escritores desperdician su vida platicando lo que van a escribir y contándole a los amigos los argumentos, pero la única manera de escribir es escribiendo. Gozo mucho cuando creo y sufro al corregir, me muevo en esos dos universos. Pero si uno no corrige tampoco crece, porque la corrección es parte vital de lo escrito, no permitir nunca que se vean las costuras del texto.

--¿Esperaba ganar el premio, Sergio?

--Siempre hay esperanza cuando participas en un concurso, pero la reprime uno, porque si no se vuelve una frustración muy amarga. Cuando me hablaron Sealtiel y Fuentes me dio mucha alegría, porque supe que lo hicieron para decirme que había ganado, no que había perdido. Las buenas noticias son así.