Gilberto López y Rivas
Hablemos bien claro

Gracias a todos por su apoyo en estos tiempos tan inciertos

Resulta preocupante para el proceso de paz en Chiapas, que en la última semana se llevase a cabo una irresponsable provocación encaminada a crear un clima xenofóbico, precisamente en el momento en que llegaba al país una nutrida y representativa comisión internacional de observación.

La recurrencia a las interpretaciones racistas y maniqueas acerca de que los indígenas (y ahora, según el Presidente, sus mujeres y sus niños) son manipulados por la Iglesia, por antropólogos, por partidos, por grupos de los más variados intereses y, sobre todo, por extranjeros, ha estado presente a lo largo del conflicto.

Sin embargo, la gravedad de la actual campaña antiextranjera es que se realiza a partir de un esquema en el que participan, al parecer de manera concertada, un canal de televisión y funcionarios de la Secretaría de Gobernación, con la complicidad o anuencia de la Secretaría de la Defensa Nacional y el gobierno de Chiapas.

Tenemos que un helicóptero, proporcionado a particulares por funcionarios del gobierno de esa entidad, de manera irregular (ya que no se trataba de una misión oficial, ¿o lo era?) aterriza en el centro mismo de una zona de conflicto estrechamente vigilada por aire y tierra, precedido de vuelos rasantes de aviones militares.

El lugar escogido en La Realidad para el descenso es nada menos que el que ocupa el campamento de paz, que como el Cisen e Inteligencia Militar saben perfectamente, se encuentra en ese sitio hace más de dos años.

La presencia de extranjeros en esos campamentos de paz, que efectúan tareas humanitarias y de acompañamiento solidario en las comunidades indígenas, es también conocida por cualquiera que quiera conectarse por Internet, en donde se especifican las características y los pasos a seguir que deben cubrir estos voluntarios.

Así, el ``descubrimiento'' de extranjeros (¡oh, qué horror!) por parte de Televisión Azteca (transformados en ``mercenarios'' por el diputado Zúñiga) es llevada a cabo sabiendo a ciencia cierta que el objetivo del ``operativo xenofobia'' se cumpliría.

El segundo paso en el esquema de provocación consistió en invitar a legisladores, incluso a algunos miembros de la Cocopa, al programa Hablemos claro, en el que supuestamente ``se discutiría sobre los acuerdos de San Andrés''. La sorpresa fue, sin embargo, encontrar como ``introducción'' al debate la exhibición del citado reportaje (que pasará a los anales de las escuelas de comunicación para ilustrar lo que no debe hacer un profesional de la noticia) y, en seguida, una entrevista con uno de los subsecretarios de Gobernación, que con texto e imágenes previamente acordadas dio el banderazo de inicio de la campaña oficial contra la presencia extranjera en Chiapas.

Le seguiría sin dilación el apoyo solidario de los noticiarios de Fuerza Informativa Azteca, que desplegaron su infinita capacidad de manipulación y de manejo inescrupuloso y poco ético en sus tareas de comunicación.

¿Qué se pretende con esta campaña? Hacer difícil e incluso peligrosa la labor de observación internacional sobre el ejercicio de los derechos humanos en el país. Desacreditar con antelación el informe que la comisión internacional elaborará al final de su visita. Expulsar de la zona del conflicto a los testigos incómodos, que representan los observadores internacionales. Levantar una cortina de humo sobre el incumplimiento por parte del gobierno de los acuerdos de San Andrés. Agrupar a las fuerzas políticas y sectores sociales proclives a las acciones represivas en torno al aislamiento y el desgaste del EZLN, debilitando de paso a la instancia de coadyuvancia e intermediación. ¿Será posible que la provocación y la simulación tengan éxito en el logro de estos propósitos?