ASTILLERO Ť Julio Hernández López
En Hidalgo ha estallado la inconformidad de maestros pertenecientes al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), quienes denuncian antidemocracia en la elección de sus delegados a un próximo congreso nacional, corrupción en el manejo de los recursos educativos y un manejo faccioso de la vida laboral, con retención de salarios y aguinaldos, cambios de adscripción y ceses contra los inconformes.
En protesta por los excesos cometidos contra los maestros de base, desde ayer se instalaron en huelga de hambre a las afueras del palacio de gobierno, ocupado por Jesús Murillo Karam, los profesores Aarón Austria García y Justino García Hernández, quienes son secretarios de Trabajo y Conflictos de Primarias, y de Asuntos Jurídicos, respectivamente, del comité ejecutivo de la sección 15 del SNTE.
La batalla interna que hoy tiene su epicentro en Pachuca no tiene como partícipes a los tradicionales disidentes del sindicalismo magisterial ni a grupos acusa- dos de pertenecer a partidos adversos. Los profesores que se han rebelado se asumen como una corriente institucional, y una buena parte de sus cuadros directivos reconoce filiación priísta, aunque tienen cuidado de precisar que su movimiento no está signado por banderías de partidos.
En todo caso, ha sido el hartazgo el que les ha llevado a protestar. Un hartazgo derivado de las condiciones asfixiantes en las que se ejerce el poder gubernamental estatal. Un hartazgo por la manera como cotidianamente se les engaña y se les manipula. Aun cuando oficialmente nadie pronuncia el nombre de Jesús Murillo Karam, la causa real de la inconformidad es el estilo opresivo con el que ejerce el poder este gobernador, digno representante de la línea más dura del priísmo tradicional, miembro silencioso pero eficaz del famoso sindicato de gobernadores al que pertenecen personajes como Manuel Bartlett, Roberto Madrazo, Víctor Cervera y Mario Villanueva, entre otros.
Marrullerías para desmoralizar
La historia de la rebelión institucional de los profesores hidalguenses tuvo un momento central en octubre del año pasado, cuando pelearon la dirigencia estatal sindical los representantes de las dos corrientes en pugna: la oficial, apoyada plenamente por el gobernador Murillo Karam, con Cosme Hernández Ortega, y la institucional, encabezada por Moisés Jiménez.
Pero con todo y el volcamiento del peso oficial en favor del candidato gubernamental, la diferencia de votos fue mínima: 235 votos para Hernández Ortega y 221 para Jiménez. A pesar de las objeciones derivadas de distintas anormalidades que influyeron en el cerrado resultado, Jiménez prefirió evitar rupturas y entonces, de acuerdo con criterios de proporcionalidad, se integró un comité seccional en el que los institucionales tendrían una decorosa presencia.
Sin embargo, la parte oficialista desplegó desde entonces una ofensiva en la que tuvo un papel central el director del Instituto Hidalguense de Educación, Jaime Costeira, quien, como prolongación de la voluntad del gobernador del estado, se dedicó a obstaculizar las gestiones realizadas por los profesores no oficialistas.
La consigna era sencilla: desmoralizar a los maestros que se habían enrolado en el movimiento contra la corrupción y la arbitrariedad; demostrar a los inconformes que el camino de la disidencia no era el correcto, pues acarrea problemas y, en cambio, el sometimiento a las vías tradicionales sí reditúa buenos resultados.
En este punto conviene reproducir algunas de las graves acusaciones hechas por los maestros en huelga de hambre y por la comisión que les apoya. Destacan, entre otras, las siguientes irregularidades:
``Carrera magisterial (...) a maestros con créditos suficientes para ser promovidos, les es negada esta oportunidad argumentando falta de puntuación y techo financiero, pero hay quienes tienen este beneficio sin más mérito que sus amistades personales, corrompiendo así esta modalidad de superación económica.
``Escalafón (...) todos sabemos que hoy en día es sólo un organismo que legitima el ultraje de derechos y que lesiona la oportunidad de promoción económica de quienes sí tienen créditos suficientes para sustentar su aspiración.
``Falta de respeto a la investidura de los secretarios del comité seccional (...) mediante órdenes burocráticas directas, suspensión de aguinaldos, ceses, cambios de zona sin el concurso de la autoridad sindical, cambio de relaciones laborales convirtiendo a sindicalizados en personal de confianza, firma de contratos individuales y negativas al otorgamiento de dobles plazas por jubilación y para desempeñarlas''.
Libando espero...
El miércoles de la semana pasada se realizó el congreso seccional extraordinario del SNTE que habría de elegir delegados del estado de Hidalgo al congreso nacional de ese sindicato, que se realizará a finales de la primera quincena del próximo mes de marzo.
Instaladas que fueron las mesas de trabajo, de pronto se vieron violentadas por el arribo de personas desconocidas que con gafete de delegados efectivos tomaron el control numérico de las sesiones. Ya desde la inauguración formal del congreso se habían manifestado con gritos las antipatías ganadas por el líder oficialista Hernández Ortega y por el funcionario del ramo, Costeira. Los institucionales estaban confiados en ganar la mayoría de los lugares en disputa pero, ante la irrupción de los desconocidos, demandaron la presencia de Francisco Quevedo Gallardo, comisionado por la directiva nacional del SNTE para organizar el congreso hidalguense.
Quevedo Martínez apenas se asomó al escenario de las discusiones, ya en la noche del jueves 19, y pidió que le concedieran quince minutos de espera. Pero pasaron los minutos y las horas, con las mesas de trabajo imposibilitadas para continuar adelante por las evidentes irregularidades cometidas, sin que el comisionado regresara con la solución esperada que, presumiblemente, estaría preparando.
Cansados de la sospechosa espera, algunos profesores descubrieron la verdad: Quevedo Gallardo, acompañado de varios allegados a Cosme Hernández Ortega (entre ellos el propio secretario particular, Fausto de la Cruz, y varios secretarios seccionales), departían alegremente, botella de Don Pedro de por medio, en un área privada del salón de eventos sociales D'Caprio, que es donde se realizaba el congreso.
Un maestro, Doroteo Leyva, increpó a los líderes sindicales por embriagarse mientras ellos les esperaban pacientemente. La profesora Salustia Villanueva Falcón, de la zona escolar 055, pretendió seguir a uno de los bebedores, Ignacio Morales Gamero quien, según la profesora, la amenazó con una pistola. El médico Julio Ortega arribó al lugar, a petición de otros profesores, para dar fe del estado de sobriedad o ebriedad de los líderes sindicales, sin que éstos aceptaran someterse a la prueba. En todo caso, tales líderes aseguraron que estaban siendo objeto de un secuestro. De todo hay fotografías y videograbación.
Finalmente, mediante negociaciones en las que se prometió, sin cumplirlo posteriormente, restablecer la legalidad democrática del congreso, se permitió que el comisionado y sus acompañantes abandonaran el lugar.
Al otro día, con el retiro en protesta de la mitad de los asistentes, se dio por terminado el congreso.
Resultado: todos los delegados al congreso nacional pertenecen al grupo en el poder.
Por ello, entre otras cosas, dos secretarios del comité seccional han decidido plantarse en huelga de hambre, pidiendo respeto a la pluralidad sindical, demandando auténtica democracia y creyendo que es tiempo de restituir al magisterio la dignidad tanto tiempo secuestrada.
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