José Blanco
El modelo Monreal

Con un saludo afectuoso a Hermann Bellinghausen

La vida cotidiana hace tiempo superó a la ficción. Entre los últimos hechos conocidos está el caso del grupo antisecuestros de Morelos, dedicado al secuestro; o el de Horacio Brunt, director de Inteligencia del Instituto de Combate a las Drogas (1994-1996), presunto gran capo de narcos. La lista de este aparente mundo del revés es infinita.

A este mundo aparente pertenecen también, entre muchas otras, las postulaciones de Layda Sansores y de Ricardo Monreal por el PRD, más otras en gestación. Ahí viene Veracruz.

La línea política de este partido es alcanzar la final derrota del PRI absolutamente a cualquier precio, como lo señalaran los precandidatos renunciantes del PRD en Zacatecas y como lo han dicho mil veces muchos otros dirigentes perredistas. En estos días la prensa ha documentado con amplitud suficiente el pertinaz antiperredismo de Monreal. Hoy es el candidato del PRD para derrotar al PRI.

Veamos entonces un curso posible de los hechos que vienen. Este será un año entre bueno y regular en términos macroeconómicos; pero si el precio del petróleo continúa con presiones a la baja, los ajustes al presupuesto también continuarán. Tendremos también el primer año de franco deterioro en la balanza comercial externa, que se verá agravado por las crisis devaluatorias de Asia. En 1999, con el propósito de que ese deterioro no avance, el gobierno habrá de frenar la actividad económica. Entre tanto, la situación de la banca comercial empeorará: la cartera vencida volverá a crecer con rapidez, más aún si se genera un ambiente recesivo.

Por tanto, antes de que los beneficios del crecimiento reciente lleguen a los bolsillos de las familias mexicanas, la coyuntura macroeconómica a la baja volverá a alejar la posibilidad de una mejora en las condiciones de vida de las mayorías. El sentimiento antigubernamental de la sociedad, por ende, seguirá creciendo velozmente.

En ese marco y durante ese lapso, Manuel Bartlett, ya lanzado a la palestra, hace un trabajo exitoso de unificación de corrientes e intereses priístas regionales en numerosos estados de la república, conformando un frente poderoso de jefes ``dinosáuricos'', líderes ``nacional-populistas'', bases priístas tradicionales (agrarias y ``populares''), y una buena porción de pequeños empresarios (locatarios, taxistas, comerciantes y un largo etcétera). El frente reclama el cumplimiento de los ``postulados de la Revolución'' y una ``justicia social'' efectiva, y demanda al PRI la candidatura de Bartlett para el 2000.

Conforme ese proceso avanza, el frente ``nacional-populista'' y el grupo ``neoliberal'' que gobierna desde el régimen de Miguel de la Madrid, se polarizan sin remedio. El segundo queda en minoría al interior del PRI pero, en cambio, recibe apoyo de otras grandes fuerzas de poder real: el capital nacional e internacional, los gobiernos de la OCDE, especialmente el de Estados Unidos, y las instituciones económicas de regulación internacional, dado que el grupo les garantiza una política coherente con la globalización y con la búsqueda permanente del equilibrio macroeconómico. Durante este mismo proceso, Marcos y simpatizantes contribuyen a la derrota del gobierno, negándose a cambiar ni una coma al proyecto de la Cocopa y sacándole jugo a placer a los muchos pasos en falso del gobierno en Chiapas, como en el caso de los extranjeros.

El grupo ``neoliberal'' intenta imponer su propio candidato y la liga se estira hasta reventar: Bartlett se marcha del PRI con su frente ``nacional-populista'', que es recibido desde luego por el PRD, quien le ofrece la candidatura presidencial a cambio de que adopte el programa de ese partido, asunto que no representa problema alguno. El PRD ve en este movimiento la oportunidad histórica de derrotar al PRI (con grandes probabilidades de lograrlo). El grupo ``neoliberal'' sale por fin del gobierno y se consuma así la transfiguración del PRI en PRD.

El grupo perdedor se queda con un PRI ``neoliberal'' notoriamente reducido, y el nuevo PRI en el gobierno se ve ante la disyuntiva de enfrentar una crisis económica sin precedentes por la huida de capitales, o de adoptar el programa ``neoliberal'' que le exige el capital internacional y el proceso de globalización. Por supuesto, se decide por lo segundo (aunque acaso logran convencer al exterior de la necesidad de aumentar en alguna medida los programas de beneficio social). El PAN juega el papel de un asombrado espectador. Un happy end digno de esta historia termina con la reconciliación de ambos PRI(s) ``neoliberales'' (aunque con la sociedad en ruinas).