No hay duda que el poder ensordece. Es también preclaro que resta visión y desensibiliza. Desde las alturas casi nada huele mal y todo marcha sobre ruedas. Son contados o inexistentes los casos de presidentes cuya humildad e introspección se incrementen durante su reinado o cuando éste finaliza. La vieja idea, ``el poder corrompe'' es cierta. Y si a ese poder se agrega desconocimiento, la mezcla suele ser atroz. Es lamentable, pero necesario, referirse otra vez a las ``nuevas'' opiniones de José Barroso --presidente de la Cruz Roja Mexicana-- en relación al condón y al sida.
Sus aseveraciones --son realmente suyas pues se desconocen las fuentes-- deben confrontarse contra las de miles de investigadores y humanistas en todo el mundo dedicado a desentrañar los retos del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Además, la carga moral implícita en el sida, exige que las palabras contengan ética y conocimiento. Esta enfermedad, como ninguna otra, es, a la vez, un ensayo sobre la vida humana y un compendio de encuentros y desencuentros. En ese sentir, respetar, comprender y avalar el conocimiento es ético. No hacerlo puede ser amoral. No en balde organizaciones como la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología han solicitado a la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja su apoyo para destituir a Barroso.
Ofrecemos, en contraposición a las opiniones de Barroso, algunos ``datos duros''. Acorde con el Morbidity and Mortality Weekly Report que es la publicación oficial de los Centros para el Control de Enfermedades en Estados Unidos, ``...los condones de látex, usados consistentemente y de manera correcta, son altamente eficaces para prevenir la infección por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual''. La conclusión anterior es ciclópea pues se obtuvo al estudiar parejas discordantes, en la que uno(a) estaba infectado y el otro(a) no. Dos estudios similares --referencias disponibles-- en compañeros discordantes, demostraron que sólo tres de 294 personas que usaban consistentemente el preservativo se infectaron.
Es evidente que el peso y la repercusión de todo dislate se incrementa si el mensaje se aparta o contradice el alma mater. La Cruz Roja es una organización internacional con diversas casas pero sólo una ideología. Las palabras del señor Barroso no deben violentar ni la filosofía, ni las normas, ni el espíritu de la Cruz Roja Internacional y del Movimiento de la Media Luna Roja. Aun cuando en México el poder de los presidentes es infinito y libre de todo cuestionamiento --o bien, estéril en todas sus acepciones--, las afiliaciones con sociedades internacionales requieren respeto. Las ideas del presidente de nuestra Cruz Roja atentan contra tres de los siete pilares de dichas agrupaciones.
Humanidad, imparcialidad y universalidad son piedras angulares de la filosofía de la Cruz Roja. Las reiteradas observaciones de Barroso en relación a la ineficacia del condón y a sus preferencias por tratar a enfermos con males respiratorios o digestivos en vez de aquéllos que padecen sida es alarmante. Sus preceptos son antihumanos, parciales y excluyentes y atentan contra los pilares de la benemérita institución. Y no sólo eso: su desconocimiento, transgrede el valor del saber. ¿Qué dice la American Red Cross?
El Hispanic SIDA Program, editado por la asociación estadunidense, es un folleto para que las familias se enteren como prevenir el VIH/Sida. En dichos manuales, ``de papel'', reales, corroborables y no etéreos como las afirmaciones de Barroso, y, por supuesto, exentos de maniqueísmo, de endiosamientos y de presidentes, se lee: ``los condones le pueden salvar la vida''; ``use condón en cada relación sexual. Un solo contacto sexual sin usar condón es todo lo que se necesita para ser infectado por el VIH''; ``los condones protegen a su familia del VIH''; ``la fidelidad en la pareja ayuda a prevenir el sida'', etcétera.
Sería prudente que los directivos de nuestra Cruz Roja conociesen esta información y obligado que expliquen su ideario al público que deposita con cariño su óbolo: ¿apoyan a Barroso o respetan las normas internacionales?
Si bien en nuestro México lo inimaginable es real, una organización pública dedicada a atender enfermos, no puede decirse benemérita ni humana si las vidas de quienes padecen sida con juzgadas bajo las lentes de la intolerancia.