Alejandro Nadal
Las exportaciones irreales de Secofi

La Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi) anunció que las exportaciones mexicanas alcanzarían la prodigiosa cifra de 120 mil millones de dólares en 1998, otro ejemplo del éxito de la política económica del gobierno. Pero las cuentas de la Secofi inducen al engaño y disfrazan los graves problemas estructurales que padece el sector exportador en México.

En primer lugar, la cifra total de las exportaciones mexicanas está inflada artificialmente porque incluye las exportaciones brutas de la industria maquiladora, aunque no involucran movimiento de divisas. Que juzgue el lector con un ejemplo: una planta maquiladora recibe (de otra planta del mismo grupo) componentes para televisión por un valor de 37 dólares; las obreras ensamblan las partes y reciben un salario de cinco dólares, otros dos dólares van a rentas de local y uno para embalaje. Acto seguido, la televisión ensamblada es reenviada al exterior y, según Secofi, ``exportamos'' 45 dólares. En realidad, el valor neto de exportación (efectivamente acompañado de un movimiento de divisas) es el valor agregado nacional de ocho dólares. De los 45 dólares sólo ocho ingresaron al espacio económico mexicano.

Es obvio que el valor de las exportaciones netas de las maquiladoras corresponde al valor agregado nacional y es necesario corregir las cifras de Secofi. La corrección (usando estimaciones para 1998) pasa por restar a las exportaciones brutas totales el monto de las importaciones de las maquiladoras y sumar el valor neto de las exportaciones de este sector. Para 1998, el resultado es que las ventas externas reales de México serán 83 mil millones de dólares. No es un resultado del todo malo, pero sí muy lejano de la propaganda oficial.

¿Por qué no gustan esos números en Secofi? Porque las cifras reales revelan las debilidades estructurales del sector exportador con elocuencia. Por un lado, habría que corregir a la baja las exportaciones totales de algunas ramas industriales consideradas las protagonistas exitosas del programa neoliberal. Las industrias automotriz y electrónica, grandes beneficiarias del TLC, operan en muchas de sus líneas de producción como maquiladoras y sus exportaciones netas son significativamente menores a las cifras oficiales.

Después de la corrección puede apreciarse el peso real de las exportaciones petroleras, pues representan más de 13 por ciento del total de las exportaciones, y si corregimos a la baja las exportaciones brutas de los consorcios automotrices y electrónicos probablemente superen 15 por ciento del total. Eso explica el impacto de la caída del precio del crudo sobre la balanza comercial.

Desde luego, el problema más grave que esconde la manipulación de cifras es el retorno del déficit comercial. ¿Por qué no mejor informa Secofi que en 1998 el déficit comercial alcanzará 7 mil millones de dólares? Porque revelaría lo efímera que resultó la nivelación de las cuentas externas con el miope programa recesivo impuesto por el gobierno hace dos años.

Eso no es todo. Haciendo abstracción de las exportaciones de maquiladoras y petróleo, se observa que el resto del sector exportador nunca ha sido capaz de generar un saldo superavitario. Aun en 1995, con una extraordinaria devaluación y caída de las importaciones, el saldo comercial sin maquiladoras y petróleo arrojó un déficit superior a 4 mil millones de dólares; es decir, el superávit comercial total de ese año se explica por las maquiladoras y el petróleo. Eso prueba que México no cuenta con un sector exportador robusto y bien integrado a la economía nacional. También prueba que la estrategia exportadora de Secofi se funda exclusivamente en una mano de obra pagada con salarios de hambre.

Para concluir, la Secofi también anunció con beneplácito que México es el segundo socio comercial de Estados Unidos. Pero eso revela una malsana concentración de exportaciones reforzada por el TLC. El acuerdo comercial con la Unión Europea podría contribuir a diversificar exportaciones, pero las negociaciones tardarán años porque los europeos desaprueban el contenido del TLC en materia de reglas de origen. (De hecho, es dudosa la compatibilidad de ese capítulo con las disposiciones del GATT-1994). Por eso son grotescas las declaraciones del señor Phillips Olmedo del Comité Ejecutivo Nacional del PRI acerca de que la acción de extranjeros en Chiapas daña la imagen de México y retrasa la firma del acuerdo comercial con la Unión Europea. Lo que retrasa realmente esas negociaciones es la estructura del TLC, documento mal concebido y torpemente negociado.