La Jornada 27 de febrero de 1998

Ignorancia o colusión de gobiernos que alientan su uso, acusa el clérigo

José Antonio Román, enviado, Ciudad del Vaticano, 26 de febrero Ť El condón es una ``gran farsa'' y los gobiernos que promueven su uso para combatir el sida como problema de salud pública, ``o son ignorantes o simplemente le hacen el juego a los grandes laboratorios productores del latex'', afirmó el presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios de la curia vaticana, el arzobispo mexicano Javier Lozano Barragán.

Estas palabras ``les sabrán muy mal a muchos gobiernos y muchas personas, pero desde hace cinco mil años el Señor nos lo dijo muy claro a través del sexto mandamiento: `No fornicarás'. El que no cumpla, ya sabe a qué se atiene. No hay de otra'', expresó de manera tajante la posición de la Iglesia católica.

Sin embargo, aseguró que por ningún motivo se debe negar la atención médica a quienes han sido contagiados por el VIH, pues es como afirmar erróneamente que esa persona carece de dignidad humana. ``El enfermo de sida es, quizás, uno de los enfermos más necesitados, pues el Señor a los más necesitados les dio el título de Cristo cuando dijo: `lo que hagan con el más pequeño lo hacen conmigo'''.

Entrevistado en sus oficinas de la Comisión Pontificia, lo que equivale a una secretaría de salud, Lozano Barragán se refirió también a las prioridades que tiene un país en esta materia, más aún en una nación que, como México, ``tiene muchos problemas y un enorme camino que recorrer'', sobre todo en la medicina preventiva y en la atención de enfermedades infecciosas.

Lozano Barragán, único jerarca mexicano que preside un Pontificio Consejo en la curia romana, se refirió a una serie de estudios solicitados por el Vaticano, en los cuales se demuestra científicamente que el virus del sida es 500 veces más pequeño que la porosidad de la fibra con que se elabora el condón, que originalmente fue inventado para evitar el embarazo, en lo cual tampoco es totalmente efectivo.

Es decir, agregó, es como querer hacer un recipiente de agua con una regadera. Todo se cuela. De esta manera, según los estudios científicos, el uso del condón para combatir el sida es una gran farsa, aunque los laboratorios que los venden insistan en su enorme infalibilidad. Lo hacen para mantener sus ganancias a nivel mundial.

Este problema, apuntó, lejos de resolverse, se agrava cada vez más a nivel mundial, además de que el descubrimiento de alguna vacuna no se observa cerca, debido a la constante mutación que registra el virus, según las últimas investigaciones científicas.

Dijo que los gobiernos tienen la obligación de cuidar que las condiciones en que vivan las personas sean óptimas, para llegar a su máximo desarrollo, pero reconoció que ante el sida se está frente a uno de los problemas más íntimos, donde la autoridad pública no puede hacer mucho, pero tampoco debe promover algo que es falso. Cualquier cosa que no viene de adentro del corazón es imposible de alcanzar, agregó, como es la abstinencia y la fidelidad.

Con respecto a las declaraciones del presidente de la Cruz Roja Mexicana, Javier Barroso Chávez, sobre la no atención a los enfermos de sida, el jerarca eclesiástico opinó que la misma no se debe negar a nadie, aunque las instancias que se dedican a esta tarea, incluyendo desde luego al gobierno, están obligados a planificar su trabajo para atender a un mayor número de personas, dando prioridad a lo más urgente.

Por ello, dijo, también es necesario saber cuáles son las enfermedades o padecimientos que tienen mayor incidencia en cada país. De lo que se conoce, el problema de México está sobre todo en medicina preventiva y enfermedades infecciosas; pero luego, de acuerdo con los avances que se tengan, seguramente vendrá más la preocupación por los tumores y los males funcionales, que son propias de un país que ha resuelto sus necesidades básicas en el campo de la salud. Por lo pronto, hay mucho camino que recorrer, apuntó.

En otro sentido, el arzobispo mexicano aseguró que la exigencia de la salud es actuar de tal forma que los pueblos del mundo puedan llegar a un grado que les permita conducir una vida social y económicamente productiva, de acuerdo con el ambiente mundial, respetando los valores del pasado, adaptándose a los cambios y necesidades actuales y proponiendo soluciones para el futuro.