Carlos Marichal
La banca extranjera desembarca en 1998

Después del estallido de la Gran Depresión, en 1929, en México se acentuaron el nacionalismo y el proteccionismo económicos y en 1931 se promulgó una ley bancaria que obligó a casi todos los bancos extranjeros a dejar estas tierras. Por ello, durante más de 50 años la banca de capital privada nacional tuvo una situación sumamente ventajosa, ya que disfrutó de un virtual monopolio en las operaciones comerciales bancarias en la República.

Hoy esta situación está cambiando velozmente: bancos españoles, canadienses, británicos y estadunidenses, entre otros, están tomando posiciones cada vez más importantes en el mercado financiero doméstico. La invasión de los banqueros internacionales es, en buena medida, consecuencia de la crisis del sector bancario mexicano, provocada por la inexperiencia e incapacidad de gran número de neobanqueros mexicanos que no supieron administrar sus empresas tras la privatización de la banca comercial, en 1990-92. Esta mala administración fue una de las causas fundamentales de la crisis económica de 1995-96 y de sus secuelas, incluido el gigantesco problema de la cartera vencida y del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), los cuales investiga el Congreso de la Unión.

Entre las primeras empresas extranjeras en tomar posiciones importantes en la banca comercial de México aparecen firmas españolas y canadienses. Allí están los casos del Bank of Nova Scotia, con acciones en Inverlat; el Bank of Montreal, en Bancomer, así como el Banco Santander, que controla el Banco Comercial Mexicano, y el Banco Bilbao-Vizcaya, en Probursa. En cada caso pudieron aprovechar extraordinarias concesiones del gobierno, que invitó al Fobaproa a asumir gigantescas deudas vencidas de los bancos mexicanos para asegurar que los inversores extranjeros se comprometieran a entrar al negocio bancario nacional.

Ahora, en 1998, observamos una nueva ola de inversiones protagonizada por banqueros británicos y estadunidenses. En primer lugar está la reciente compra de 20 por ciento de las acciones de Banca Serfin por el Hong Kong and Shangai Bank (HKSB), grupo de capital inglés y uno de los mayores bancos comerciales del mundo, con más de 3 mil 400 oficinas y 100 mil empleados en más de una veintena de países. Simultáneamente, el banco más conocido de Estados Unidos, J. P. Morgan And Company, se ha comprometido a adquirir otro 8.6 por ciento del capital de Serfin, para lo que pagará 68 millones de dólares. Al mismo tiempo, tanto Morgan como la enorme compañía de seguros alemana, Allianza AG, están ocupados en la adquisición del Grupo Financiero Bancrecer, aunque todavía esperan que concluya el paquete de rescate organizado por el gobierno mexicano, ya que no desean que la adquisición les salga demasiado cara. Por último, el banco comercial con más tradición en el país, el Citibank-México espera la entrega oficial de Banca Confía, institución que adquirió el año pasado pero que por motivos de insolvencia todavía está en proceso de restructuración por la Secretaría de Hacienda.

Es posible que el documento de la banca extranjera en México prometa un manejo futuro más eficiente del sector, tan lastimado por un amplio contingente de incompetentes banqueros nacionales. Pero también es cierto que no son los financieros extranjeros los que han pagado el grueso del rescate bancario, sino los contribuyentes nacionales. Unos pagan y otros se benefician: es una vieja y cruel paradoja de la economía de mercado.