El ascenso de Rivera Carrera, por su manejo del poder: analistas
Karina Avilés /I Ť Miembro del grupo papable que encabeza el colombiano Alfonso López Trujillo (ex presidente de la Confederación Episcopal Latinoamericana), fiel a las directrices del Vaticano y parte de la ``generación Prigione'', el nuevo cardenal mexicano es descrito así por el párroco de Coxcatlán, Anastasio Hidalgo: ``humanamente no es humano''.
--¿Cómo lo definiría?
--Por su apellido.
--¿Rivera?
--No, Carrera. Carrera por el poder.
Sí, Norberto Rivera Carrera, el arzobispo primado de México.
Defensores y detractores hacen un esbozo del máximo dirigente católico en la metrópoli: ``intransigente'', ``autoritario'', ``de presencia fuerte'', ``rudo de estilo'' y ``cuando se propone una cosa, la lleva a término caiga quien caiga''.
Sin embargo, casi todos tienen una sola coincidencia sobre el duranguense: ``maneja una especial sabiduría, pero para el control del poder''.
Perteneciente a ``una línea integral que tiene sus raíces más fuertes en una gran corriente vaticana en torno a la familia, la moral sexual y la moral social, Rivera Carrera forma parte de un grupo papable'' latinoamericano, dirigido por el cardenal López Trujillo, afirma Bernando Barranco, analista de asuntos religiosos.
Pero, por otra parte, diversos especialistas señalan que no puede hablarse sobre el que fuera obispo de Tehuacán sin apuntar sus nexos con el ex nuncio Girolamo Prigione, ``por el que pasó 95 por ciento de los cambios actuales'' de la jerarquía católica en México.
Al ser ubicado dentro de obispos conocidos como ``la generación Prigione'', la trayectoria de Rivera sorprende, ``como si alguien que fue presidente municipal de Villa del Carbón lo lanzaran de candidato a gobernador del estado de México'', según las palabras del director del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), Emilio Alvarez Icaza.
Pese a que en la Iglesia no hay militancias entre grupos, sino más bien ``identidades'', opina Icaza, Rivera fue apoyado por Prigione como ``una apuesta a largo plazo''.
Fue utilizado por Priogione para ``golpear'' a un sector de la Iglesia
De tal modo, el ahora cardenal fue utilizado por Prigione para ``golpear a un sector de la Iglesia'', por ejemplo, al cerrar el Seminario Regional del Sureste (Seresure), fundado precisamente por los obispos Samuel Ruiz, de San Cristóbal de las Casas; el emérito de Oaxaca, Bartolomé Carrasco; el de Tehuacán, Rafael Ayala, y el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, señala Alvarez Icaza.
Para Bernardo Barranco, la influencia del representante del Vaticano resultó ``importante'', pero ``no determinante''. El ascenso de Rivera ``fue sorpresivo; la gente se inclinaba por cardenales más visibles''.
El clero metropolitano se articuló en torno a Sergio Obeso, aunque también se mencionaba a Posadas Ocampo, antes de que lo mataran, señala.
``Otro de ellos era Javier Lozano Barragán, el Octavio Paz de los obispos mexicanos, que ahora está en el Vaticano; pero no salieron porque no eran las personas más adecuadas al momento que estaba viviendo ya el país'', añade.
No obstante, el 13 de junio de 1995, Norberto Rivera fue designado arzobispo primado de México. Era un martes caluroso, el cura todavía radicaba en el estado de Puebla, como obispo de Tehuacán, cuando dijo: ``Yo no creo estar capacitado ni ser digno para este nombramiento. Yo no era el indicado''.
El salto a la fama
Apenas habían pasado unos días de su mandato cuando Rivera ``saltó a la fama'', recuerda el doctor Manuel Canto, especialista en religión.
Ese día, estaban los fieles reunidos para conmemorar el décimo aniversario del terremoto y, de repente, escucharon en voz de monseñor Rivera: ``la crisis económica es peor que los sismos''.
Al irse a la yugular de quienes dirigen la economía, ``hubo un extrañamiento por parte de Gobernación'', pero a partir de eso ``se dio cuenta de que sus opiniones podían contar; después hizo declaraciones sobre el TLC, sobre la falta de protección a los trabajadores migrantes; es más, El Barzón tenía la intención de invitarlo a una conferencia junto con otras personalidades'', dice Canto.
De esa manera, sus primeros discursos ``sorprendieron por su crítica a los excesos de la autoridad'', apunta Alvarez Icaza.
Después, ``siguió haciendo declaraciones, pero en otro sentido. El asunto es más de fondo. Mi impresión es que Norberto Rivera no tiene línea'', puntualiza Canto.
Asume ''un discurso que pareciera antagónico, o crítico al gobierno, pero en realidad no tiene un discurso de acción, de cambiar las estructuras'', señala Alvarez Icaza.
Del mismo modo que manifestó su crítica a la política económica del presidente Ernesto Zedillo, también justificó el proselitismo del primer mandatario en favor del Partido Revolucionario Institucional, en la pasada contienda electoral, señalan analistas.
Pero sus actos, advierte Barranco, ``no son para apoyar a tal o cual partido, sino para robustecerse ellos (la Iglesia), aunque en términos de una lectura doctrinal teológica su perfil estaría más cercano al Partido Acción Nacional; en términos pragmáticos, al PRI, porque es un hombre de resolución, y en términos de temperamento, al Partido de la Revolución Democráticas, porque es un hombre de temperamento fuerte''.
Por otra parte, manifiesta el párroco de Coxcatlán, Anastasio Hidalgo, ``él de por sí ha sido muy cercano a todo tipo de autoridad, tanto eclesial, como civil; para Rivera eso no es problema, se sabe mover allí'', y hay quienes hablan de su cercanía con el gobernador de Puebla, Manuel Bartlett, y una poderosa familia de Tehuacán: los Romero.