A la memoria de don Piotr Oleshko, un caballero
Con motivo de la reducción de los precios del petróleo en el mercado mundial, el gobierno anunció un recorte sustancial en el gasto público. Dada la elevada ponderación que dentro de los ingresos del sector público tienen los derivados de la actividad petrolera, la caída en los precios del energético impacta fuertemente los ingresos gubernamentales. Si el descenso en los ingresos del sector público no es acompañado de un recorte en el gasto, se generará un déficit en el presupuesto, lo que, en la lógica del gobierno derivará en presiones inflacionarias. La reducción en el gasto público, al contraer los programas gubernamentales, generará el descenso en la demanda global, lo que acarreará una caída en los niveles de producción y empleo, elementos que representan el costo que el país debe pagar con el fin de evitar presiones inflacionarias.
Ya en el primer semestre a los estudiantes de economía de todas las facultades del mundo se les enseña a distinguir entre dos situaciones: en el caso que la economía esté utilizando plenamente su capacidad productiva, o sea, cuando existe pleno empleo entre los trabajadores y las empresas que están produciendo a su máxima capacidad, la expansión de la demanda no está en condiciones de generar un incremento de la producción, dado que no existen recursos ociosos disponibles. En este caso, la demanda incrementada sólo derivará en aumento de los precios. Una situación diferente es la que se presenta si existen recursos desempleados, tanto de trabajadores como de capital. En este caso, la expansión de la demanda derivará en aumento de la producción, en el uso más pleno de la capacidad productiva, siendo el impacto sobre los precios nulo o reducido. O sea, en una economía que se encuentra en este último caso, el crecimiento de la demanda no puede tener un impacto inflacionario significativo. Dado que uno de los componentes de la demanda está representado por el gasto público, en esta situación es despreciable el efecto inflacionario que tiene el déficit en las cuentas fiscales.
La situación actual de la economía mexicana no está representada por el primer caso descrito, sino por el segundo. Todos los antecedentes señalan que el país dispone de recursos subutilizados significativos. Esto es evidente en el caso del trabajo. Aunque el último dato de desempleo abierto reportado por el INEGI estaría señalando que existe pleno empleo, es conocido que este antecedente oculta el hecho de que una proporción muy significativa de los trabajadores del país --que según algunas estimaciones llegaría al 40 por ciento de la población económicamente activa-- se encuentra subocupada en el sector informal. Por otra parte, las encuestas a empresarios nacionales indican que el margen de subutilización de la capacidad instalada de las empresas es significativo, lo que es corroborado por la expansión del producto registrada en los últimos meses sin grandes esfuerzos de inversión. En otras palabras, en la situación actual de la economía mexicana, el déficit público no puede tener consecuencias inflacionarias significativas.
Se podrá argumentar que el descenso en el precio del petróleo está limitando la capacidad de crecimiento de la economía por el lado de las divisas, lo que haría necesario contraer el nivel de actividad económica con el propósito de evitar un desequilibrio externo serio. Sin embargo, del total de ventas al exterior, la proporción representada por las exportaciones petroleras es relativamente pequeña, por lo que la captación de divisas no podrá verse disminuida en un margen significativo. Además, el déficit en cuenta corriente del balance de pagos que actualmente tiene el país resulta manejable, y puede esperarse que se mantendrá dentro de límites aceptables en virtud del estímulo a las exportaciones derivado del deslizamiento del peso. Hay sectores que señalan que, no obstante la devaluación del peso, será difícil aumentar las exportaciones dada la caída en los niveles de actividad económica en todo el mundo derivada de la crisis asiática. Sin embargo, ya que la mayor parte de las exportaciones del país se dirige a Estados Unidos, la demanda por exportaciones mexicanas en este país se vería afectada en forma importante sólo si la economía estadunidense fuese impactada muy significativamente por la crisis de Asia. Todos los antecedentes están indicando que esto no será así.