La Jornada 28 de febrero de 1998

Los temas del cine político, vigentes, dice Costa-Gavras

Gabriel Lerman, especial para La Jornada, Los Angeles, Cal. Ť A finales de la década de los sesenta supo conmover a un mundo particularmente sensible a los temas políticos con Z, su devastador retrato de la tiranía griega de aquel entonces. Ese filme no sólo arrasó con los Oscares y todo premio que le pusieron por delante en su momento, sino que ha quedado como uno de los clásicos más contundentes del cine político de todos los tiempos. Casi tres décadas después, Costantin Costa-Gavras, Costa para sus amigos, sigue siendo una de las voces influyentes del cine mundial. Más dedicado a su trabajo como director de la Cinemateca de París, en donde vive, que a su condición de realizador en Hollywood, donde ha producido sus películas recientes, Costa se da el lujo de filmar cada dos o tres años y no depender del resultado en taquilla para pasar a su siguiente proyecto.

Nacido hace 65 años en Kilvia, Grecia, Konstantinos Gavras siempre supo que su futuro estaba en el cine. Hijo de un burócrata ateo y una madre muy creyente que terminó imponiendo su punto de vista, Costa recibió una estricta educación cristiana ortodoxa. Durante la Segunda Guerra Mundial su padre formó parte de la resistencia, y una vez concluido el conflicto fue detenido numerosas veces bajo sospecha de tener militancia comunista. Esto impidió que Costa obtuviera una visa para entrar a Estados Unidos, cuando a los 18 años decidió marcharse a Hollywood para estudiar cine. Así fue como llegó a París, donde desarrolló buena parte de su carrera cinematográfica.

Yves Montand, su actor predilecto

A los 21 años se licenció en letras en la Sorbona, y luego siguió sus estudios de cine en el prestigioso IDHEC. Después de trabajar como ayudante de René Clair, Yves Allegret y Jacque Demy, Costa-Gavras hizo su primer largometraje en 1965, Compartment tueurs, con el que logró sumarse definitivamente a la industria del cine francés. Z, su tercer filme, fue un éxito mundial que en Hollywood se llevó el Oscar a la mejor película en idioma extranjero, y el de mejor montaje, y que, además, obtuvo nominaciones como mejor película y mejor guión, categorías en las que raramente compite una película hablada en francés.

Después de ganarse la abierta enemistad de los sectores más reaccionarios con Z, Costa-Gavras demostró su amplitud política con L'Aveu (La confesión), donde Yves Montand encarnaba el papel de un opositor en la Checoslovaquia comunista. Luego volvió a conmocionar al mundo con Estado de sitio, su primera incursión por la política latinoamericana, en donde Montand, su actor predilecto, interpreta a un agente de la CIA que participa en el golpe de Estado en Uruguay.

Section spéciale puso el dedo en la llaga en la propia historia francesa, al revisitar los días del gobierno cómplice de Vichy durante la ocupación alemana. Ese filme lo hizo merecedor de la Palma de Oro de Cannes y sirvió de puente para empezar a preparar su primera película estadunidense, Missing (Desaparecido), en donde Sissy Spacek y Jack Lemmon interpretaban de la esposa y el padre de un norteamericano desaparecido durante el golpe militar de 1973, en Chile.

Y no obstante que otras películas de Costa han rozado temas políticos, como el dilema palestino en Hanna K, o el caso de los fugitivos nazis en The music box, las película de Gavras han ido adaptándose a los tiempos que corren. Mad city (El cuarto poder), su más reciente producción estadunidense, incursiona más en lo moral que en lo político al examinar el poder de los medios de comunicación y la tendencia al amarillismo cada vez más habitual en la prensa. Este filme narra la historia de un ex empleado de un museo (John Travolta) que decide reclamar por su despido rifle en la mano. Un periodista que ha quedado encerrado en el museo (Dustin Hoffman) es el disparador de una guerra informativa que terminara por transformar lo que podría haber sido un incidente menor en una gran tragedia.

--¿Su punto de vista sobre los medios ha cambiado en algo desde que hizo Z, tres décadas atrás, o sigue siendo básicamente el mismo?

--En esto hay un aspecto histórico que modifica todas las cosas. Hace 30 años muchos de los medios electrónicos de nuestros días o no existían o eran muy limitados. Uno se enteraba de las noticias por los diarios, todo el peso estaba puesto en la prensa escrita. Pero, hoy día, los medios electrónicos se han desarrollado increíblemente. En Francia, la televisión siempre fue estatal, pero en los pasados 15 años han comenzado a aparecer los medios privados, que se manejan exactamente igual que los estadunidenses, es decir, en una búsqueda desesperada de cualquier noticia que les aumente el rating. Esta búsqueda frenética para captar la atención de las personas ha influido hasta a los propios medios escritos, por eso uno de los grandes cambios en la prensa de los años recientes es que los largos reportajes de investigación han sido remplazados con noticias de pocas líneas. Los diarios intentan competir todo el tiempo con la televisión. Hubo una época en que había una distinción muy clara entre los diarios amarillistas, que se hacían siguiendo la tradición generada en Inglaterra, y los diarios serios, donde lo que se privilegiaba era la objetividad. Lo mismo pasaba en la televisión, donde estaban los medios serios y los amarillistas. Pero cuando los ejecutivos de la televisión privada observaron que el amarillismo era mucho más rentable que la objetividad, empezaron a girar hacia ese territorio.

``La consecuencia es que hoy día todo el periodismo, gráfico y televisivo, está más cerca del sensacionalismo que de la objetividad. Cuando trabajábamos en la historia de Mad city explotó en el aire el avión de la TWA. Nos quedamos helados cuando vimos que los periodistas supuestamente serios de los canales más importantes, preguntaban más o menos las mismas cosas que pregunta en nuestra película el personaje de Alan Alda. Y lo mismo pasaba en la prensa escrita, todo el acento estaba puesto en los detalles grotescos de los cadáveres que habían sido recuperados.

``Aún recuerdo, como si fuera hoy, haber leído la carta de un lector a uno de esos medios, en la que se preguntaba qué necesidad había de leer esas cosas en una revista seria. `¿Han pensado en lo que sentirán los parientes de las víctimas al leer sus artículos', cuestionaba, con tanta indignación como la que había sentido yo al leer la misma historia.''

--¿Usted elige proyectos con contenido político porque le interesan, o es simplemente lo que le ofrecen?

--Te repito lo que he dicho durante todos estos años: no hay película que no sea política. Mis filmes no siguen los temas habituales del cine de hoy, y por eso son considerados políticos. Tampoco siguen la ideología de la mayoría, pero funcionan con un espectro de la sociedad, porque cuando uno ve una película con la que coincide, se siente bien. Es cierto que mis películas tienen algo de eso, pero el modo de leerlas está en cada uno.

Analizar problemas sociales

--Cuando empezó en el cine, en la década de los sesenta, los temas políticos eran comunes, había todo un género cinematográfico al respecto. Hoy prácticamente ha desaparecido, y usted parece ser uno de los pocos realizadores que de tanto en tanto lo abordan...

--En esa época había más tensiones... la guerra fría, la división del mundo en bloques. Uno podía crear excelentes historias a partir de esas tensiones. Y aunque hoy estos bloques desaparecieron, creo que muchos de los problemas de aquella época siguen vigentes.

``Ya no hay bloques ideológicos, pero sigue haciendo bloques económicos. Creo que el cine debe tratar los problemas de nuestra sociedad. Por supuesto que siempre tiene que ser espectáculo, pero al mismo tiempo debe ir un poco más allá, ayudarnos a entender el mundo en que vivimos y qué esperamos de la humanidad. Al menos así lo entiendo yo, y probablemente por eso dicen que aún hago cine político.''

--A diferencia del escritor, cuyos libros pueden dejar de editarse, pero siempre estarán en las bibliotecas, el cineasta enfrenta un destino incierto con respecto a la permanencia de su obra... Hoy día es bastante difícil encontrar una copia en buenas condiciones de Estado de sitio o de La confesión...

--Cierto. En la Cinemateca Francesa descubrí que 70 por ciento de las películas mudas han desaparecido. Y del cine realizado en los años cincuenta no existe 40 por ciento. Aún hoy siguen desapareciendo películas. El problema es que hasta hace poco no había manera de preservar un filme si la última cinta estaba arruinada. Hoy tenemos el DVD, que es un sistema maravilloso. Gracias a él se puede conservar una película como si fuera un libro. En un estudio que hicimos en la cinemateca, descubrimos que los videos han perdido mucha calidad a los 10 años, y en 20 más se reducen prácticamente a nada. Si ves los primeros que se editaron lo notas.

``El proceso digital es la mejor solución. Debemos pasar todas las películas que quedan al DVD. El cine es un testimonio de nuestra historia como sociedad y tenemos que luchar por preservarlo.''