Las ciencias ambientales son un extenso sistema cuyo punto de referencia es el ambiente. La salud ambiental es sólo una parte de ese macrosistema, y su perspectiva, según S. W. Bennett, ``radica en su aceptación de la complejidad de los sistemas naturales y los hechos por el hombre, y en sus esfuerzos por estudiar los efectos de la perturbación de esos sistemas en lo que afectan a la salud humana''.
La Agenda 21, discutida y aprobada en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, 1992), indica que los principales problemas de salud que aquejan a la población mundial tienen su origen en la pobreza y el desmedido crecimiento poblacional. Esto se debe al déficit, cada vez mayor, que entraña el abastecimiento de agua potable, el manejo de las aguas residuales y la evacuación de los residuos sólidos municipales.
Pero también, se asegura en la Agenda 21, los peligros ambientales producidos por la contaminación son una constante cada vez más importante en la problemática de la salud ambiental. Esa contaminación ambiental es generada ``por los cambios en las modalidades de consumo y producción, por los estilos de vida, la producción y utilización de la energía, la industria y el transporte, entre otras cosas''.
De tal manera, los problemas de salud que emergen en el hombre por su relación con el ambiente en que vive y trabaja son de dos tipos: (1) enfermedades transmisibles, y (2) enfermedades crónico-degenerativas y hasta algunos síndromes. Las primeras son, por ejemplo, las transmitidas por agua -cólera, hepatitis, salmonelosis o cryptosporidiosis-, que tienen que ver más con el saneamiento básico; las segundas se refieren a ciertas malformaciones congénitas, inmunodeficiencias o tipos de cáncer, relacionados con sustancias químicas contaminantes y con la calidad ambiental.
En los países desarrollados, los problemas de salud ambiental tienen que ver más con esa calidad ambiental y casi nada con el saneamiento básico. Por el contrario, en los países en desarrollo, el estado de salud de la población está más directamente relacionado con ese último factor. Sin embargo, el desarrollo sectorial en esos países, que buscan mejorar su calidad de vida y emprenden numerosos proyectos de desarrollo, ya está provocando graves problemas de deterioro y contaminación ambiental que representan un riesgo para la salud de sus pobladores. Esos nuevos problemas de calidad ambiental se suman a los de saneamiento básico.
Para hacer frente a esa situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los programas de salud ambiental estimulen una ``visión holística'' de su campo de acción. Es decir, que desarrollen un enfoque ecológico e interdisciplinario en vez de sostener el concepto tradicional del ``enfoque reduccionista'', de la ingeniería sanitaria clásica abocada a tratar problemas de abastecimiento y fugas de agua, manejo de excretas y basuras. Es pertinente mencionar que, hasta hoy, la visión reduccionista es la que ha prevalecido en la gran mayoría de los programas nacionales e internacionales de salud ambiental de América Latina.
Al desarrollo institucional de la salud ambiental es preciso incorporar la epidemiología ambiental, sobre todo con respecto a los riesgos en materia de enfermedades crónicas; los aspectos de salud en la evaluación de los impactos ambientales; el control de las fuentes contaminantes; el tratamiento de los residuos tóxicos y peligrosos, y la evaluación del riesgo para la salud pública por la exposición a sitios contaminados, entre otros.
Asimismo, la OMS afirma que ``el personal dedicado a la salud ambiental requiere extenso perfeccionamiento técnico para las intervenciones de carácter social como promoción de la salud, organización y educación de la comunidad, orientación individual, utilización de los medios de difusión y representación sanitaria en la colaboración intersectorial''.
Está claro que falta aún mucho camino por avanzar, pero a medida que la visión de sistemas sea integrada al quehacer de la salud ambiental, mayor será el éxito alcanzado por los programas.