Diez días son suficientes para que los ciclos biológicos humanos, como dormir y comer, se adapten al horario de verano -que entró en vigor ayer al adelantar el reloj una hora-, señaló Selene Cansino durante la conferencia ``Luz y oscuridad y su influencia en la conducta'', que se llevó a cabo en el Museo de la Luz de la UNAM.
La doctora Cansino, quien dirige el Laboratorio de Psicofisiología de la Facultad de Psicología de dicha casa de estudios, comentó que la luz solar influye en todos los ciclos biológicos de la mayoría de los seres vivos sobre la Tierra.
Según cálculos realizados por investigadores de varios países, los ciclos del ser humano son de 24 horas y media o poco más, siendo la luz solar la que sincroniza el sueño, la actividad laboral, la intelectual y hasta la sexual, entre muchos otros procesos.
Por otra parte, la oscuridad permite al cuerpo relajarse y variar por completo el metabolismo humano. Existen estudios que prueban incluso cambios en la temperatura corporal y un bajo ritmo cardiaco durante el sueño.
Sin embargo, cuando a un individuo se la aisla de la luz por un largo tiempo, aunque sus ciclos no desaparecen sí sufren un desajuste que hace que dichos periodos se desplacen. El hecho de que sigan presentes tales procesos señala la posible presencia de un órgano o estructura que regula cada uno y que quizá se ubica en el sistema nervioso central.
Basta con alterar el ciclo normal del sueño, como por ejemplo una desvelada, para que los demás procesos también pierdan su propio ritmo, lo que ocasiona poco rendimiento en el individuo y una sensación de pesadez y cansancio.
Respecto al horario de Verano, la doctora Cansino afirmó que con una ``pérdida de una hora'' los tiempos biológicos se desfazan, pero finalmente se acostumbran a las nuevas condiciones del horario en un lapso no mayor de 10 días.