La opinión pública nacional, y también la que se interesa por los asuntos que ocurren en el planeta, se preguntan sobre la suerte de la demanda que varios congresistas elevarán contra el Presidente de la República y contra quien tiene a su cargo la secretaría del medio ambiente. Según legisladores de los partidos de oposición, hay omisión y negligencia de ambos servidores públicos en el control y combate de los incendios registrados recientemente. Uno de los diputados pregunta en la prensa cómo puede continuar en su cargo alguien que es responsable de una de las mayores catástrofes naturales del país.
Tanto el presidente, el economista Fernando Henríquez Cardoso, como su ministro del Ambiente, han guardado silencio, mientras en el congreso brasileño una comisión evalúa los daños ocasionados por las llamas en el estado amazónico de Romaira. Para fortuna, gracias a torrenciales aguaceros, el fuego comenzó a ceder, pero con el peligro de que haya ``rebrotes'' de las llamas en algunas áreas. El mayor incendio registrado en la Amazonia dañó los medios de vida de varias comunidades indígenas y a la biodiversidad.
Pero no solamente el mayor pulmón verde del mundo sufre devastación. En México, uno de los cuatro gigantes de biodiversidad de la tierra, las cosas andan mal pues las llamas han consumido este año más de cien mil hectáreas y ocasionado la muerte de 17 brigadistas. Cuando en enero se presentaron los primeros incendios, las autoridades sabían que este año sería mucho más seco y caluroso que el anterior, y que, además, los efectos por el cambio climático y El Niño complicarían las cosas. Era entonces de esperar que, previsoras, tendrían una estrategia para prevenir los incendios; y en caso de que esto fuera posible, los controlarían de la mejor manera. No fue así: la estrategia se dio a conocer tarde y no ha funcionado, mientras la secretaria Julia Carabias afirma que lo peor está por venir.
Hay que agradecer la sinceridad de la maestra Carabias. Pero la ciudadanía no espera solamente malos anuncios y diagnósticos tardíos nada alentadores sobre los recursos naturales. Exige también hechos, acciones que permitan movilizar al aparato burocrático y la población en la tarea de salvar nuestros bosques y la riqueza que encierran. Como la dependencia responsable del medio, el agua, los recursos forestales y hasta la pesca, es patitio feo del presupuesto federal, sería lógico que en esta emergencia la auxiliaran otras instancias.
Por ejemplo, las secretarías de Agricultura y de Desarrollo Social, que tienen relación directa y clientelar con el agro. Si los apoyos al campo fueran tan efectivos y suficientes como se dice, los pobres no destruirían vía incendios áreas forestales para destinarlas a la siembra de alimentos de subsistencia. Por su parte, las organizaciones campesinas deberían estar movilizando a sus afiliados a fin de evitar que las llamas consuman recursos que necesitan para la producción. Centrales campesinas como la CNC, apéndice del PRI y que dice representar a la mayoría de quienes viven en el campo, debería mostrar ahora su vigor, tan bueno para controlar el voto y acarrear miseria en las giras presidenciales y en otros actos de apoyo al gobierno.
Mientras los incendios se multiplican por doquier, los medios masivos de comunicación solamente se dedican a señalar la tragedia cuando se necesita mucho más que eso: movilizar organizadamente a la población y sacar de su marasmo a las dependencias oficiales ocupadas en apagar otros incendios sociales, al sector privado; en fin, a todos porque el problema a la larga afectará a todos.
Por otra parte, lo que ocurre ahora demuestra que a quienes deciden realmente el destino de nuestros impuestos se les olvidó, de nuevo, que es más importante garantizar la salud de los recursos naturales que solapar con auxilios multimillonarios los malos manejos de banqueros y constructores de autopistas. Que un país es más pobre si el fuego convierte en cenizas un patrimonio básico para el sustento de la sociedad actual y la futura.
Pero como están las cosas, sólo falta que un incendio arrase el bosque de Chapultepec.