La Jornada martes 7 de abril de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Más temprano que tarde (y para mantenerse de verdad en la lucha por conservar y recuperar el poder, según sean los casos), el Partido Revolucionario Institucional habrá de renunciar al financiamiento gubernamental subterráneo (que todavía recibe, aunque en cantidades notablemente inferiores a las de su pasado inmediato), a las prácticas de adulteración electoral (tanto en las tareas directas del mapachismo como en la inducción del voto mediante la manipulación de obras y servicios gubernamentales) y al uso de los colores nacionales en su emblema oficial y por tanto en su propaganda política.

En cuanto al financiamiento, el Partido Revolucionario Institucional ha perdido volúmenes importantes de transferencias gubernamentales debido a la mayor vigilancia ciudadana respecto a las cuentas públicas y a la nueva conformación de los poderes legislativos federal y de los estados, instancias éstas donde ahora son mejor escrutados los dictámenes que antes eran aprobados al vapor y en los que se incluían rubros de gastos expresados tan en lo grueso que por allí con facilidad se fugaba lo necesario para el mantenimiento del PRI.

Respecto a los alquimistas electorales, debe decirse que en esta época sufren una estrechez de mercado. Así, por más que persiste la voluntad política de dirigentes y candidatos enviciados con los mecanismos bastardos de agenciarse triunfos electorales, también debe decirse que los avances en materia electoral, la ciudadanización de los órganos del ramo, y la mayor vigilancia de los partidos opositores al oficial, han arrinconado a los llamados mapaches y han disminuido sus fechorías.

Mas si osare un extraño partido...

Ha llegado ahora el tiempo de sentar en el banquillo de los acusados un tema central de la lucha por la equidad en la contienda partidista: no puede haber una transición política de verdad mientras un partido nacido desde el poder, y asociado históricamente al poder, siga usando en su beneficio los colores de la bandera nacional.

A la propuesta de las comisiones legislativas que buscan cancelar esa apropiación parcial de los colores de un emblema nacional, han respondido los priístas arguyendo que por siempre han usado tales distintivos patrios y, por tanto, les asiste una especie de derechos consuetudinario.

Tal invocación de los beneficios que daría la costumbre en el uso de los colores patrios resulta, en realidad, una treta equívoca del PRI, pues si algo ha mostrado tal tradición es justamente la perversión de un símbolo colectivo al supeditarlo a fines electoreros y de corrupción ética y política que cada vez son más rechazados por la mayoría de los ciudadanos.

Tratando a muchos de los mexicanos más humildes como menores de edad, el PRI degradó la conciencia cívica al corromper el ejercicio del voto canjeando voluntades por actos de gobierno, y envolviendo tales maniobras en el manto tricolor. A los ojos del pueblo quedaba plenamente mostrada la identidad cómplice del PRI-gobierno cuando veían mezclados emblemas y símbolos partidistas y gubernamentales. De manera clara, los beneficios de los programas de Solidaridad del sexenio salinista remarcaban la identidad de la tricoloridad del beneficio social con la del partido gubernamental.

Por ello, la exigencia de que ningún partido se apropie de los colores patrios habrá de encontrar una grave reticencia en quienes suponen, con justa razón, que tal corrección visual generaría en el ánimo de sus presuntos votantes confusión y desánimo. Retirarle al PRI el uso de las tonalidades esenciales de nuestra nacionalidad significaría, de una manera gráfica contudente, mostrar al electorado que ha llegado a su fin el periodo de amasiato del gobierno y del PRI.

Por ello, por lo mucho que significa, y porque una imagen priísta sin tricoloridad diría mucho más que mil discursos, es por lo que los coletazos dinosáuricos habrán de rebelarse con fuerza para tratar de impedir una medida que, más temprano que tarde, tendrá que darse, así fuese por la vía de una resolución del recompuesto y cada vez más crítico Poder Judicial de la Federación.

Astillas: El senador Oscar López Velarde ha sido durante largo tiempo una voz en la Cocopa identificada con la postura de la Secretaría de Gobernación. Tal carácter fue aún más marcado cuando su compadre, Esteban Moctezuma Barragán, fue titular de la citada secretaría. En las reuniones internas de la Cocopa solía haber la sensación de que los puntos de vista expresados por el senador hidrocálido provenían de Bucareli y, en reciprocidad, que lo dicho en tales sesiones era inmediatamente conocido en esa oficina. Ahora, a pesar de haber perdido la candidatura priísta al gobierno de Aguascalientes (como en la fábula de la zorra y las uvas verdes, los cercanos al senador López Velarde aseguran que no le fue asignada tal postulación porque está ``arreglado'' que el PAN gane tal plaza, para lo cual resultaría ideal la candidatura de Héctor Hugo Olivares), el legislador priísta continúa emitiendo descalificaciones y planteando posturas plenamente identificadas con el pensamiento duro de Gobernación y de su jefe de asesores y virtual subsecretario para Chiapas, Adolfo Orive Alba... Guillermo Ortiz se deslizó con suavidad por el primer tramo de la pasarela de múltiples tiempos y escenarios en la que se van mostrando los precandidatos priístas a la Presidencia de la República. Por lo que se ve, el gobernador del Banco de México no perdió fuerza al salir de la Secretaría de Hacienda, como sus adversarios divulgaban en el momento de los cambios y, por el contrario, aparece como un personaje que jugando a las vencidas con su sucesor, José Angel Gurría, se mantiene en la lista de tecnócratas que en su momento podrían ser empujados por los grandes capitales trasnacionales y los sectores mexicanos más derechistas, desnacionalizados y entreguistas al extranjero... El general Francisco Gallardo es un preso de conciencia, según instancias internacionales defensoras de los derechos humanos tan reconocidas como Amnistía Internacional. Su gran delito fue denunciar, desde adentro, como general del Ejército, los abusos y los excesos cometidos desde las cúpulas contra los subalternos y proponer la creación de un ombudsman militar.

Para acallar esa voz, y para demostrar con ese ejemplo el destino que podría esperar a quienes secundasen tales propuestas, se ha pervertido, desde el poder público, la función judicial, convirtiendo el sistema de justicia en un instrumento de venganza que, retorciéndolo cuantas veces fuese necesario, ha mantenido injustamente en la cárcel al general Gallardo. Por ello, los procesos instaurados en su contra en el marco del derecho militar no pueden ser vistos sino como otros episodios más de la consigna superior de acallar, y castigar a voces como la del general preso... ¿A quién le deberá su libertad Dante Delgado y a qué partido y candidato habrá de sumar sus agradecimientos? Si, como todo lo hace suponer, Delgado y sus huestes apoyarán al alemanismo, habrá de quedar clarísimo para los perredistas que muchos de los triunfos electorales que hinchan sus estadísticas triunfales no son, en realidad, sino meros castillos en el aire, pues el simple uso de las siglas del PRD para llegar al poder no significan que en el ejercicio de gobierno se apliquen los principios de tal partido ni que en posteriores coyunturas electorales haya un mínimo agradecimiento traducido en votos. Simple y sencillamente, pragmatismo electoral y espejismos estadísticos.

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