La Jornada 8 de abril de 1998

``¡Difaman a los Amezcua!'', gritó su abogado tras burlar el cerco de seguridad en la SRE

David Aponte Ť Dos hombres burlaron el dispositivo de seguridad del Estado Mayor Presidencial de México y del Servicio Secreto de Estados Unidos. A unos metros de la sala de consejos de la cancillería, uno de ellos comenzó a gritar: ``El general McCaffrey y el procurador Madrazo son unos mentirosos''. Las cámaras de televisión y los micrófonos frenaron el tranco del hombre. ``¡Difaman a la familia Amezcua! ¡Vengo a decirle al señor McCaffrey que sus elementos son infames! ¡No existe el cártel de Colima!'', lanzó.

Con su audífono en la oreja izquierda y un pequeñísimo micrófono en la mano derecha, apenas visible entre las mangas del saco y la camisa, un elemento del Servicio Secreto preguntaba: ``¿Whaaat, what...?''

El agente caminaba de un lado a otro del lobby de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) con una lata de Coca Cola light en la mano izquierda. Los jóvenes efectivos del Estado Mayor Presidencial, encargados de la seguridad de la quinta reunión del Grupo de Contacto de Alto Nivel (GCAN), miraban de un lado a otro, en espera de cualquier orden.

Sin embargo, ya no había la menor posibilidad de desalojar a los sujetos que pasaron los arcos detectores de metales de la entrada principal del nuevo edificio de la cancillería. Los representantes de la familia Amezcua estaban rodeados de periodistas, cámaras de televisión y micrófonos.

``Vengo a esta conferencia a decirles que están cometiendo una infamia contra los Amezcua'', decía el hombre maduro y entregaba copias de una carta dirigida a la opinión pública de México y Estados Unidos.

Desesperada, la funcionaria encargada de las relaciones con la prensa extranjera de la SRE, Janet Broussi, gritaba: ``Entregue su comunicado allá afuera... Salga de aquí...''.

El abogado Everardo Rojas Contreras, representante legal de los hermanos Amezcua, señalados por las autoridades de México y Estados Unidos como las cabezas de la organización criminal más importante del tráfico de metanfetaminas, y su ayudante ignoraron a la señora Broussi.

Los del Estado Mayor ya no pudieron sacar al abogado de la familia Amezcua. Los agentes del Servicio Secreto intercambiaban frases y claves en los pequeños aparatos de comunicación. Sólo tuvieron una alternativa: bloquear la puerta del Salón de Consejos de la cancillería, para evitar el avance de los sujetos.

A unos metros del recinto, donde sesionaron por día y medio los responsables de la lucha contra las drogas de México y Estados Unidos, Rojas Contreras lanzó toda clase de insultos contra Jorge Madrazo y Barry McCaffrey: ``Han iniciado una cacería contra todos los Amezcua, con pruebas inventadas. El cártel de Colima no existe''.

Entre las cámaras y micrófonos, defendió una y otra vez a los 15 hermanos de la familia Amezcua, dedicada a las ``actividades agropecuarias'', según comentaba.

Incluso, tuvo tiempo suficiente para leer a grito pelado, parte de la carta dirigida a los pueblos de México y Estados Unidos:

``Los fiscales y la DEA han engañado a sus superiores mezclando varias investigaciones y así crear el cártel de Colima; que los aseguramientos de propiedades son una agresión a un sinnúmero de familias que en suerte están vinculadas por parentesco, y que su único delito es el apellido (Amezcua)...''.

Envalentonado y sin que nadie lo pudiera expulsar de la cancillería, remató: ``Les quiero invitar a que se abstengan de seguir vituperando a esta familia, hasta en tanto los tribunales resuelvan la situación jurídica de mis defensos, pues sabemos que estos son confiables.

``En todo caso, si realmente existen evidencia reales en su contra, les ruego ejercítenlas y después publíquenlas, pues ha sucedido que pretenden acusar de corrupción cuando es más corrupto obedecer intereses ajenos y subrepticios'', concluyó.

Actualmente, Adán Amezcua Contreras está detenido en el reclusorio Norte bajo el cargo de lavado de dinero.

Después de 15 minutos de alboroto e insultos contra los encargados de la lucha antinarcóticos de ambos países, el abogado Rojas Contreras salió de la cancillería, en cuyas inmediaciones asaltaron a mano armada al equipo de televisión del CNN.

Los ladrones les arrebataron el equipo de audio y televisión, cuyo valor podría llegar a 60 mil dólares, según la agencia AP.

Sobre el asalto a los periodistas de CNN, por la noche la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado lamentando profundamente el hecho, e informando que dio cuenta a las autoridades competentes para que se investigue y se localice a los responsables del atraco.

En unos cuantos minutos, abogados y ladrones burlaron el dispositivo de seguridad en torno a la SRE.

Desde la entrada del edificio, el representante legal de los hermanos Amezcua todavía alcanzó a gritar: ``En poco tiempo la familia pondrá una página en Internet para defenderse de todos los ataques...''