ASTILLERO Ť Julio Hernández López
En Sinaloa, un cetemista va abriendo camino a lo que podría ser el más arriesgado ensayo democrático hecho hasta ahora por el PRI en una tierra gobernada (es un decir) a nivel estatal por un priísta, y en sus cinco principales ciudades por panistas, y de donde además es oriundo, y parte política activa, el secretario de Gobernación.
Ese cetemista, además, dijo el lunes pasado en Culiacán, al definirse públicamente como aspirante a buscar en una contienda abierta la candidatura priísta a gobernador, que con la elección democrática de todos los candidatos que participarán en los comicios del 8 de noviembre próximo, se podría ``quitar el señalamiento que se le hace al PRI de designaciones cupulares o las llamadas cuotas de poder o prácticas corporativas''.
El citado cetemista, que es senador y secretario de previsión social y ecología del comité nacional de la CTM, y que entre otros cargos partidistas ha sido secretario general del PRI a nivel nacional y presidente del comité estatal en Sinaloa, señaló además que la elección democrática de candidatos priístas debería ser transparente y escrupulosa, para así dejar claro ante los mexicanos en general, y en particular a las nuevas generaciones, ``que los tiempos de manipulación de voluntades son cosa del pasado''.
Boy scout tricolor
Juan Sigfrido Millán Lizárraga, que es el nombre del cetemista aquí mencionado, ya ha asumido actitudes (sobre todo declarativas) de avanzada democrática en ocasiones anteriores, de tal manera que el pronunciamiento hecho el lunes en la capital sinaloense no es un aceleramiento ni una improvisación sino (y de allí proviene el valor de sus palabras) un tanteo político viable, tan viable que, según algunas versiones, podría provenir de Los Pinos, y formar parte del proyecto de exploración democrática iniciado en Chihuahua y cuyos resultados formarían parte de las propuestas centrales de reforma que aprobaría el PRI en su asamblea nacional de fin de año.
De hecho, tal exploración ha producido ya sucesos políticos apreciables: coloca a un cetemista en el antes increíble escenario de pedir apertura democrática y rechazar las cuotas de poder y las prácticas corporativas, abre la lucha interna por una gubernatura con una definición personal al margen de los tiempos institucionales, y genera expectativas sociales importantes en derredor de un priísta que dentro del sistema, sin romper gravemente con las reglas tradicionales, busca ganar una candidatura a contrapelo del grupo y los intereses del segundo hombre más importante del sistema político como es el secretario de Gobernación, el también sinaloense Francisco Labastida Ochoa.
Virtual secretario atado a Chiapas (a quien poco le ha funcionado la idea de zafarse del estigma del sureste abrazándose al tema de la seguridad pública, del que tampoco saldría bien calificado, como en posterior columna analizaremos), Labastida Ochoa tiene bajo su sombra a cuando menos tres aspirantes fuertemente esperanzados en que sigan respetándose los fueros de Bucareli.
Ellos son Lauro Díaz Castro, que ocupa la representación en la entidad de la secretaría de asuntos agrícolas y ganaderos que antes de ir a Gobernación tenía Francisco Labastida Ochoa; Gustavo Guerrero Ramos, que siendo senador pidió licencia para ser candidato a diputado federal por un difícil distrito de Culiacán en el que logró vencer al panismo allí arraigado, y José Angel Pescador Osuna, quien con Labastida Ochoa fue asesor en la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal y coordinador de la campaña que lo llevó al gobierno de Sinaloa en 1986, y que ha desarrollado una exitosa carrera tanto en el ramo educativo (llegó a ser subsecretario durante dos años y secretario durante medio año) como en el diplomático, en donde ha sido en dos ocasiones cónsul general en Los Angeles, plaza ésta de importancia estratégica superior a la de la mayoría de las embajadas.
Otros aspirantes, aunque con menos posibilidades, son: otro labastidista, José Luis Leyson Castro, ex presidente estatal del PRI que como suplente del senador Guerrero Ramos pasó a ocupar la titularidad del escaño y dejó la diputación local que hasta entonces había ocupado; Víctor Manuel Gandarilla, líder del Congreso local; el diputado federal Rafael Oceguera Ramos, y el senador José Luis Soberanes, hombre que fue del primerísimo círculo de confianza de Luis Donaldo Colosio.
Lecturas previsibles para ahora y para el 2000
El simple hecho de que Millán Lizárraga se atreva a enarbolar banderas democráticas en terrenos que en teoría deberían estar sometidos a la voluntad del sinaloense hoy más poderoso, es materia suficiente para las especulaciones y los vaticinios. Débil se vería un secretario de Gobernación que no pudiese controlar la política interna del PRI en su estado natal del que, además, fue gobernador y en el que mantiene presencia activa. Varios precandidatos presidenciales, sobre todo los tecnócratas (léase Gurría y Ortiz), estarán atentísimos a las penurias que del sureste se trasladarán (sólo en parte, aunque esa parte es la que más duele, que es la del corazón) ahora al noroeste.
Por otro lado, la convocatoria democratizadora de Millán Lizárraga podría encontrar un marco propicio gracias a que aún cuando formalmente en Sinaloa hay un gobernador priísta, de nombre Renato Vega Alvarado, en la realidad no es un político con la fuerza suficiente (ni el expediente tan limpio, agregan algunas fuentes judiciales) como para oponerse a la realización de un ensayo priísta palomeado desde las alturas. Además, la fuerza priísta es relativa: los panistas tienen las presidencias municipales de Culiacán, Mazatlán, Guasave, Ahome (Los Mochis) y Navolato, que es donde se concentran población, dinero y poder. El 6 de julio del año pasado, de ocho diputaciones federales el PAN ganó la de Los Mochis y el PRD la de Mazatlán, pero las cifras globales son llamativas: el PRI obtuvo en total 331 mil votos, contra 233 mil del PAN y 176 mil del PRD.
El PAN, principal peligro
En tal contexto, la candidatura panista a gobernador tendrá sensatos visos de triunfo. Aun cuando la convención que elegirá candidato se realizará hasta el próximo 24 de mayo, desde ahora se perfila con más fuerza el empresario y senador Emilio Goicochea, seguido por el ex presidente municipal de Mazatlán Humberto Rice García y, todavía más a la distancia, por Salvador López Brito, ex alcalde de Ahome. En Sinaloa, por lo demás, hay una presencia panista combativa de la que bastaría recordar como muestra al extinto Manuel de Jesús Clouthier, y un creciente antipriísmo abonado entre otros factores por el estilo de gobierno de Vega Alvarado.
Por el lado del PRD, y a contracorriente de la tradición democrática del PAN y del probable ensayo priísta, se optó por la decisión cupular en favor del ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien el domingo 12 de abril fue presentado por el consejo estatal del partido del sol azteca como candidato externo único, sujeto a una especie de consulta abierta posterior que, sin embargo, aparece desde ahora como acto de mera convalidación. La decisión del consejo perredista, tomada por 38 de 41 votos posibles, ha provocado la inconformidad del aspirante interno, el ex diputado federal Juan N. Guerra, quien ha solicitado la intervención de los órganos superiores de su partido para revertir la determinación estatal.
Astillas: En Notimex corre fuerte la versión de que el director de dicha agencia de noticias, Jorge Medina Viedas, podría ser candidato a diputado local por su natal Sinaloa y posiblemente coordinador de la bancada priísta que, en caso de ser mayoría, significaría también para el ex rector de la UAS el control del Congreso... En aquella misma entidad comenzaron a producirse de inmediato las reacciones a las propuestas de Juan S. Millán: comentarios y versiones de enriquecimiento al amparo de los métodos tradicionales de los líderes cetemistas, pero sin que hasta ahora hayan surgido pruebas de tales dichos.
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