Miguel Concha
Cumbre alternativa
``Libre comercio con democracia sí, sin ella no'', fue el clamor de la Cumbre de los Pueblos de América, que desde el 15 de abril discute una propuesta alternativa al proyecto de Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Esta voz colectiva es ya parte actuante de las negociaciones en la II Cumbre de las Américas, y por su fuerza y representatividad se espera que sea considerada como un interlocutor válido entre los jefes de Estado del continente.
El estado actual de la democracia y la pobreza en la región obliga a preguntarnos si a la reunión de presidentes en Santiago la podemos calificar como una Cumbre de la Democracia. Sin la voz y participación activa de las sociedades civiles del continente, este evento convocado por el presidente Clinton no sería sino un encuentro de élites, bajo la agenda de las trasnacionales, ``en la Cumbre''.
Un comercio sin democracia ni desarrollo sustentable pone en riesgo el difícil tránsito de nuestras sociedades hacia formas civilizadas de convivencia en América Latina. Por ello, una verdadera discusión del proyecto del ALCA debe tener, como uno de sus puntos de partida, la constatación de que la llamada ola democratizadora en el subcontinente es aún una realidad ambigua. Algunos han llegado a calificar a esta situación como una ``recesión democrática'' latinoamericana.
En este tenor, diversos sectores sociales, civiles y no gubernamentales del continente, incluyendo aquéllos de Estados Unidos y Canadá, decidieron convocar a la Cumbre de los Pueblos de América, foro alternativo a la Cumbre oficial, que tiene como fin establecer una alianza social continental que sea capaz de dar respuesta a los desafíos que está imponiendo el modelo autoritario del ALCA.
Las prácticas antidemocráticas, selectivas y excluyentes en la interlocución con los sectores no empresariales, fueron la nota característica de la negociación del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Los convocantes a esta Cumbre alternativa buscan evitar que tal patrón se repita en las negociaciones comerciales continentales.
La Cumbre de los Pueblos de América no ha rechazado a priori la globalización de las economías, aunque es consciente de que la corriente neoliberal ha pretendido hegemonizar la discusión sobre el libre comercio.
Una vez superado el desafío de conformar una agenda común de la sociedad civil continental, los delegados llevan a cabo un cabildeo con el objeto de sensibilizar a los jefes de Estado reunidos en Santiago, y a la opinión pública regional, acerca de la necesidad de discutir el comercio en términos del desarrollo sustentable en la propuesta del ALCA. Como grupo de presión legítimo y democrático. Hoy se pondrá a prueba su capacidad para hacerse oír e influir en las negociaciones intergubernamentales.
A pesar de que el presidente Clinton no podrá ofrecer una negociación por la vía expedita del fast track, lo que aplazaría hasta la próxima década el proyecto de integración continental, los gobiernos y bloques económicos latinoamericanos se disputan, desde ahora, los primeros asientos en el soñado festín del mercado continental. Y a pesar de que existe una corriente internacional favorable a la condonación de las deudas externas de los países pobres para el año 2000, éste y otros temas de corte social han quedado excluidos en la reunión oficial.
Desde la Cumbre de Miami, hace cuatro años, se establecieron como puntos centrales de la Declaración Final el compromiso con el impulso a la democracia y los derechos humanos en América. Sin embargo, el tema de la integración no ha contemplado las medidas concretas para sancionar a los gobiernos violadores de derechos.
Por el contrario, durante los últimos meses algunos de ellos han pretendido debilitar al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. La Cumbre alternativa quiere evitar una integración sin estándares de derechos humanos, es decir, sin combate a la impunidad, sin autonomía de la justicia y sin los medios para el cumplimiento del derecho al desarrollo.
Como ejemplo de lo anterior tenemos el modelo de negociación de acuerdos comerciales de la Unión Europea, que ineludiblemente inscribe la Cláusula Democrática y de Derechos Humanos. En el caso de los Estados americanos, habría que esperar las conclusiones de dicha Cumbre.