La Jornada sábado 18 de abril de 1998

CUMBRE DE LAS AMERICAS: POBRES EXPECTATIVAS

La Cumbre de las Américas, que hoy da comienzo en Santiago de Chile, como otros encuentros anteriores de su tipo ha suscitado una gran expectación internacional y, a lo largo de sus trabajos, atraerá sin duda la atención de los medios de comunicación, los analistas y los sectores financieros y diplomáticos. Sin embargo, muy pocos de los acuerdos alcanzados en esas reuniones han tenido un impacto significativo en los países latinoamericanos y, en la mayoría de los casos, han quedado en el nivel de los buenos deseos y los lineamientos generales, sin que los pueblos de América Latina hayan recibido beneficios claros y concretos de ellos.

Todo indica que la Cumbre de Santiago de Chile no será la excepción. Luego de que el Congreso de Estados Unidos le negara al presidente Clinton la autorización para negociar -vía fast track- un tratado de libre comercio continental, se disipó el principal atractivo del encuentro. Y aunque los mandatarios americanos tratarán en la reunión temas de indudable importancia como el combate al narcotráfico y los derechos de la mujer, la agenda oficial no incluye asuntos fundamentales para América Latina como la deuda externa, la inseguridad pública, la miseria que agobia a millones de personas, los derechos de los pueblos indígenas y la terminación del bloqueo estadunidense contra Cuba.

Por añadidura, la Cumbre chilena ha recibido fuertes críticas e impugnaciones de parte de una muy amplia gama de organizaciones sociales del continente. En el marco de la Cumbre de los Pueblos -denominada así, presumiblemente, para contrastarla con la de los gobiernos- grupos y ONG ambientalistas, indígenas, educativos, feministas, sindicales y de defensa de los derechos humanos han manifestado abiertamente que no existe nada que les haga suponer que los acuerdos sociales que sean firmados por los presidentes del continente vayan a ser cumplidos, y rechazan de manera tajante que el establecimiento de un acuerdo de libre comercio para las Américas sea capaz de resolver los problemas de miseria, desempleo, desigualdad, injusticia, degradación acelerada del medio ambiente y falta de servicios educativos y sanitarios que agobian a la región.

Para que la Cumbre de las Américas alcance acuerdos y resultados realmente positivos, haría falta que los mandatarios presentes abordaran de manera cabal los retos y los obstáculos que el continente debe afrontar para darle a sus habitantes mejores y más amplias expectativas de vida digna, para consolidar el desarrollo democrático de la región y para preservar de manera efectiva la soberanía de las naciones americanas. Medidas como el levantamiento del bloqueo a Cuba, la cooperación económica internacional, la aplicación de políticas para propiciar el desarrollo sustentable y revertir el deterioro de los ecosistemas, el fin de la certificación antidrogas estadunidense y el establecimiento de programas concretos para revertir las desigualdades económicas y sociales que prevalecen en América Latina serían mucho más útiles para propiciar el desarrollo social, la integración y el buen entendimiento de las naciones del hemisferio que la proposición de acuerdos continentales de libre comercio. Sin embargo, temas como la pobreza, la inseguridad y las injusticias sociales vigentes no están incluidos en la agenda de los presidentes reunidos en Chile y, por ello, los acuerdos que en la Cumbre se suscriban podrían no ser, como en otras ocasiones, más que manifestaciones de buena voluntad, sin repercusiones concretas en el mejoramiento de los niveles de vida de los pueblos del continente.