La Jornada Semanal, 19 de abril de 1998
Bochinche de viento y agua...
sobre el mar
está la Antilla
bailando
-de aquí payá, de ayá pacá,
menéalo, menéalo-
en el
huracán.
Le chorrea la melaza
bajo su faldón de cañas;
tiemblan en goce
rumbero
sus pechos de cocoteros,
y vibrante cotelera,
de aquí
payá las caderas
preparan el ponche fiero
de ron con murta y
yerbiya
para el gaznate extranjero.
¡Ay, que se quema mi
Antilla!
¡Ay mulata, que me muero!
Dale a la popa,
chiquilla,
y retiemble tu velero
del mastelero a la quilla
de
la quilla al mastelero.
Fija la popa en el rumbo
guachinango de la rumba.
¡Ay, cómo
zumba tu zumbo
-huracanada balumba-
cuando vas de tumbo en
tumbo,
bomba, candombe, macumba,
si el Changó de
Mombo-Jumbo
te pone lela y tarumba!
¡Cómo zumba!
Y ¡qué rabia! cuando sabia
en fuácata y ten con ten,
te vas de
merequetén
y dejas al mundo en babia
embabiado en tu
vaivén
¡Ay, qué rabia!
Llama de ron tu melena.
Babas de miel te acaoban.
Anguila en
agua de plena
pon en juego tus ardites
que te cogen y te
roban...
¡Cómo joroban tus quites!
¡Ay que sí, cómo
joroban!
En el raudo movimiento
se despliega tu faldón
como una vela en
el viento;
tus nalgas son el timón
y tu pecho el
tajamar;
vamos, velera del mar,
a correr este ciclón,
que de
tu diestro marear
depende tu salvación.
¡A bailar!
Dale a la popa el valiente
pase de garbo torero,
que diga el
toro extranjero
cuando sus belfos enfile
hacia tu carne
caliente:
-Nacarile, nacarile,
nacarile del Oriente-.
Dale a la popa, danzando,
que te salva ese danzar
del musiú que
está velando
al otro lado del mar.
Ondule tu liso
vientre
melado en cañaveral;
al bulle-bulle del viento
libre
piernas tu palmar;
embalsamen tus ungüentos
azahares de
cafetal;
y prenda fiero bochinche
en el batey
tropical,
invitando al huele-huele
tu axila de tabacal.
Mientras bailas, no hay quien pueda
cambiarte el alma y la
sal.
Ni agapitos por aquí,
ni místeres por allá.
Dale a la
popa, mulata,
proyecta en la eternidad
ese tumbo de
caderas
que es ráfaga de huracán,
y menéalo, menéalo,
de aquí
payá, de ayá pacá,
menéalo, menéalo,
¡para que rabie el Tío
Sam!
(1952: 613-616)
...del trasfondo de un sueño la escapada
Filí-Melé. La fluida
cabellera
fronda crece, de abejas enjambrada;
el tronco
-desnudez cristalizada-
es desnudez en luz tan desnudada
que al
mirarlo se mira la mirada.
Frutos hay, y la vena despertada
látele azul y en el azul
diluye
su pálida tintura derramada,
por donde todo hacia la
muerte fluye
en huida tan lueñe y sosegada
que nada en ella en
apariencia huye.
Filí-Melé, Filí-Melé, ¿hacia dónde
tú, si no hay tiempo para
recogerte
ni espacio donde puedas contenerte?
Filí, la
inaprehensible ya atrapada,
Melé, numen y esencia de la
muerte.
Y ahora, ¿a qué trasmundo, perseguida
serás, si es que eres? ¿Para
qué ribera
huye tu blanca vela distendida
sobre mares oleados de
quimera?