Para quienes trabajan en urgencias, la apendicitis puede ser un ``hueso duro de roer''. No es difícil la operación, sino el diagnóstico, porque la enfermedad no siempre resulta evidente; las hay que no muestran siquiera resultados en pruebas de laboratorio. Otras se esconden y duelen en la cintura, a la altura de los riñones, no enfrente, como es la costumbre. Hay quienes sólo presentan hinchazón en el vientre y molestias, pero no dolor. Los cuadros, en fin, no son siempre claros.
Un diagnóstico tardío puede llevar a que el apéndice reviente y a complicaciones para el médico y el paciente (ocurre en 20 por ciento de los casos). La detección temprana, puede significar la extracción de un apéndice sano (sucede de 15 a 40 por ciento de los casos). En países donde se levantan demandas, éstas suelen ser favorables al paciente. En Estados Unidos, unas 250 mil personas son tratadas de apendicitis cada año.
Con ese panorama, un grupo de médicos decidió usar la tomografía computarizada en 100 pacientes consecutivos en los que se sospechaba apendicitis. El primer diagnóstico se basa en la historia médica, exámenes físicos y pruebas de laboratorio.
Las tomografías mostraron que sólo 53 tenían el padecimiento. El resto sufría de otros males. Las tomografías, en efecto, previnieron apendisectomías innecesarias en 13 personas, quienes en las primeras pruebas eran candidatas seguras para la cirugía de urgencia. Además, las tomografías fueron certeras en 98 de los 100 casos. Sólo una no mostró evidencia de apendicitis -y sí la había-, y otra la identificó de manera falsa.
Hacer una tomografía lleva unos 15 minutos, menos de lo que un paciente debe esperar incluso en salas de urgencias. Además, las tomografías son baratas: 16 veces o más que una cirugía. El hospital donde los médicos hicieron esas pruebas, por cada 100 pacientes, ahorró unos 360 mil pesos. (Rocío Incera)