La segunda Cumbre de las Américas culminó ayer, en Santiago de Chile, con un saldo de buenos propósitos que, en más de un terreno, contrastan agudamente con la realidad.
Sin duda, el plan de acción aprobado por los 34 jefes de Estado presentes en el encuentro constituye una buena enumeración de los principales rezagos, carencias y deformaciones que afectan a América Latina en lo social, en lo político, en lo económico y en lo jurídico, pero no por ello representa una herramienta eficaz para resolverlos.
Por otra parte, la creación de un mecanismo multilateral de evaluación de la lucha antidrogas puede ser un paso positivo para erradicar del ámbito continental las irritantes e injerencistas ``certificaciones'' estadunidenses, pero no toca el aspecto medular del narcotráfico, que es el enorme peso que ha adquirido en las finanzas internacionales. De hecho, en tanto no se aborde frontalmente el hecho de que la producción, el transporte y el comercio de drogas ilícitas ``lavan'' anualmente cientos de miles de millones de dólares en las instituciones financieras regulares del mundo, las medidas policiales y coercitivas contra las mafias de las drogas no lograrán erradicar estas lesivas actividades criminales.
Por lo que se refiere a la integración comercial hemisférica, es indudable que la globalización mundial orilla a las naciones a organizarse en bloques para hacer frente a la disputa por los mercados y por los capitales. A este respecto, debe considerarse, en primer lugar, que en América existen tres subgrupos comerciales importantes --el TLC de América del Norte, el Pacto Andino y el Mercosur-- y dos de dimensiones mucho menores: el Caricom y el Mercomún Centroamericano, y que el desafío de lograr una interacción significativa entre los primeros es mayúsculo: del total de las exportaciones del Mercosur, sólo 16 por ciento van a países del TLC, en tanto que la relación inversa es de sólo 3 por ciento; por lo que hace al Pacto Andino, si bien 47 por ciento de sus exportaciones van a los países miembros del TLC, sólo 4 por ciento se dirigen al Mercosur.
Finalmente, no puede dejar de señalarse un aspecto por demás deplorable de la reunión cumbre celebrada el pasado fin de semana en la capital chilena: el de la exclusión. En el encuentro se excluyó a Cuba, se marginó a importantes organizaciones sociales y populares --las cuales celebraron por su parte la ``Cumbre de los Pueblos''-- y se excluyó a una buena parte de los periodistas que llegaron a cubrir el evento.
Resulta inaceptable que en una reunión cumbre consagrada a la integración se haya dejado fuera a un país del continente, se haya ignorado a instancias fundamentales de las sociedades civiles del hemisferio y se haya obligado a la mayoría de los comunicadores a permanecer fuera de los actos oficiales.